¿Es difícil encontrar el “núcleo” del amor y del amar?

Ante tantas definiciones y vivencias del amor y del amar, se hace difícil encontrar lo esencial del valor más universal, del motor decisivo del hombre y de la experiencia más deseada en la vida social. Con mucha modestia, expondré mi interpretación desde la doble perspectiva humana, la psicológica y la ética.

Para situarnos: una definición complexiva genérica
Comienzo con el criterio que más me convence: el amor-amar es la vinculación amorosa o puente afectivo que une al Yo con el Tú concretado en otra persona, grupo humano, ideología, tareas, animales o cosas. Sí, ama el padre-madre que vive para sus hijos; los enamorados (novios o esposos) que magnifican cuanto se refiere a la persona amada; el ciudadano dispuesto a defender a su patria con su vida, el ideólogo entusiasmado por sus criterios sociales; el artista consagrado a la realización de sus obras; la persona, solitaria o no, que goza con su animal de compañía; el ama de casa que cuida de todo cuanto compone su hogar....

Pero en nuestro mundo sigue la confusión sobre el amor-amar
Un concepto objetivo sobre el amor-amar debería tener presente el influjo que en la historia ha ejercido esta experiencia en la persona ansiosa de amar y de ser amada, y en las relaciones interpersonales que giraron en torno al amor y al odio. Un tema que ocuparía (o quizás haya ocupado) toda una colección de obras.
Y no llegaríamos a un acuerdo porque nuestro mundo, según describimos en los primeros artículos del blog, aparece como una “feria de valores” que disloca la importancia del amor por el subjetivismo, artífice de un auténtico maremoto ético en la aldea global. Sí, es difícil encontrar armonía-equilibrio en la comunidad humana, auténtica, “torre de Babel”, que corre veloz como un tren “alocado”. La persona posmoderna, protagonista del amor-amar, vive bajo los efectos de una crisis cultural profunda. Sin embargo, la misma historia confirma que el amor-amar es lo que más motiva al hombre para vivir, pues no merece la pena una existencia sin un amor convertido en un ideal y en una esperanza.

Desde la psicología A pesar de su importancia, el amor-amar es parte de un todo. Para una definición psicológica completa habrá que tener en cuenta los rasgos que definen al hombre de nuestros días. Esto supuesto, ahora interesa presentar el amor como sentimiento y relación, porque son muchos los aspectos que encierra el amor pero en todos ellos encontramos la dimensión afectiva y relacional. Así lo comprobamos en algunas de las nociones que suelen darse. El amor es:

-la unión del yo con un tú, del amante con el amado. Lo esencial del amor consiste en el impulso del sujeto a unirse con el objeto. Es un acto acompañado de placer. Los que se aman desean y buscan estar juntos. El amor es la capacidad humana de vibrar por el otro, por sus intereses y alegrías. Quien de veras ama, exclama; ¡me alegra que existas! ¡soy feliz cuando te veo feliz y estoy triste porque tú estás triste!;

-la identificación con el otro. La capacidad de amar hace que el yo vea lo del otro como suyo propio, más aún, que prolongue su yo en el tú y entable relaciones de comunión;

-el deseo que viva para siempre lo que amamos. Más aún, la convicción de que la existencia personal se ve justificada por la existencia de la persona amada;

-el gozo intenso con su presencia y trato que llega hasta el éxtasis como salida o éxodo de sí. Diversos sentimientos placenteros acompañan la comunicación hasta llegar al deleite, la fruición y cierto embriagamiento;

-el celo por defender los intereses del tú amado. Quien ama no soporta nada que pueda bloquear la felicidad o el bienestar de la persona amada;

-el influjo que el tú de la persona amada ejerce, a manera de motivación, para el dinamismo personal del yo que ama. En ocasiones, el tú se convierte en auténtico objeto de la opción fundamental del yo;

-el impulso a buscar el bien de lo que amamos y a desear su posesión. El sentimiento que inclina el ánimo hacia lo que le place. Pasión que atrae un sexo al otro, una persona a otra.

Perspectiva ética del amar
Entre los valores, humanos o divinos, el amar ocupa el primer puesto.Y no solamente por su identidad psicológica. Sino con más razón, por la connotación ética de su realización a la hora de dar o de recibir. Y es que el hombre está lanzado hacia el prójimo como don de sí mismo. A nivel individual, la persona actualiza sus facultades cuando recibe y da. La realización personal depende de la donación de sí a otros. Y necesita del afecto y ayuda del prójimo. Dar y recibir son dos aspectos esenciales del vivir humano, dos rasgos esenciales del amar y del amor.

¿Qué otros rasgos caracteriza al amor-amar?
Destacamos los siguientes:
-la apertura y sintonía de una persona hacia otra. Frente al egoísta que se encierra en los intereses propios, está el impulso de quien sale de sí y sintoniza con el prójimo. Y como reacción lógica: busca de modo desinteresado la felicidad de la persona amada aún con sacrificio propio.

-la entrega desinteresada, aún con sacrificio, para conseguir la felicidad de la persona amada. Todo lo contrario es la actitud egoísta que pone su yo en el centro de la felicidad, siempre desea que le sirvan y es incapaz de sacrificarse por el otro;

-el respeto a los derechos de la persona amada con sus aspiraciones y necesidades;

-don, dar sin límites. El amor en su dimensión de praxis se mide por la capacidad de dar, de preocuparse, servir y entregarse a otra persona o colectividad; por la fidelidad en todo momento: en las circunstancias fáciles y en las difíciles. La donación total conlleva obediencia a los deseos del amado en todo momento, en las circunstancias fáciles y en las difíciles. Más aún, el que ama en profundidad llega a la entrega desinteresada, al sacrificio, para conseguir la felicidad de la persona amada. El amor auténtico se realiza totalmente, con una donación sin límites.


-búsqueda desinteresada de la felicidad de la persona amada. Todo lo contrario de la actitud egoísta que pone su yo en el centro de la felicidad;

-la entrega desinteresada, aún con sacrificio, para conseguir la felicidad de la persona amada. Por el contrario el egoísta siempre desea que le sirvan y es incapaz de sacrificarse por el otro. El amor en su dimensión de praxis se mide por la capacidad de preocuparse, servir y entregarse a otra persona o colectividad;

-la fidelidad en todo momento: en las circunstancias fáciles y en las difíciles. El amor inconstante es como una mariposa que va de flor en flor.
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