¿Cómo afrontar la revolución sexual?

Parece casi imposible tratar de la sexualidad sin caer en algún extremismo: o bien la respuesta de total libertad, la de la revolución sexual, o bien la respuesta conservadora que mantiene criterios fisicistas-biologistas contrarios a la antropopología moderna. Pero existe una respuesta intermedia que analiza los factores de la revolución sexual, tiene como raíces el respeto y la salud. Y como tronco las exigencias de la ética. Por ahora, baste con presentar algunos criterios para evitar la cárcel y el hospital. Necesarios pero insuficientes.

Factores de la revolución sexual
Al ambiente social descrito, que refleja la sexomanía frente a la sexofobia, hay que añadir el respaldo ideológico de la ética de situación, del subjetivismo, relativismo, secularismo ético, y, principalmente de la revolución sexual que parece ser la única de las revoluciones que sigue triunfando plenamente en la posmodernidad. ¿Que rasgos caracterizan al cambio tan radical en mentalidad y costumbres relacionadas con el sexo?

1º La libertad sin cortapisas externas Sin trabas ni censuras para lo que se denomina “vida íntima”, “privacidad de la vida sexual”.
Se reivindica el derecho a gozar del sexo como “honesto pasatiempo” sometido solamente a los criterios personales de higiene, salud o respeto interpersonal. Hoy día para la actividad sexual sobra toda autoridad; quien decide es el juicio libre de la propia conciencia.

2º la difusión, fácil y global
Es la comunicación que facilita el ordenador, internet, teléfono móvil, videojuegos, prensa, radio, fiestas juveniles o “botellones”, etc.
La sexualidad en general y la pornografía en particular están a la mano de cualquier persona, mayor o menor de edad.
Algunos opinan que hemos tocado el “techo” de lo sexual por la saturación de estímulos, por la rutina y por la fácil consumición de la droga. Pero no es así. La revolución sigue adelante;

3º el apoyo de algunas leyes
En España tenemos la “Educación afectivo-sexual” que busca el adoctrinamiento de niños y adolescentes mediante una visión muy concreta de la sexualidad de “usar y tirar”. La única obligación es llevar el preservativo y la forma de educar radica en la experimentación sexual indiscriminada que no atiende a evitar las consecuencias no deseadas. Como valores absolutos: la satisfacción y la seguridad en los pasos a recorrer. Se propone asistir a una fiesta imaginaria para elegir pareja sea el sexo que fuere pero seleccionando las opciones... hasta llegar al sexo oral o sexo anal en las que es necesario utilizar un preservativo.

4º la colaboración del capitalismo y del marxismo
Que se unen como aliados frente a la moral tradicional. El marxismo prestó su ideología de la revolución aplicada a la sexualidad: la liberación cultural y económica que destruye la moral sexual burguesa.
Y el capitalismo comercializa el sexo y, para obtener sus metas lucrativas, combate la moral tradicional.

5º El derrumbamiento de la moral tradicional cristiana
Aun para muchos cristianos no convence por estar superados sus criterios. En nombre de la revolución sexual, frente a la antigua represión, muchos polarizan la norma en el subjetivismo relativista, glorifican el placer por el placer de quien esperan la felicidad; dejan la ética sexual al arbitrio de cada persona y obran convencidos de que la revolución sexual les liberará de la opresión clerical, ahora insostenible.

6º Indiferencia religiosa y anticlericalismo Dificultad para la visión de fe y la comunión eclesial. Es fácil aceptar los valores y exigencias que propone la ética. Pero hoy día, por el secularismo y el ambiente anticlerial, resulta especialmente difícil valorar el mensaje de la fe cristiana y aceptar las exigencia que presenta la Iglesia católica para el amor sexual.
Además, un porcentaje muy considerable de católicos critican y discrepan abiertamente de las enseñanzas del magisterio católico en puntos de moral sexual.

Primer criterio: evitar la cárcel Lo que menos se puede pedir al amor sexual es que no atente contra los derechos humanos, que se “legal” y no puerta para la cárcel. Condición que muchos no cumplen. Ahí están las noticias que vemos, leemos o escuchamos sobre el descontrol sexual, las violaciones, los acosos sexuales, la difusión pornográfica en internet, la trata de blancas como nueva esclavitud, la pederastia, la misma prostitución, etc. ..
Ante la posible violación de los derechos humanos, la sociedad no permanece indiferente en el tema sexual. Dada la importancia de las relaciones heterosexuales, los responsables de cada sociedad regulan las expresiones que influyen en el bien común: las leyes sobre el matrimonio, divorcio, delitos sexuales, etc.
El sexo no goza de una privacidad impune, pues junto a la libertad personal está la justicia y el bienestar comunitario. Para la valoración ética hay que tener en cuenta las categorías de tiempo, espacio, cultura, juicios, costumbres, leyes, etc., de la comunidad concreta donde se vive la sexualidad.
Quede bien claro: rige como primer criterio en la sexualidad las exigencias de los derechos humanos tal y como son aplicados por la ley civil y la propia conciencia; hay que evitar la ofensa al prójimo y la cárcel. Es la primera norma necesaria, pero incompleta.

Segundo criterio: no ir al hospital. La salud siempre será el criterio práctico en el amor sexual. Que no se dañe ni la salud física ni la sicológica, la personal y la ajena.
Además de la exigencia legal, está el bienestar de la persona que aconseja o desaconseja determinada actividad sexual.
La norma práctica consiste en no tener problemas sanitarios, en evitar el hospital. Se trata de una norma indispensable pero insuficiente.

Enfermedades y desviaciones
El sexo descontrolado puede ocasionar las ETS (enfermedades de transmisión sexual) que constituyen un problema alarmante. Son las denominadas enfermedades “vergonzosas” como la sífilis, la gonorrea, el chancro blando. Pero adviértase que en muchas ocasiones el contagio fue ocasional y no culpable.
Es lo que también puede suceder con el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), la “peste” del siglo XX. Esta enfermedad infecciosa tiene como causa principal de contagio la promiscuidad sexual, los comportamientos sexuales peligrosos. La pareja sana que no mantuvo relaciones con otra persona puede realizar el amor sexual sin miedo, pero no así la pareja que ha mantenido una relación con varias personas.

La salud como criterio. Quien usa esta norma o camino avanza algo más sobre el criterio legal. Porque ahora la conducta sexual tiene en cuenta el consejo médico. Su norma práctica consiste en evitar cuanto dañe a la salud física o psíquica. Se trata de un ideal de cortos horizontes, pero válido como es el no tener problemas de salud ni contraer ninguna enfermedad por motivos sexuales.

¿Algo más? Sobre la ley y la salud están las exigencias de la ética universal a tener en cuenta a la hora de calificar el amor sexual. Tema para otro artículo.
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