Humanamente, ¿cómo superar el sufrimiento?(2ª)

Conviene insistir sobre la mayor dificultad para eliminar, o por lo menos paliar, el sufrimiento interno, el espiritual-moral, sobre el dolor físico. Porque en el sufrimiento o cruz espiritual se requieren mayores motivaciones además de las más elementales del amor o de la madurez personal, de la aceptación de sí mismo y de la interiorización progresiva de las exigencias. La superación del sufrimiento espiritual requiere además la autoestima equilibrada, la comprensión y la humildad, el encuentro con la verdad objetiva, la práctica de la autoliberación. Y en muchas circunstancias, el uso de las técnicas de relajación.

Una autoestima equilibrada.
Nunca como hoy es actual la autoestima que no se confunde con el egoísmo ni con la soberbia. Se trata de buscar el bien para nuestra persona como expresión del impulso de la naturaleza. Recordemos el precepto bíblico "amarás a tu prójimo como a tí mismo, Yo, Yavé" (Lev 19,18cf. Mt 22,39). Nos encontramos ante un amor bueno y obligatorio como expresión de la única virtud de la caridad (cf. Mt 22,37-39; Lv 19,18; Ef 5,29; Dz 2351-74). La autoestima-caridad pide no atentar contra la integridad física o espiritual como sería el conservar la buena fama, el no deshonrarse (cf. Mt 16,26; Prov 22,1; 1Cor 14,40). Y por supuesto que se debe evitar el odio a la propia persona, el desprecio de sí mismo o el no perdonarse hechos de la vida pasada. Atentan contra la autoestima equilibrada los complejos de inferioridad fruto de un trato humillante que desvalorizó y creó la imprensión de inutilidad.

La comprensión y la humildad.
La ausencia de estas virtudes explica muchos sufrimientos, frutos de la intolerancia y de la agresividad. .Urge ser comprensivos y objetivos en los criterios de justicia. Y ante una indignación persistente, procurar pensar en otras cosas y cultivar gestos de serenidad, dominio y paz. La agresividad queda frenada con una buena dosis de ternura, humildad y compasión. Las expresiones de agresividad están alimentadas por la intolerancia mental, actitud de quien ve el mundo solamente desde “su ventana” y cree que su visión es la mejor y que las otras son erróneas. La base de la tolerancia radica en la comprensión como la actitud de quien acepta que su opinión sea una más que necesita armonizarse con las demás. La persona tolerante procura ampliar sus opiniones con la de otros y tiene la humildad de analizar lo positivo que hay en otras visiones o en otras conductas.

El encuentro con la verdad objetiva.
Nada se ama si antes no se conoce. La verdad será amada si la persona busca y encuentra la realidad objetiva, la externa y real. Urge el encuentro entre la subjetividad del yo pensante y los acontecimientos. El crecimiento se dará en tanto en cuanto la persona sea capaz de encontrarse consigo misma mediante la verdad como armonía entre el yo y el no-yo. ¿Con qué medios? Ante todo, los de la reflexión filosófica. Pero ahora nos fijamos en otros más personales como la reflexión y el silencio. Mucho ayudará
-la búsqueda honesta de todos los datos posibles,
-la aceptación sencilla de lo bueno y de lo malo,
-la evaluación serena libre de prejuicios de los obstáculos,
-la eliminación del miedo, de la hipersensibilidad que deforma la verdad y la práctica del discernimiento para seleccionar los medios necesarios.
La personalización necesita un ambiente de silencio interior, de serenidad y de reflexión crítica donde sea posible el ejercicio de la libertad para encontrarse consigo mismo. Para lograr este objetivo habrá que utilizar los medios que ofrece la espiritualidad y las técnicas del yoga, zen, meditación trascendental, control de la mente, etc.

La superación por otras técnicas de vida relajada
El sufrimiento de muchas personas se explica por el tren de una vida “estresada”, por sentirse incapaz de resolver los muchos problemas diarios, por la falta de compensaciones humanas y también por la ausencia del ejercicio físico. Viven enjauladas en su interior y en el contexto social. Necesitan, además de los muchos criterios enumerados, la práctica de la autoliberación, la compañía relajante de personas, algún que otro deporte diario y, si es posible, beneficiarse de las técnicas de relajación.
La práctica de la autoliberación. La personalización queda obstaculizada, en ocasiones, por las preocupaciones y los momentos tensos que piden autoliberación y esperanza. ¿De qué modo? Para quitar preocupaciones sirve el:
-examen sereno sobre las causas, efectos y caminos "objetivos" de los problema;
-y, sobre todo, la aceptación valiente de los males inevitables de quien pone de su parte lo que puede y debe realizar. Para obtener seguridad y contrarrestar los miedos: será prudente concretar los peligros sin exagerar ni disminuir las propias fuerzas; valorar lo bueno de lo malo; sembrar vivencias de serenidad, actos de confianza en sí mismo y ensayos progresivos de seguridad. Siempre ayudará el pensar más en los éxitos pasados que en los posibles fracasos futuros...

Las técnicas de relajación. En concreto, para conseguir la serenidad, se pueden utilizar las técnicas de "relajación" como ejercicios de yoga o zen. También pueden considerarse como técnicas una vida higiénica con distracciones, ejercicios físicos, sana alimentación, sueño suficiente.
El creyente posee otras motivaciones y otros recursos espirituales de los que hablaremos en el próximo artículo.
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