¿Los ocho desafíos más importantes para el tercer milenio?
Al comenzar este blog de Ser y Vivir hoy, (en octubre cumplirá cuatro años), me propuse exponer algunos interrogantes y respuestas sobre la persona, el creyente, el cristiano y el católico en el mundo actual. Así lo intenté a lo largo de los 260 artículos. Si acepté la responsabilidad del blog fue por el deseo de aprovechar la ocasión que me brindaba Religión digital para ofrecer mis reflexiones sobre lo fundamental cristiano.
Finalizo la tercera parte con este artículo que presenta las conclusiones en ocho temas elegidos, convertidos en otros tantos desafíos para el tercer milenio:
1º un mundo en paz, humanizado, que sea hogar-familia para sus moradores;
2º toda persona respetada y realizada;
3º Dios aceptado y no rechazado ni manipulado;
4º Cristo con el Reino de Dios, imprescindible para humanizar el mundo;
5º los cristianos como ilusionados y coherentes seguidores de Jesús;
6º la urgencia de atraer a los alejados de la Iglesia, bautizados paganizados;
7º los católicos, corresponsables en una Iglesia creíble;
8º las razones para creer, esperar y amar la vida eterna o cielo
1º Un mundo en paz, humanizado, hogar-familia para sus moradores
Un mundo humanizado por la verdad, la vida digna, la justicia social, la libertad política y la paz fraterna es la mística que debiera motivar la conducta de toda persona. Y lograr que este mundo “mejor” se convierta en el marco histórico-cultural para el reinado de Dios es el gran desafío para toda persona y, especialmente, para el cristiano. ¿Qué rasgos caracterizan el rostro humanizado del mundo?
-la verdad expresada en las relaciones sinceras, la comunicación transparente, el respeto a la fama y la exclusión de la mentira;
-una vida digna para todos, especialmente para los más desfavorecidos, fruto de la valoración integral de la persona y de la aceptación del plan de Dios. Estos criterios constituyen el fundamento para rechazar el homicidio, el aborto, la eutanasia y la tortura;
-la justicia social aplicada con fidelidad a los derechos humanos y subordinada al bien común. Debe regir la equidad en las relaciones interpersonales, las estructuras socioeconómicas, el uso de los bienes, el trabajo y la propiedad. Para evitar la injusticia y superar los conflictos se impone, sobre todo, el respeto mutuo y la solidaridad corresponsable según posibilidades de los miembros de cada comunidad;
-la libertad política ejercida con igualdad de oportunidad para todos. Que sea efectivo el dinamismo socio-político para conseguir la liberación de toda opresión;
-la paz, fruto de la justicia y expresión de la caridad. Que esté fuera del alcance de los orgullos nacionales y nacionalistas, de la agresividad y del desorden personal que conducen a la división, la violencia y la guerra;
-la fraternidad que aspire al amor entre todos y excluya toda clase de egoísmos.
2º Toda persona respetada y realizada
La realización personal se centra en el desarrollo de las facultades, en la consecución de las metas propuestas y en el amor interpersonal. La autenticidad de esta realización depende externamente del disfrute de los derechos humanos que garanticen una vida digna. E internamente, la realización está supeditada a las virtudes necesarias para superar los obstáculos, y a los recursos pedagógicos y terapéuticos.
Habrá que fomentar el profundo amor que el hombre siente por todo cuanto considera suyo, le impulsa al despliegue de sus facultades, al desarrollo de los valores elegidos, a la consecución de las metas propuestas y a la vida en comunión con las personas queridas.
3º Dios aceptado y no rechazado ni manipulado
La opción ante Dios admite el «no» del rechazo, la indiferencia, ignorancia, incongruencia, frivolidad, rebeldía, manipulación fanática..., y el «sí» del respeto, la religiosidad, obediencia, confianza y la comunión hasta llegar a la amistad interpersonal. El católico, además de la respuesta religiosa y la teologal, goza de las riquezas, obligaciones y exigencias de su opción sacramental-eclesial por Dios.
La opción por Dios, común a todo creyente, es la religiosa. Su vivencia está desarrollada por la religiosidad y, más en concreto, por las exigencias de los tres primeros mandamientos del decálogo. El «no» dado a Dios está expresado en el rechazo de los ateos, en la indiferencia agnóstica, en el relativismo de los secularistas y en las injusticias contra el prójimo. Negativa, pero no rechazo, existe en muchas incoherencias y en muchas deformaciones de la opción religiosa especialmente en el fundamentalismo que justifica el terrorismo.
4º Cristo y el Reino de Dios, presentes para humanizar el mundo
Personalmente me parece muy difícil imaginar una historia del mundo, una cultura universal y unas relaciones interpersonales sin el influjo de la religión cristiana que descansa en el máximo valor de la historia, Jesucristo admirado por su personalidad genial, la doctrina revolucionaria del reino Dios, el testimonio coherente de hombre libre que dio su vida por el amor a Dios y a los hombres. El proyecto de Cristo consistía y consiste en la salvación integral del hombre, en la liberación de su dignidad sobre algunas normativas. Todo, dentro de un mundo más humano. Que Dios “reine” en cada persona y en las instituciones humanas con manifestaciones de verdad-sinceridad, justicia-respeto, paz-tolerancia, libertad sin esclavitudes, y de amor universal incluido el enemigo y los pobres con preferencia. Y para todos, al final de los tiempos, la plena felicidad posterior a la muerte amando a Dios, meta definitiva.
5º Los cristianos, coherentes seguidores de Jesús
La identidad de todo cristiano radica en vivir la fe en Cristo como opción fundamental vivificada por el dinamismo de la gracia y orientada hacia la madurez cristiana y el compromiso por el reinado de Dios. La esperanza y la caridad, juntamente con la fe, integran la identidad moral del cristiano, responden a los interrogantes más decisivos del hombre y fundamentan el matiz específico de la opción del seguidor de Cristo que piensa, siente y procura vivir como su Maestro.
Desde la óptica teologal, (de fe, esperanza y caridad), queda iluminados de modo peculiar los valores y facultades humanas, orientadas las relaciones interpersonales con matiz específico y se explican las nuevas exigencias que la opción del cristiano añade a la conducta humana.
La fe consecuente entraña una profunda comunión con «la causa» del Evangelio: reinado de Dios y madurez en Cristo.
Y atención al dinamismo del cristiano llamado a ser el fruto de una «mística», de una opción fundamental ratificada e interiorizada. Esta mística y esta opción arrancan de la dignidad bautismal, tienen su tronco en la comunión con Cristo y se manifiestan en el compromiso por el reinado de Dios.
6º La urgencia de atraer a los alejados, a los bautizados paganizados
Cristianos en la infancia, paganos en la edad adulta y algunos, católicos practicantes en la última etapa de la vida. Es el triste panorama del cristianismo europeo. Al comienzo del XXI presenciamos el fenómeno gravísimo de la indiferencia religiosa con la fe perdida o dormida, con la sordera para lo religioso pues Dios no interesa, el hombre occidental vive como si el Tú divino no existiera. Es verdad que también existe el creyente sincero como también el de la religión "light", el cristiano no practicante al que se le puede definir como la persona que tiene fe y se comunica individualmente con Dios pero sin prácticas religiosas institucionales. El problema de fondo: el sentimiento religioso está enfermo, como dormido y aletargado, en quienes aseguran “yo ni robo ni mato”, pero les falta el sentimiento de culpa por las ofensas cometidas contra Dios. Y así sucede que en el mundo actual, muchos, con su miopía religiosa, se conforman con un mínimo de conducta humana. A lo sumo, tienen un sentimiento ético de culpa pero no religioso. El gran desafío, especialmente para la tarea evangelizadora de la Iglesia, es la de saber llegar a los alejados y atraerlos a la fe primera.
7º Los católicos, corresponsables en una Iglesia creíble
Desde una perspectiva histórico-sociológica, la Iglesia-institución aparece hoy día un tanto controvertida porque son pocos los católicos coherentes y muchos los que se apartan del culto católico o la critican sin compromiso o viven con una fe débil, “light”. Y es controvertida también la Iglesia por los conflictos y desafíos entre conservadores y progresistas, entre el autoritarismo y la rebeldía, entre el testimonio de santidad y los pecados (como por ejemplo, la injusticia social-clerical, la pederastia y la blasfemia). Sí, desde diversas perspectivas necesitamos un testimonio nuevo según el Evangelio aplicado a los signos de los tiempos para una Iglesia nueva.
Ante esta situación, el católico vivirá “su ser y su vivir” en comunión eclesial en la medida en que sea consciente de la situación de la Iglesia, posea el orgullo de su condición cristiana, esté preocupado por la problemática eclesial sea coherente con el Evangelio y colabore en los desafíos y tareas de toda la comunidad eclesial. Porque ante tales alternativas y desafíos, la Iglesia debe dar una respuesta con la “nueva evangelización”, tarea de todos los miembros de la Iglesia que responden de manera corresponsable. Así lo recordó Benedicto XVI en Aparecida, la V Conferencia del CELAM: todos “llamados a ser discípulos y misioneros de Jesucristo” (Discurso Inaugural, 3). Es el gran desafío del próximo Sínodo de los Obispos que se celebrará en el Vaticano del 7 al 28 de octubre de 2012, sobre el tema: "La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana".
8º La esperanza vivida como plenitud humana y cristiana
El cielo o vida eterna es parte del Credo, pero un misterio rechazado por muchos, fuera y dentro del cristianismo. No solamente por los que niegan cualquier vida después de la muerte y por los creyentes ocasionales que adoptan una respuesta escéptica ante el más allá, sino por muchos cristianos que están firmes en la fe, en la caridad y en la confianza en Dios. Son los creyentes y practicantes pero faltos de esperanza, incoherentes a la hora de sentirse peregrinos hacia el encuentro con Dios.
Urge unir a la fe y a la caridad, la esperanza que asegura al cristiano una vida inmortal con victoria sobre la muerte. Se trata de una vida eterna porque el tiempo histórico será superado; vida plena con la resurrección futura y vida escatológica en el cielo que seguirá a la vida en la fase temporal, en la tierra. Por la virtud de la esperanza el bautizado, junto a toda la comunidad cristiana, camina hacia el encuentro definitivo con Dios y la venida de Cristo, apoyados en su gracia y misericordia y para consumar el plan de salvación.
Y CON ESTE ARTÍCULO FINALIZO la exposición doctrinal y sistemática sobre el Ser y vivir hoy del cristiano. Claro está, que todavía existen otras posibilidades literarias para escribir sobre el tema. En el próximo artículo responderé.
Finalizo la tercera parte con este artículo que presenta las conclusiones en ocho temas elegidos, convertidos en otros tantos desafíos para el tercer milenio:
1º un mundo en paz, humanizado, que sea hogar-familia para sus moradores;
2º toda persona respetada y realizada;
3º Dios aceptado y no rechazado ni manipulado;
4º Cristo con el Reino de Dios, imprescindible para humanizar el mundo;
5º los cristianos como ilusionados y coherentes seguidores de Jesús;
6º la urgencia de atraer a los alejados de la Iglesia, bautizados paganizados;
7º los católicos, corresponsables en una Iglesia creíble;
8º las razones para creer, esperar y amar la vida eterna o cielo
1º Un mundo en paz, humanizado, hogar-familia para sus moradores
Un mundo humanizado por la verdad, la vida digna, la justicia social, la libertad política y la paz fraterna es la mística que debiera motivar la conducta de toda persona. Y lograr que este mundo “mejor” se convierta en el marco histórico-cultural para el reinado de Dios es el gran desafío para toda persona y, especialmente, para el cristiano. ¿Qué rasgos caracterizan el rostro humanizado del mundo?
-la verdad expresada en las relaciones sinceras, la comunicación transparente, el respeto a la fama y la exclusión de la mentira;
-una vida digna para todos, especialmente para los más desfavorecidos, fruto de la valoración integral de la persona y de la aceptación del plan de Dios. Estos criterios constituyen el fundamento para rechazar el homicidio, el aborto, la eutanasia y la tortura;
-la justicia social aplicada con fidelidad a los derechos humanos y subordinada al bien común. Debe regir la equidad en las relaciones interpersonales, las estructuras socioeconómicas, el uso de los bienes, el trabajo y la propiedad. Para evitar la injusticia y superar los conflictos se impone, sobre todo, el respeto mutuo y la solidaridad corresponsable según posibilidades de los miembros de cada comunidad;
-la libertad política ejercida con igualdad de oportunidad para todos. Que sea efectivo el dinamismo socio-político para conseguir la liberación de toda opresión;
-la paz, fruto de la justicia y expresión de la caridad. Que esté fuera del alcance de los orgullos nacionales y nacionalistas, de la agresividad y del desorden personal que conducen a la división, la violencia y la guerra;
-la fraternidad que aspire al amor entre todos y excluya toda clase de egoísmos.
2º Toda persona respetada y realizada
La realización personal se centra en el desarrollo de las facultades, en la consecución de las metas propuestas y en el amor interpersonal. La autenticidad de esta realización depende externamente del disfrute de los derechos humanos que garanticen una vida digna. E internamente, la realización está supeditada a las virtudes necesarias para superar los obstáculos, y a los recursos pedagógicos y terapéuticos.
Habrá que fomentar el profundo amor que el hombre siente por todo cuanto considera suyo, le impulsa al despliegue de sus facultades, al desarrollo de los valores elegidos, a la consecución de las metas propuestas y a la vida en comunión con las personas queridas.
3º Dios aceptado y no rechazado ni manipulado
La opción ante Dios admite el «no» del rechazo, la indiferencia, ignorancia, incongruencia, frivolidad, rebeldía, manipulación fanática..., y el «sí» del respeto, la religiosidad, obediencia, confianza y la comunión hasta llegar a la amistad interpersonal. El católico, además de la respuesta religiosa y la teologal, goza de las riquezas, obligaciones y exigencias de su opción sacramental-eclesial por Dios.
La opción por Dios, común a todo creyente, es la religiosa. Su vivencia está desarrollada por la religiosidad y, más en concreto, por las exigencias de los tres primeros mandamientos del decálogo. El «no» dado a Dios está expresado en el rechazo de los ateos, en la indiferencia agnóstica, en el relativismo de los secularistas y en las injusticias contra el prójimo. Negativa, pero no rechazo, existe en muchas incoherencias y en muchas deformaciones de la opción religiosa especialmente en el fundamentalismo que justifica el terrorismo.
4º Cristo y el Reino de Dios, presentes para humanizar el mundo
Personalmente me parece muy difícil imaginar una historia del mundo, una cultura universal y unas relaciones interpersonales sin el influjo de la religión cristiana que descansa en el máximo valor de la historia, Jesucristo admirado por su personalidad genial, la doctrina revolucionaria del reino Dios, el testimonio coherente de hombre libre que dio su vida por el amor a Dios y a los hombres. El proyecto de Cristo consistía y consiste en la salvación integral del hombre, en la liberación de su dignidad sobre algunas normativas. Todo, dentro de un mundo más humano. Que Dios “reine” en cada persona y en las instituciones humanas con manifestaciones de verdad-sinceridad, justicia-respeto, paz-tolerancia, libertad sin esclavitudes, y de amor universal incluido el enemigo y los pobres con preferencia. Y para todos, al final de los tiempos, la plena felicidad posterior a la muerte amando a Dios, meta definitiva.
5º Los cristianos, coherentes seguidores de Jesús
La identidad de todo cristiano radica en vivir la fe en Cristo como opción fundamental vivificada por el dinamismo de la gracia y orientada hacia la madurez cristiana y el compromiso por el reinado de Dios. La esperanza y la caridad, juntamente con la fe, integran la identidad moral del cristiano, responden a los interrogantes más decisivos del hombre y fundamentan el matiz específico de la opción del seguidor de Cristo que piensa, siente y procura vivir como su Maestro.
Desde la óptica teologal, (de fe, esperanza y caridad), queda iluminados de modo peculiar los valores y facultades humanas, orientadas las relaciones interpersonales con matiz específico y se explican las nuevas exigencias que la opción del cristiano añade a la conducta humana.
La fe consecuente entraña una profunda comunión con «la causa» del Evangelio: reinado de Dios y madurez en Cristo.
Y atención al dinamismo del cristiano llamado a ser el fruto de una «mística», de una opción fundamental ratificada e interiorizada. Esta mística y esta opción arrancan de la dignidad bautismal, tienen su tronco en la comunión con Cristo y se manifiestan en el compromiso por el reinado de Dios.
6º La urgencia de atraer a los alejados, a los bautizados paganizados
Cristianos en la infancia, paganos en la edad adulta y algunos, católicos practicantes en la última etapa de la vida. Es el triste panorama del cristianismo europeo. Al comienzo del XXI presenciamos el fenómeno gravísimo de la indiferencia religiosa con la fe perdida o dormida, con la sordera para lo religioso pues Dios no interesa, el hombre occidental vive como si el Tú divino no existiera. Es verdad que también existe el creyente sincero como también el de la religión "light", el cristiano no practicante al que se le puede definir como la persona que tiene fe y se comunica individualmente con Dios pero sin prácticas religiosas institucionales. El problema de fondo: el sentimiento religioso está enfermo, como dormido y aletargado, en quienes aseguran “yo ni robo ni mato”, pero les falta el sentimiento de culpa por las ofensas cometidas contra Dios. Y así sucede que en el mundo actual, muchos, con su miopía religiosa, se conforman con un mínimo de conducta humana. A lo sumo, tienen un sentimiento ético de culpa pero no religioso. El gran desafío, especialmente para la tarea evangelizadora de la Iglesia, es la de saber llegar a los alejados y atraerlos a la fe primera.
7º Los católicos, corresponsables en una Iglesia creíble
Desde una perspectiva histórico-sociológica, la Iglesia-institución aparece hoy día un tanto controvertida porque son pocos los católicos coherentes y muchos los que se apartan del culto católico o la critican sin compromiso o viven con una fe débil, “light”. Y es controvertida también la Iglesia por los conflictos y desafíos entre conservadores y progresistas, entre el autoritarismo y la rebeldía, entre el testimonio de santidad y los pecados (como por ejemplo, la injusticia social-clerical, la pederastia y la blasfemia). Sí, desde diversas perspectivas necesitamos un testimonio nuevo según el Evangelio aplicado a los signos de los tiempos para una Iglesia nueva.
Ante esta situación, el católico vivirá “su ser y su vivir” en comunión eclesial en la medida en que sea consciente de la situación de la Iglesia, posea el orgullo de su condición cristiana, esté preocupado por la problemática eclesial sea coherente con el Evangelio y colabore en los desafíos y tareas de toda la comunidad eclesial. Porque ante tales alternativas y desafíos, la Iglesia debe dar una respuesta con la “nueva evangelización”, tarea de todos los miembros de la Iglesia que responden de manera corresponsable. Así lo recordó Benedicto XVI en Aparecida, la V Conferencia del CELAM: todos “llamados a ser discípulos y misioneros de Jesucristo” (Discurso Inaugural, 3). Es el gran desafío del próximo Sínodo de los Obispos que se celebrará en el Vaticano del 7 al 28 de octubre de 2012, sobre el tema: "La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana".
8º La esperanza vivida como plenitud humana y cristiana
El cielo o vida eterna es parte del Credo, pero un misterio rechazado por muchos, fuera y dentro del cristianismo. No solamente por los que niegan cualquier vida después de la muerte y por los creyentes ocasionales que adoptan una respuesta escéptica ante el más allá, sino por muchos cristianos que están firmes en la fe, en la caridad y en la confianza en Dios. Son los creyentes y practicantes pero faltos de esperanza, incoherentes a la hora de sentirse peregrinos hacia el encuentro con Dios.
Urge unir a la fe y a la caridad, la esperanza que asegura al cristiano una vida inmortal con victoria sobre la muerte. Se trata de una vida eterna porque el tiempo histórico será superado; vida plena con la resurrección futura y vida escatológica en el cielo que seguirá a la vida en la fase temporal, en la tierra. Por la virtud de la esperanza el bautizado, junto a toda la comunidad cristiana, camina hacia el encuentro definitivo con Dios y la venida de Cristo, apoyados en su gracia y misericordia y para consumar el plan de salvación.
Y CON ESTE ARTÍCULO FINALIZO la exposición doctrinal y sistemática sobre el Ser y vivir hoy del cristiano. Claro está, que todavía existen otras posibilidades literarias para escribir sobre el tema. En el próximo artículo responderé.