¿Cómo vivió Juan Pablo II el mensaje de Juan de la Cruz y Francisco Javier?
Así queda el interrogante completo, desde el primero de mayo de 2011: si el Beato Papa Juan Pablo II reunió en su personalidad y vida algunos de los rasgos más típicos de los santos Juan de la Cruz y Francisco Javier. La respuesta es afirmativa porque el beato Juan Pablo II, fue apóstol y testigo de la unión con Dios.
He aquí el homenaje que rindo al nuevo Beato con el resumen de tres artículos publicados anteriormente en este mismo blog de Ser y vivir hoy.
El beato Juan Pablo II, apóstol y testigo de la unión con Dios Juan Pablo II, en su vida fue coherente a la unión con Dios de la que surgió una actividad apostólica extraordinaria. Es conocido el dinamismo apostólico del Papa mediático pero no tanto la inquietud del cristiano que se planteó vivir como contemplativo. Junto a la vida activa de Juan Pablo II está la otra faceta menos conocida, como fueron sus deseos de una vida contemplativa, las expresiones sobre la unión con Dios y otros criterios que integran su misticismo tal y como aparece en su tesis doctoral El acto de fe en san Juan de la Cruz.
En la personalidad del Papa Wojtyla encontramos muy arraigados los valores y las virtudes de una espiritualidad de la acción que tienen como modelo a San Francisco Javier. Juan Pablo II hizo honor a su segundo nombre por las virtudes que caracterizaron al “apóstol de las gentes”: el amor a Cristo, el celo apostólico, la fortaleza, magnanimidad, decisión, constancia, sinceridad, servicio y justicia que hizo cumplir. Y todo esto como expresión de su unión con Dios, rasgo de quien vivió el cielo en la tierra. No es de extrañar que las últimas palabras audibles fueran “dejadme ir a la casa del Padre”
El apóstol
En la personalidad del Papa Wojtyla encontramos muy arraigados los valores y las virtudes de una espiritualidad de la acción que tienen como modelo a San Francisco Javier. El beato Juan Pablo II hizo honor a su segundo nombre por las virtudes que caracterizaron al “apóstol de las gentes”: el amor a Cristo, el celo apostólico, la fortaleza, magnanimidad, decisión, constancia, sinceridad, servicio y justicia que hizo cumplir. Y todo esto como expresión de su unión con Dios, rasgo de quien vivió el cielo en la tierra.
Dinamismo apostólico de quien se planteó vivir como contemplativo
Es difícil describir el misticismo de Karol Wojtyla pero es tarea sencilla resumir las actividades apostólicas de Juan Pablo II. Resumimos la actividad de Juan Pablo II. Son las manifestaciones de una vida activa, también extraordinaria, pues él ha sido:
-el evangelizador que dio varias veces la vuelta al globo para exponer el Reino de Dios y defender los derechos humanos. Ha viajado un total de 1.247.613 kilómetros, unas 3,24 veces la distancia que hay entre la Tierra y la Luna. Fueron 104 los viajes realizados fuera de Italia. Visitó 129 países, 146 viajes dentro de Italia, 301 visitas a parroquias en Roma;
-el comunicador de la Buena Nueva a quien más se ha visto en directo (sin contar los espectadores de la Televisión). La mayor multitud reunida fue en una misa papal en Manila con cuatro millones de personas (1995). Y en Roma recibía una media de un millón de peregrinos al año incluídos los cerca de 500.000 que asistían a las audiencias generales semanales. Llegó a celebrar 1.106 audiencias generales en las que han participado más de 17 millones de personas de todo el mundo. Se le conoce como el más mediático de la historia, el que ha cubierto más horas de programación televisiva. Ha sido el rostro más conocido del mundo de su tiempo;
-el Pontífice que escribió más encíclicas que ningún papa. Publicó más de 100 documentos importantes. Entre ellos 14 encíclicas, 14 exhortaciones apostólicas, 11 constituciones apostólicas, 42 cartas apostólicas y 28 motu propio, además de cientos de mensajes y cartas. Ha leído más de 20.000 discursos que abarcan casi 100.000 páginas de alocuciones;
-como Papa presidió 15 sínodos, seis ordinarios, uno extraordinaro (1985) y ocho especiales dedicados en su gran mayoría a los continentes;
-realizó más canonizaciones que nadie. Ascendió a los altares como beatos a 1.338 siervos de Dios, y canonizó a 482 beatos. Una cantidad superior a la de todos sus predecesores en los últimos cuatro siglos juntos;
-como suprema autoridad de la Iglesia nombró a 231 cardenales, de los que a la hora de su muerte 183 seguían vivos y de los que 117 tenían menos de 80 años. Nombró también a más de 3.300 obispos de los 4.200 existente en el mundo.
¿Algo más en la actividad de Juan Pablo II?
La pregunta surge de modo especial por el nombramiento que la revista Time otorgó al Papa de hombre del Año en 1994. Y es que Karol Wojtyla ha sido también:
-un líder para el mundo entero. Con sus 26 años y cinco meses como Papa fue uno de los pontífices más influyentes de la historia. Él intervino políticamente en la democratización de su país y fue una pieza clave para el derrumbamiento del comunismo. Al principio de su pontificado las relaciones de la Santa sede eran con 85 países. En el 2005, eran 174 naciones, con la Unión Europea y unas relaciones especiales con la Federación Rusa y con la OLP. No en vano se entrevistó con más de 1569 jefes de Estado o de Gobierno. Con razón se afirma que contribuó a configurar la segunda mitad del siglo veinte Y que se convirtió. en la mayor instancia ética de carácter mundial de su época.
-y un escritor que se convirtió, con sus libros, sus discos y su Catecismo, en un auténtico papa best-seller.
Bajo el influjo de San Juan de la Cruz
Gran impresión causaba Juan Pablo II cuando de rodillas estaba en oración personal. Trasparentaba su unión con Dios y hacía realidad el cielo en la tierra. Como consta por la historia no realizó su deseo de vivir como contemplativo. En el cielo lo ha conseguido.
Místico.
De todas maneras se puede afirmar que el Papa Wojtyla fue un místico con una intensa vida contemplativa aprendida desde joven de San Juan de la Cruz. Antes de ser sacerdote leía las obras del Santo carmelita. Y era tal su interés que aprendió el español para comprender mejor el mensaje del místico en el idioma original. Más aún, durante cierto tiempo, allá por 1945, se planteó la posibilidad de ingresar en el monasterio de los carmelitas descalzos en Czerna para llevar una vida contemplativa totalmente retirada del mundo. No ingresó pero continuó su entusiasmo por el místico español. De ahí que eligiera como tema para su tesis doctoral El acto de fe en san Juan de la Cruz.
La oración y la vida contemplativa Cielo en la tierra actualiza el encuentro del hombre con Dios mediante la oración. Precisamente, el beato Juan Pablo II un año antes morir, describe la oración con los elementos de una conversación entre un yo y un tú: “en este caso, dijo el Papa, un Tú con mayúscula. La experiencia de la oración enseña que si inicialmente el yo parece el elemento más importante, uno se da cuenta luego de que en realidad las cosas son de otro modo. Más importante es el Tú, porque nuestra oración parte de la iniciativa de Dios”
Y en una Catequesis sobre el presbiterado anima a la contemplación a pesar del compromiso que encierra. Afirmó “que la vida contemplativa sigue siendo la joya más preciosa de la Esposa de Cristo, la Iglesia” Sin embargo “vale para todos la invitación a escuchar y meditar la palabra de Dios con espíritu contemplativo, a fin de alimentar con ella tanto la inteligencia como el corazón”
Conclusión final. ¿Qué deducción podemos sacar para el tema cielo en la tierra, de la tesis de Wojtyla sobre San Juan de la Cruz? Que la oración es fundamentalmente un acto de fe “interpersonal” al que acompañarán expresiones de amor y esperanza. Y un acto de fe que realiza “un primer paso para la visión unitiva”. Quien experimenta la presencia de Dios en una oración contemplativa intensa está en situación mística y realiza el cielo en la tierra. Juan Pablo II fundamentó la vida contemplativa-mística que el vivió con la modalidad de vida apostólica
Juan Pablo II, maestro y catequista sobre el cielo.
En su magisterio, y en plan catequético, Juan Pablo II presentó el cielo o vida eterna como una relación viva y personal con la Santísima Trinidad. Con referencias al Catecismo de la Iglesia católica por él promulgado, hace constar que se trata de una comunión plena, definitiva de vida y de amor, de completa intimidad con el Padre. Y que los que han creído en Cristo y han permanecido fieles a su voluntad integrarán la comunidad de los ciudadanos del cielo que gozará una perfecta de felicidad
En la Catequesis del 21-VII-1999 concretó los criterios sobre lo que no es el cielo, en qué consista fundamentalmente la vida eterna, cuáles sean sus efectos y el camino que conduce para la plena comunión definitiva con la Trinidad.
Aquí no se trata del “cielo en la tierra” sino del creyente en la bienaventuranza. Ante un concepto meramente filosófico del cielo o una interpretación físico-espacial, el Papa responde con una negación rotunda: “en el marco de la revelación sabemos que el ‘cielo‘ o la ‘bienaventuranza‘ en la que nos encontraremos no es una abstracción, ni tampoco un lugar físico entre las nubes”.
El cielo: una relación personal con Dios unitrino.
Relación, comunión e intimidad son los vocablos utilizados por el Papa a la hora de seleccionar los aspectos fundamentales de la vida eterna con Dios. El texto que comentamos define al cielo de modo escueto y profundo: una relación viva y personal con la Santísima Trinidad. Esta definición marca un antes y un después en la interpretación de la vida eterna. Es el punto de arranque para sucesivas reflexiones escatológicas. Conviene resaltar que en la visión del personalismo, el yo humano bienaventurado mantiene una relación especial con el Tú divino concretado en la Trinidad: el Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¿Cómo es la relación especial entre el bienaventurado y el Dios unitrino? La catequesis pontificia subraya estos rasgos: la relación es viva y personal, con los rasgos de un encuentro en Cristo y para siempre, de amor y de completa intimidad, de comunión plena y definitiva. Será, por lo tanto, una relación perfecta.
Otras relaciones en el cielo
El cielo del personalismo relacional que presenta la catequesis de Juan Pablo II ofrece otras perspectivas que vinculan a los bienaventurados entre sí y con Cristo. A modo de ejemplo, el cielo es una comunidad de fieles incorporados a Cristo, los que participan en la glorificación de Cristo Redentor, los salvados por Cristo y hechos ciudadanos del cielo. Aquellos todos que gozarán plenamente.
Cierto: los fieles podrán gozar en el cielo “de la plenitud de comunión con Dios”. Pero ¿y qué más dará el cielo? He aquí el resumen del Santo Padre: “la situación de felicidad y paz en que nos situará la comunión definitiva con Dios”. Es la que ya tienen, como beato, Juan Pablo II, y como santos Juan de la Cruz y Francisco Javier.
He aquí el homenaje que rindo al nuevo Beato con el resumen de tres artículos publicados anteriormente en este mismo blog de Ser y vivir hoy.
El beato Juan Pablo II, apóstol y testigo de la unión con Dios Juan Pablo II, en su vida fue coherente a la unión con Dios de la que surgió una actividad apostólica extraordinaria. Es conocido el dinamismo apostólico del Papa mediático pero no tanto la inquietud del cristiano que se planteó vivir como contemplativo. Junto a la vida activa de Juan Pablo II está la otra faceta menos conocida, como fueron sus deseos de una vida contemplativa, las expresiones sobre la unión con Dios y otros criterios que integran su misticismo tal y como aparece en su tesis doctoral El acto de fe en san Juan de la Cruz.
En la personalidad del Papa Wojtyla encontramos muy arraigados los valores y las virtudes de una espiritualidad de la acción que tienen como modelo a San Francisco Javier. Juan Pablo II hizo honor a su segundo nombre por las virtudes que caracterizaron al “apóstol de las gentes”: el amor a Cristo, el celo apostólico, la fortaleza, magnanimidad, decisión, constancia, sinceridad, servicio y justicia que hizo cumplir. Y todo esto como expresión de su unión con Dios, rasgo de quien vivió el cielo en la tierra. No es de extrañar que las últimas palabras audibles fueran “dejadme ir a la casa del Padre”
El apóstol
En la personalidad del Papa Wojtyla encontramos muy arraigados los valores y las virtudes de una espiritualidad de la acción que tienen como modelo a San Francisco Javier. El beato Juan Pablo II hizo honor a su segundo nombre por las virtudes que caracterizaron al “apóstol de las gentes”: el amor a Cristo, el celo apostólico, la fortaleza, magnanimidad, decisión, constancia, sinceridad, servicio y justicia que hizo cumplir. Y todo esto como expresión de su unión con Dios, rasgo de quien vivió el cielo en la tierra.
Dinamismo apostólico de quien se planteó vivir como contemplativo
Es difícil describir el misticismo de Karol Wojtyla pero es tarea sencilla resumir las actividades apostólicas de Juan Pablo II. Resumimos la actividad de Juan Pablo II. Son las manifestaciones de una vida activa, también extraordinaria, pues él ha sido:
-el evangelizador que dio varias veces la vuelta al globo para exponer el Reino de Dios y defender los derechos humanos. Ha viajado un total de 1.247.613 kilómetros, unas 3,24 veces la distancia que hay entre la Tierra y la Luna. Fueron 104 los viajes realizados fuera de Italia. Visitó 129 países, 146 viajes dentro de Italia, 301 visitas a parroquias en Roma;
-el comunicador de la Buena Nueva a quien más se ha visto en directo (sin contar los espectadores de la Televisión). La mayor multitud reunida fue en una misa papal en Manila con cuatro millones de personas (1995). Y en Roma recibía una media de un millón de peregrinos al año incluídos los cerca de 500.000 que asistían a las audiencias generales semanales. Llegó a celebrar 1.106 audiencias generales en las que han participado más de 17 millones de personas de todo el mundo. Se le conoce como el más mediático de la historia, el que ha cubierto más horas de programación televisiva. Ha sido el rostro más conocido del mundo de su tiempo;
-el Pontífice que escribió más encíclicas que ningún papa. Publicó más de 100 documentos importantes. Entre ellos 14 encíclicas, 14 exhortaciones apostólicas, 11 constituciones apostólicas, 42 cartas apostólicas y 28 motu propio, además de cientos de mensajes y cartas. Ha leído más de 20.000 discursos que abarcan casi 100.000 páginas de alocuciones;
-como Papa presidió 15 sínodos, seis ordinarios, uno extraordinaro (1985) y ocho especiales dedicados en su gran mayoría a los continentes;
-realizó más canonizaciones que nadie. Ascendió a los altares como beatos a 1.338 siervos de Dios, y canonizó a 482 beatos. Una cantidad superior a la de todos sus predecesores en los últimos cuatro siglos juntos;
-como suprema autoridad de la Iglesia nombró a 231 cardenales, de los que a la hora de su muerte 183 seguían vivos y de los que 117 tenían menos de 80 años. Nombró también a más de 3.300 obispos de los 4.200 existente en el mundo.
¿Algo más en la actividad de Juan Pablo II?
La pregunta surge de modo especial por el nombramiento que la revista Time otorgó al Papa de hombre del Año en 1994. Y es que Karol Wojtyla ha sido también:
-un líder para el mundo entero. Con sus 26 años y cinco meses como Papa fue uno de los pontífices más influyentes de la historia. Él intervino políticamente en la democratización de su país y fue una pieza clave para el derrumbamiento del comunismo. Al principio de su pontificado las relaciones de la Santa sede eran con 85 países. En el 2005, eran 174 naciones, con la Unión Europea y unas relaciones especiales con la Federación Rusa y con la OLP. No en vano se entrevistó con más de 1569 jefes de Estado o de Gobierno. Con razón se afirma que contribuó a configurar la segunda mitad del siglo veinte Y que se convirtió. en la mayor instancia ética de carácter mundial de su época.
-y un escritor que se convirtió, con sus libros, sus discos y su Catecismo, en un auténtico papa best-seller.
Bajo el influjo de San Juan de la Cruz
Gran impresión causaba Juan Pablo II cuando de rodillas estaba en oración personal. Trasparentaba su unión con Dios y hacía realidad el cielo en la tierra. Como consta por la historia no realizó su deseo de vivir como contemplativo. En el cielo lo ha conseguido.
Místico.
De todas maneras se puede afirmar que el Papa Wojtyla fue un místico con una intensa vida contemplativa aprendida desde joven de San Juan de la Cruz. Antes de ser sacerdote leía las obras del Santo carmelita. Y era tal su interés que aprendió el español para comprender mejor el mensaje del místico en el idioma original. Más aún, durante cierto tiempo, allá por 1945, se planteó la posibilidad de ingresar en el monasterio de los carmelitas descalzos en Czerna para llevar una vida contemplativa totalmente retirada del mundo. No ingresó pero continuó su entusiasmo por el místico español. De ahí que eligiera como tema para su tesis doctoral El acto de fe en san Juan de la Cruz.
La oración y la vida contemplativa Cielo en la tierra actualiza el encuentro del hombre con Dios mediante la oración. Precisamente, el beato Juan Pablo II un año antes morir, describe la oración con los elementos de una conversación entre un yo y un tú: “en este caso, dijo el Papa, un Tú con mayúscula. La experiencia de la oración enseña que si inicialmente el yo parece el elemento más importante, uno se da cuenta luego de que en realidad las cosas son de otro modo. Más importante es el Tú, porque nuestra oración parte de la iniciativa de Dios”
Y en una Catequesis sobre el presbiterado anima a la contemplación a pesar del compromiso que encierra. Afirmó “que la vida contemplativa sigue siendo la joya más preciosa de la Esposa de Cristo, la Iglesia” Sin embargo “vale para todos la invitación a escuchar y meditar la palabra de Dios con espíritu contemplativo, a fin de alimentar con ella tanto la inteligencia como el corazón”
Conclusión final. ¿Qué deducción podemos sacar para el tema cielo en la tierra, de la tesis de Wojtyla sobre San Juan de la Cruz? Que la oración es fundamentalmente un acto de fe “interpersonal” al que acompañarán expresiones de amor y esperanza. Y un acto de fe que realiza “un primer paso para la visión unitiva”. Quien experimenta la presencia de Dios en una oración contemplativa intensa está en situación mística y realiza el cielo en la tierra. Juan Pablo II fundamentó la vida contemplativa-mística que el vivió con la modalidad de vida apostólica
Juan Pablo II, maestro y catequista sobre el cielo.
En su magisterio, y en plan catequético, Juan Pablo II presentó el cielo o vida eterna como una relación viva y personal con la Santísima Trinidad. Con referencias al Catecismo de la Iglesia católica por él promulgado, hace constar que se trata de una comunión plena, definitiva de vida y de amor, de completa intimidad con el Padre. Y que los que han creído en Cristo y han permanecido fieles a su voluntad integrarán la comunidad de los ciudadanos del cielo que gozará una perfecta de felicidad
En la Catequesis del 21-VII-1999 concretó los criterios sobre lo que no es el cielo, en qué consista fundamentalmente la vida eterna, cuáles sean sus efectos y el camino que conduce para la plena comunión definitiva con la Trinidad.
Aquí no se trata del “cielo en la tierra” sino del creyente en la bienaventuranza. Ante un concepto meramente filosófico del cielo o una interpretación físico-espacial, el Papa responde con una negación rotunda: “en el marco de la revelación sabemos que el ‘cielo‘ o la ‘bienaventuranza‘ en la que nos encontraremos no es una abstracción, ni tampoco un lugar físico entre las nubes”.
El cielo: una relación personal con Dios unitrino.
Relación, comunión e intimidad son los vocablos utilizados por el Papa a la hora de seleccionar los aspectos fundamentales de la vida eterna con Dios. El texto que comentamos define al cielo de modo escueto y profundo: una relación viva y personal con la Santísima Trinidad. Esta definición marca un antes y un después en la interpretación de la vida eterna. Es el punto de arranque para sucesivas reflexiones escatológicas. Conviene resaltar que en la visión del personalismo, el yo humano bienaventurado mantiene una relación especial con el Tú divino concretado en la Trinidad: el Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¿Cómo es la relación especial entre el bienaventurado y el Dios unitrino? La catequesis pontificia subraya estos rasgos: la relación es viva y personal, con los rasgos de un encuentro en Cristo y para siempre, de amor y de completa intimidad, de comunión plena y definitiva. Será, por lo tanto, una relación perfecta.
Otras relaciones en el cielo
El cielo del personalismo relacional que presenta la catequesis de Juan Pablo II ofrece otras perspectivas que vinculan a los bienaventurados entre sí y con Cristo. A modo de ejemplo, el cielo es una comunidad de fieles incorporados a Cristo, los que participan en la glorificación de Cristo Redentor, los salvados por Cristo y hechos ciudadanos del cielo. Aquellos todos que gozarán plenamente.
Cierto: los fieles podrán gozar en el cielo “de la plenitud de comunión con Dios”. Pero ¿y qué más dará el cielo? He aquí el resumen del Santo Padre: “la situación de felicidad y paz en que nos situará la comunión definitiva con Dios”. Es la que ya tienen, como beato, Juan Pablo II, y como santos Juan de la Cruz y Francisco Javier.