¿Teología o experiencia para explicar la unión con Dios?

¿Teología o experiencia para explicar la unión con Dios?


Los teólogos, para hablar de la unión con Dios acuden a las experiencias y doctrinas de los místicos. Este artículo se apoya en el testimonio de experiencia de santa Teresa de Jesús y en las reflexiones teológicas de san Juan de la Cruz. Teología y experiencia se complementan para explicar la identidad de la unión con Dios

LA UNIÓN CON DIOS EN SAN JUAN Y EN SANTA TERESA

La experiencia mística de la unión con Dios ha recibido innumerables interpretaciones en la historia partiendo de un punto común: la vida y testimonio de Jesucristo. Para muchos, y no les falta razón, la interpretación-guía más segura se encuentra en los escritos de San Juan de la Cruz (en adelante, San Juan). Como teólogo, poeta y místico, describe la meta, la unión máxima con Dios en esta vida, y el camino coherente con sus obstáculos y medios para llegar a la unión definitiva en la vida eterna. Muchos textos del Cántico espiritual y de La llama de amor viva presentan al Tú divino enamorado del hombre; al yo humano en búsqueda de Dios y la unión profunda y amorosa; encuentro de amor de los protagonistas con las exigencias correspondientes.

En san Juan de la Cruz,la unión fundamentada en la presencia de inhabitación
Como experto teólogo, San Juan distingue las varias presencias de Dios en el hombre (C.11ª), pero el Doctor y místico insiste más en la presencia profunda. Dios está presente en lo profundo del hombre como en casa propia. Afirma que en su seno mora secretamente. Se trata de la presencia en el fondo del alma, como aspirar sabroso que enamora (C.4ª-3 y 14): “Es la presencia de inhabitación que conviene a saber: que si alguno le amase, vendría la Santísima Trinidad en él y moraría de asiento en él; lo cual es ilustrándole el entendimiento divinamente en la sabiduría del Hijo, y deleitándole la voluntad en el Espíritu Santo, y absorbiéndola el Padre poderosa y fuertemente en el abrazo abisal de su dulzura” (Ll-1ª-15).
El protagonista es el Dios uno y trino.
Dios, uno y trino es el Amado. El protagonista es el Dios uno y trino. (Ll-2ª-1). Las tres personas de la Santísima Trinidad, Padre e Hijo y Espíritu Santo, son las que realizan en el alma la divina obra de unión. El cauterio es el Espíritu Santo, la mano es el Padre, el toque el Hijo (Ll-2ª-1). El Dios uno y trino es el Otero, suma alteza donde se otean todas las cosas y “a quien yo más quiero” (C.2ª y Ll-2ª-2-3).
El alma pasa “de ser nada” a convertirse en una esposa de Dios
San Juan concibe a Dios como el Todo y al hombre como la nada. Pero esta “nada” será elevada a la dignidad de esposa del Verbo. Claro está que si el alma pone su amor en sí misma, “nada” es (S III, 4). Está bajo la pasiones y “debe salir a la verdadera libertad para gozar de la unión de su Amado” (S. I. 15º).
Este es la doctrina sobre la identidad. Pero el mensaje completo de San Juan aparece al hablar de las manifestaciones, exigencias y camino para llegar a la unión con Dios

IDENTIDAD DE LA UNIÓN CON DIOS
EN SANTA TERESA DE JESÚS

El San Juan de la cruz teólogo insiste más en la doctrina y menos en su vivencia personal. No sucede lo mismo con Santa Teresa de Jesús, pues en sus escritos predomina más el testimonio sobre la doctrina. La Teresa creyente tiene fe en el Dios uno y trino, con su belleza y poder. La Teresa cristiana contempla al Dios-Amor que le ama y que tanto ha hecho por ella. Y Santa Teresa de Jesús, la mística, siente a Dios en lo más íntimo de su alma con una presencia intensa, inolvidable, que produce la suspensión de sus facultades. ¡Es el Dios que por amor está como prisionero en el centro de su ser!

Dios y Teresa
Para comprender mejor cómo era la experiencia de Dios en Teresa de Jesús, veamos el concepto que tenía de Dios y de sí misma
En sus poesías y obras, describe algunos rasgos de Dios, en especial su belleza ¡Oh hermosura que excedéis/ a todas las hermosuras!/ Sin herir dolor hacéis,/ y sin dolor deshacéis, /el amor de las criaturas” (¡Oh hermosura que excedéis!)..Y en las Moradas escribe: “ ”como ya estas moradas se llegan más adonde está el rey, es grande su hermosura y hay cosas tan delicadas que ver y que entender (4M1, 2).
Como persona, Teresa es consciente de su dignidad y de su miseria. La doctora de Ávila contempla la hermosura del alma como un castillo, el paraíso, y la morada de Dios que está situado en el centro más profundo del ser humano. De por sí la persona es como un gusanillo que necesita conocerse y darse cuenta que sin Dios es pura tiniebla, pero con su gracia es como un retrato del mismo Dios. Como muestra, dos textos: -“no es otra cosa el alma del justo sino un paraíso adonde dice El tiene sus deleites” (1M1,1) Se siente maravillosa criatura: “fuiste por amor criada / hermosa, bella, y así / en mis entrañas pintada,/ si te perdieres, mi amada,/ Alma, buscarte has en Mí (Alma, buscarte has en Mí).
Pero la criatura es como un “gusanillo” que puede comunicarse con Dios: “que es posible en este destierro comunicarse un tan gran Dios con unos gusanos tan llenos de mal olor.” (1M1,1). Pero necesita la ayuda de Dios, pues “sin Dios no hay virtud ni nada, sólo tiniebla”. (1M2,1).
La unión y experiencia se apoya en la presencia de Dios.
La mística doctora experimentó la presencia gozosa, clara y cierta de Dios, en el centro de su alma, de modo intenso, inolvidable, con oración sabrosa y con fenómenos místicos. ¿Dónde quiere estar Dios presente? “Adelante veréis como Su Majestad quiere que le goce el alma en su mesmo centro, aun más que aquí muy en la postrera morada”(5M 1,14 y en 7M 4,3; 7M 1,6).Santa Teresa de Jesús, la mística de Ávila, así se expresa ante el Amor prisionero: “algunas veces leyendo, venirme a deshora un sentimiento de la presencia de Dios que en ninguna manera podía dudar que estaba dentro de mí o yo toda engolfada en El” (V 10).
Cierto: la mística Teresa experimenta la presencia de Dios de este modo: “parecióme, por la bondad de Dios, que no dejaba de estar conmigo, a lo que yo podía entender” (V 34 y en 5M1). Y es Dios que está prisionero en su alma: “y causa en mí tal pasión / ver a Dios mi prisionero,/que muero porque no muero (Vivo sin vivir en mí).
Los deseos de ver a Dios preparan la experiencia
En su vida, manifestó ansias de ver a Dios y deseos de morir: “le digo: «¿cuándo, mi Dios, ha de estar ya toda junta mi alma en vuestra alabanza y no hecha pedazos, sin poder valerse a sí?».(V 17). Frecuentes fueron sus deseos de morir para verle. “Veíame morir con deseo de ver a Dios, y no sabía adónde había de buscar esta vida, si no era con la muerte. Dábanme unos ímpetus grandes de este amor, que, aunque no eran tan insufrideros como los que ya otra vez he dicho ni de tanto valor, yo no sabía qué me hacer; porque nada me satisfacía, ni cabía en mí, sino que verdaderamente me parecía se me arrancaba el alma” (V 29,8).
Estas ansias y deseos están reflejados en sus poesías. Así se explica que goce al saborear la presencia de Dios en la tierra. Es el mensaje de la poesía dirigida A San Andrés: “Si el padecer con amor /puede dar tan gran deleite, /¡qué gozo nos dará el verte!”.. “¿Qué será cuando veamos/a la inmensa y suma luz,/pues de ver Andrés la cruz/se pudo tanto alegrar?
Ella deseaba la unión en el cielo.
Son constantes: la sed, la búsqueda y las ansias de ver a Dios en la vida eterna. Santa Teresa no se conforma con una presencia parcial de Dios en esta vida. Ella anhela la unión total y el morir para gozarle cara a cara. Así lo expresó poéticamente: “Vivo sin vivir en mí,/ y tan alta vida espero,/ que muero porque no muero..” (Vivo sin vivir en mí). “Tú, siempre invisible,/ no alivias su anhelo./ ¡Ay! esto la inflama, / hasta prorrumpir: / Ansiosa de verte, / deseo morir. ” (Ayes del destierro. También en Dichoso el corazón enamorado).
La enamorada de Dios experimenta la unión afectuosa con Dios.
La mística Teresa estaba enamorada de Dios que la hirió, fortaleció y le concedió gracias de unión y fenómenos místicos extraordinarios. Así vivió más intensamente la unión con Dios en la tierra. Teresa describe la “estrategia” del Dios enamorado antes del encuentro. Y detalla otras respuestas propias de quien ha puesto en el Amor todo su amor y su esfuerzo en superar los obstáculos con diversos recursos. Es el Dios-Amor quien la une, la fortalece provocando algunos fenómenos místicos. Dios la dispone para que el alma “tenga ánimo de juntarse con tan gran Señor y tomarle por Esposo”(6M 4,1). Y en esta situación, surge el éxtasis y el arrobamiento: suspende Dios el alma en la oración con arrobamiento o éxtasis o rapto, “que todo es uno, a mi parecer . y cómo es menester gran ánimo para recibir grandes mercedes de su Majestad” (6M 4,2)
Dinamismo para la unión
Dos son los protagonistas y varias las virtudes de la mística Teresa. Dios es quien lleva la iniciativa en el encuentro pero también el alma debe responder con generosidad y esperanza para superar los obstáculos mediante la respuesta coherente.
Cómo Teresa enseña la unión con Dios.
Ella, la santa doctora, fue introducida en la morada divina, envuelta en un fuego espiritual, unida a Dios como dos velas y viviendo el matrimonio espiritual. Según Santa Teresa, el encuentro consiste en la fusión del Tú divino con el yo humano que puede representarse de modo muy gráfico:“digamos que sea la unión como si dos velas de cera se juntasen tan en estremo, que toda la luz fuese una..” (o como) . “agua de lluvia en un río “adonde queda hecho todo agua....” (7M 2,6). Es la unión de dos esposos con amor limpio:. “pues cuando Su Majestad es servido de hacerle la merced dicha de este divino matrimonio, primero la mete en su morada..”.(7M 1,3). Y “pasa esta secreta unión en el centro muy interior del alma, que deve ser adonde está el mesmo Dios” (7M 2,3 Ver en V 1 8.2 y 3).
También como en San Juan, el mensaje completo de Santa Teresa aparecerá al hablar de las manifestaciones, exigencias y camino para llegar a la unión c on Dios
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