Eucaristía: la cruz unida a un Absoluto

El sufrimiento, (cruz o dolor), puede padecerse de modo aislado o unido a un absoluto. Una madre, enferma, viuda y con hijos pequeños, acepta los trabajos y sacrificios, con ánimo al pensar en la felicidad de sus hijos. Un militar herido en la guerra soporta con fortaleza las heridas de la guerra al pensar en la victoria de su Patria. El dolor de la viuda y del militar serían mayores sin la vinculación con un absoluto. Así lo que confirma la experiencia: es más dolorosa la cruz aislada que la cruz sumergida en un todo que le da sentido y fuerza. Sí, la cruz unida a un absoluto queda justificada o, por lo menos, relativizada. ¿Y qué le sucede al creyente enfermo?

La fe relativiza la cruz
Por la misma razón,la que anima a la viuda y al militar, el cristiano puede iluminar su cruz con el absoluto de la fe en Dios que, de modo especial, actúa en la participación de la Eucaristía. Es ahí, precisamente y al comienzo, cuando escucha el saludo que conecta su vida con Dios, el Absoluto, en el que se sumerge. El dolor presente queda relativizado por la presencia plenificadora del Dios uni-trino. La fe del creyente queda interpelada al escuchar:"la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo esté con todos vosotros”.

La gran cobertura: el amor del Padre. El fiel que sufre se encuentra con el único Dios y con el gran distintivo del Amor. Es el Tú Absoluto que como amor invitar a insertar la cruz en su plan salvífico de amor universal y que se actualiza en la Misa. Este Dios-Amor invita a rezar: Señor, Padre nuestro: concédeme unir mi cruz con tu amor, dame la gracia de interiorizar tu amor en esta Eucaristía que ofrezco agradecido para gloria tuya.

El Mediador: Cristo Redentor que invita a participar en su Misterio Pascual. El creyente que sufre tiene un primer encuentro con el Dios Amor que en y por Cristo desea redimir al hombre con la cruz de Jesús Redentor. Y brota la oración: Señor, deseo participar en la fuente de la gracia, tu Misterio pascual, que fortalecerá más mi vida, dará sentido a mi cruz y relativizará mi dolor.

El camino: fidelidad al Espíritu Santo. El creyente une su cruz a la de Cristo con fidelidad a las mociones del Espíritu Santo. Y suplica: Espíritu santificador, que la celebración eucarística me ayude para ser fiel a tus inspiraciones y así poder compartir mi cruz con la de mis hermanos.

Comenzó la Eucaristía y el modo de relativizar la cruz. El mensaje primero es la obertura de la gran sinfonía eucaristíca. El primer movimiento estará centrado en el acto penitencial.
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