Saber sufrir: 1º-respuestas y exigencias

El artículo anterior, Sufrir con el que sufre, recoge el arco-iris del dolor humano manifestado en el sufrimiento espiritual, los dolores físicos, las depresiones, obsesiones, el insomnio, los miedos, el cansancio total, la amargura, o… para resumirlo todo en una palabra, la cruz. Como sacerdote, he procurado dar consejos, criterios y recomendaciones para una respuesta humana y cristiana ante la cruz a cuantas personas me manifestaron una situación dolorosa, de cruz. He aquí una selección de tales criterios que responden a estos interrogantes: 1-¿Qué pretendo con mi respuesta ante el dolor? (o bien, ¿qué respuesta o propósito deseo mantener como persona y más como cristiano, ante la cruz?) 2-¿Qué me exige tal decisión? Y para otro artículo: 3-¿Cuáles son las dificultades que encuentro a la hora de ser fiel a los objetivos que me propongo? 4-¿Con qué criterios y motivaciones afronto mi cruz? Y 5-¿de qué ayudas dispongo, personales o externas? En definitiva ¿cómo saber sufrir?

1º ¿Qué pretendo con mi respuesta ante el sufrimiento?

En muchas ocasiones, quien sufre, sufre sin más, incapaz de plantearse la respuesta de lo que pretende con su decisión dolorosa, consciente o inconsciente. Y cuando es intenso el sufrimiento, padecimiento, dolor moral, pena o tristeza, la persona permanece quieta con su frustración porque no recibe lo que esperaba con toda justicia. El “que sufre” es consciente de su dolor o infelicidad, de su agotamiento o cansancio; padece de ansiedad porque no consigue el bien deseado para ser feliz Y no es de extrañar que pase rápidamente de la tristeza a la rabia-ira o al aburrimiento. Es tal su turbación que no es capaz de preguntarse sobre las ventajas e inconvenientes del camino a seguir. Si la herida-sufrimiento que padece es profunda y permanente, sufre un desgaste emocional por la pérdida de unos valores, tareas relaciones que son muy importantes para su persona. Sin embargo toda persona adulta adopta una posición ante el dolor o cruz que puede ser de aceptación o de rechazo. El que sufre tiene que optar y tomar conciencia de lo que pretende ante la cruz. Posibles respuestas las de quien:
1-no quiere vivir aplastado, amargado, sin el mínimo de felicidad;
2-afronta con fortaleza la adversidad de modo que a pesar de todo vivirá feliz;
3-madura superando la adversidad como han hecho otras personas;
4-se abre a los criterios y motivaciones que surgen de la fe;
4-inserta su cruz personal en el proyecto de Dios, en su vocación
5-logra santificarse en la enfermedad, cristificar su vida como hicieron tantos creyentes
6-es fiel a Dios en la adversidad procurando actuar como Cristo lo haría y le pide;
7-une su cruz a la de Cristo y a la de tantos otros que sufren tanto o más que él mismo


2º-¿Qué me exige el objetivo positivo que pretendo?

Sea cual fuera la o las respuestas elegidas, conviene tener presentas las exigencias que dependen del objetivo concreto elegido. Enumeramos algunas de ellas:

1-el aceptar o asumir y no fomentar ni mantener respuestas negativas, de rechazo, crítica, amargura, odio…Porque la cruz aceptada es media cruz, pero la cruz rechazada es doble cruz;
2-valorar con objetividad y paz las dimensiones y las causas de la adversidad o cruz. Porque a veces sufrimos más de lo que podemos por no sufrir como debemos;
3-distinguir bien entre lo inevitable y lo que la persona puede por sí misma suprimir. Porque empeñarse en evitar lo inevitable aumenta un dolor inútil;
4-la humildad al reconocer la parte de culpa en la adversidad o en la cruz que padece. Porque si solamente “el prójimo tiene la culpa”, la soberbia tapará la luz para valorar todas las dimensiones de la cruz y, por lo tanto, de la aceptación;
5-manifestar mi fe-esperanza-amor a Dios en la prueba con la fidelidad, confianza y abandono. Porque la fe motiva, fortalece y puede conseguir “el milagro” de la paz;
6-cumplir el “hágase tu voluntad” manifestada en la cruz. Porque Dios está presente como centro, raíz, eje polarizador y motor de la esperanza;
7-desde la fe, hacer realidad, unidos a Cristo y María, el “Dios, sólo Dios, siempre y en todo Dios”;
8-pensar que otros sufren más y con menos ayudas. Porque la comparación relativiza el dolor personal y nos saca del egoísmo.
9-Poner en práctica las virtudes, tales como la paciencia, humildad, prudencia. Porque la aceptación es más factible con la madurez humana y cristiana.
10-mantener la fortaleza y superar la tentación de “tirar la toalla”. Porque la cruz es una tentación que prueba la fidelidad o la incoherencia.
12-iluminar la propia cruz con la luz de la fe, con los criterios y testimonios de Jesús y su Buena Nueva. Porque en Jesús, el que sufre encontrará al gran referente y a la motivación suprema.
13-confiar en la gracia sabiendo que “todo lo puedo en Aquél que me conforta”. Porque con la ayuda de un Cirineo la cruz pesa menos.
14-concretar la radicalidad: amar a Dios con todo el corazón con todas las fuerzas…Porque el amor se mide por la capacidad de sufrir por la persona amada.
13-Agradecer la posibilidad de sufrir con Cristo compartiendo el dolor ajeno. Porque de esta manera el seguidor coherente consigue la alegría de sufrir por quien ama
15-Vivir la cruz con paz y gozo, como un morir con Cristo esperando resucitar con Él. Porque la esperanza refuerza las motivaciones de la fe y del amor

Las respuestas y exigencias se enfrentan a serios obstáculos pero cuentan con motivaciones y ayudas. Tema para otro artículo.
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