¿Lleva razón el Papa en el tema de los preservativos?

Pues claro que sí. Las palabras de Benedicto XVI: “puede haber casos justificados singulares, por ejemplo, cuando una prostituta utiliza un preservativo, y éste puede ser el primer paso hacia una moralización, un primer acto de responsabilidad para desarrollar de nuevo la conciencia sobre el hecho de que no todo está permitido y de que no se puede hacer todo lo que se quiere. Sin embargo, este no es el verdadero modo para vencer la infección del VIH. Es verdaderamente necesaria una humanización de la sexualidad».
Esta respuesta u otra parecida es la que daba más de un profesor de Teología moral desde los años setenta a la excepción de los anticonceptivos. Por lo menos es mi caso. Sobre el tema tengo preparados varios artículos que deseo publicar para fundamentar la respuesta al interrogante planteado. Ahora adelanto solamente algunos hechos y criterios.
En los años setenta, un servidor era profesor de Teología moral en la Facultad teológica de Lima. Simultáneamente asesoraba un programa para los “Pueblos jóvenes” aprobado por el cardenal Landázuri. Dentro de un plan “complexivo” de ayuda se facilitaban anticonceptivos a las parejas durante un tiempo y en situación muy especial. La norma admitía lógicas excepciones.
En los años ochenta y noventa, a los alumnos de la Universidad Pontificia de México y del Seminario de Almería, al explicar el tema de los anticonceptivos, para justificar las excepciones, les decía:
“si una esposa con escasos recursos, con diez hijos y un marido alcohólico toma la píldora anticonceptiva ¿en nombre de qué moral la podemos condenar?” Hay causa justificada que impide la condena.
“si un matrimonio puede y debe tener más hijos, no lo hace, pero observa
algún método natural, ¿es verdad que no está dentro de la moral cristiana que pide también la paternidad responsable? Sí, porque la normativa pide otras exigencias".
“el criterio para juzgar la moralidad de una respuesta presenta varios factores: el respeto, la expresión de amor, la paternidad responsable, la apertura a la vida, la adhesión al proceso biológico de la intimidad sexual, la comunión con el magisterio de la Iglesia y las exigencias de la situación como esposos y como familia. A la conciencia de los esposos “toca” la respuesta en un tema que viene a ser la aplicación de un precepto natural de segundo orden”
“El tema de los anticonceptivos hay que integrarlo en el TODO de una sexualidad humana y cristiana. Y la sexualidad en el TODO de la madurez cristiana”
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