¿Es la Iglesia un valor controvertido?

Desde una perspectiva histórico-sociológica, la Iglesia aparece como un valor controvertido porque son pocos los católicos coherentes y muchos los que se apartan de la práctica religiosa o la critican sin compromiso o viven con una fe débil, “ light”. Y es controvertida también por los innumerables conflictos y desafíos que exigen un rostro nuevo para una Iglesia nueva.

Muchos son los alejados de la Iglesia Nos encontramos ante uno de los problemas más graves que afronta la Iglesia de nuestros días: el porcentaje mayor de los bautizados adultos es el de los católicos apartados de la práctica religiosa. No exagero: de los niños que hicieron su primera comunión, un 20% o menos, seguirá, pasados los 18 años, como creyentes y practicantes. El 80% o más de los bautizados mayores de edad, asegura que es católico pero alejado de la práctica religiosa. Además, muchos de ellos también viven al margen de la fe como indiferentes, agnósticos o ateos (50).

Laicistas, católicos progresistas o con una fe “ligh”
Los laicistas beligerantes aprovechan todos los medios para fomentar el anticlericalismo y expulsar los signos religiosos de la vida pública. Muchos de los católicos progresistas critican los defectos de la jerarquía y las carencias institucionales con una actitud dogmática y exaltada, propia de quien se cree en posesión de la verdad y de lo que se debe hacer en la Iglesia; mantienen una posición rebelde y exaltada a la hora de juzgar el autoritarismo jerárquico, la poca participación del laico en la marcha de la Iglesia, la disciplina canónica eclesial que considera desfasada. Los que tienen una fe “light”, débil, aceptan determinadas enseñanzas del Magisterio, pero rechazan otras. Por ejemplo, sobre sexualidad, matrimonio, justicia social, la necesidad de la confesión. Toman de la Iglesia lo que les conviene y pacíficamente rechazan los aspectos que les molestan (de moral y de disciplina). Viven un catolicismo sincretista y oportuno (51).

¿Orgullo de ser católico? No faltan católicos que manifiestan el orgullo de pertenecer a esta comunidad cristiana por lo que es (Pueblo de Dios, sacramento del encuentro con Cristo, prolongación del Verbo encarnado…), y por lo que de ella han recibido: el bautismo, el perdón y la reconciliación con Dios y con los hermanos, la Palabra de Dios, la fe en Cristo y en todo el mensaje de la Buena nueva, la celebración del Misterio pascual, la intercesión de la Virgen María, el poder colaborar con Cristo… y el enriquecer la esperanza de peregrino con la comunión. Con optimismo: en la Iglesia actual muchos son los grupos de católicos conscientes y coherentes de su vocación cristiana vivida en un ambiente paganizado (52).

Pocos son los católicos coherentes
Pero no es menos de lamentar que sean pocos los católicos practicantes, coherentes y colaboradores. Porque la coherencia cristiana pide corresponsabilidad de quien ha recibido y tiene que dar. Es un hecho: la Iglesia como familia se encuentra abandonada de muchos de sus miembros que reciben, pero a la hora de colaborar no prestan la menor ayuda al grupo comunitario. La fe recibida queda estancada. Al 80% (o más) de bautizados alejados y al 5% (o menos) de coherentes, está ese 15% (por lo menos) de quienes se llaman católicos pero carecen del mínimo de coherencia en la corresponsabilidad (53). Ante esta situación un tanto negativa nos preguntamos: ¿es que no existen católicos auténticos que sean practicantes y coherentes? (55). Mi experiencia pastoral confirma el testimonio de personas católicas que unen su fe a la práctica religiosa y al amor fraterno. ¿Cómo representar la personalidad completa del católico coherente? Mediante una circunferencia dividida en 4 partes a modo de grandes manifestaciones en el área de los valores humanos, de la religiosidad, del seguimiento y de la comunión eclesial (56).

Para una Iglesia creíble
Lamentable realidad: muchos católicos no creen en la Iglesia. Tanto la actitud radicalizada conservadora como la progresista no ven creíble la actual Iglesia católica: los conservadores opinan que la Iglesia «se pasa» en su respuesta global, y los progresistas critican a las estructuras eclesiales porque «no llegan» a las necesidades de la evangelización para el cristiano de hoy día. ¿Existe alguna actitud que sea alternativa y no esté radicalizada por lo antiguo o por lo nuevo? Sí, la actitud que propugna la creatividad con la síntesis innovadora para una Iglesia creíble en su doctrina, en su estructura y en su actuación (57). Con esta actitud de creatividad habrá que afrontar los conflictos que surgen entre autonomía y heteronomía, subjetivismo y legalismo, uniformismo y pluralismo, un Dios teocentrista y el dios del secularismo, la Iglesia de ayer y la de hoy, Iglesia-institución y la Iglesia carismática, Iglesia autista y la Iglesia fragmentada… (58)

Nuevo rostro para la nueva Iglesia
El creyente vive su vocación cristiana dentro de la Iglesia de siempre, que hoy, a sus más de 40 años del Vaticano II, tiene el desafío de poner en práctica un nuevo rostro, fiel a su pasado, al espíritu conciliar y a los signos de los tiempos. ¿Qué rasgos integran el nuevo rostro de la Iglesia? Muchas son las interpretaciones que hoy se proponen y que conviene tener presente para que la nueva Iglesia afronte los aspectos positivos tanto de las ideologías como el de las respuestas exaltadas. Como ejemplos: discernimiento para atraer a los alejados, prudencia para aceptar los valores de la modernidad, del secularismo ético, de la posmodernidad con su nueva sensibilidad ante lo religioso, del neopositivismo con la experiencia emocional, del católico conservador exaltado pero con valores, del progresista también exaltado pero con valores… (59)

Gran medio: la nueva evangelización como tarea de todosPara responder a los desafíos y conflictos que afronta la Iglesia, surge con ilusión y entusiasmo la nueva evangelización, lanzada por Juan Pablo II en la XIX Asamblea del CELAM con esta consigna: nueva en su ardor, en sus métodos y en su expresión. Posteriormente la nueva evangelización ha sido confirmada por Benedicto XVI en Aparecida, la V Conferencia del CELAM (60). Pero ¿a quién corresponde la nueva evangelización? Hoy más que nunca urge a los discípulos de Jesús actualizar su condición misionera. Porque evangelizar, es una tarea de todos los discípulos de Jesús, misioneros en la Iglesia actual y corresponsables en el Pueblo de Dios (61).
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