¡Todos! Y no el egoísmo individual o el partidista

Me duele comprobar cómo el egoísmo, motor de la corrupción, influye en muchos políticos cuando anteponen su bien personal o el de su partido al bien de todos, (bien común, interés general). Esta corrupción de la identidad de quien se comprometió a trabajar por su comunidad (por todos), admite varias iluminaciones y exige respuestas contundentes: humanas para toda persona, y cristianas para todo bautizado

Sentir el egoísmo como motor de la corrupción.
Encontramos la presencia del egoísmo en:
1-toda corrupción fruto del interés personal o partidista de tantos políticos que debieran trabajar por el bien de todos los ciudadanos pero en la práctica caen en el interés personal o del propio partido político;
2-el robo que cometen algunos políticos porque el dinero “de todos” va a su bolsillo o a la caja A o B de su partido político;
3-el fraude cometido, pues el dinero robado serviría para crear puestos de trabajo o para ayudar a las familias necesitadas que no pueden llegar a fin de mes;
4-la tergiversación de la identidad del político que está dirigida al bien común y no al particular;
5-la situación injusta, diríase que inhumana, cuando la “parte” se come al “todo” que critica: “es con el dinero de mis impuestos”;
6-la injusticia estructurada cuando los culpables no devuelven el dinero ni reciben las sanciones legales. Y el “todo” se lamenta: la Justicia no es igual para unos que para otros;

Las “patas” del pulpo
El egoísmo de toda persona, sea político o no, se manifiesta en quien:
-afirma: “mis intereses y deseos antes que los nadie”;
-de hecho antepone el propio interés a los legítimos derechos del prójimo;
-anula la legítima realización personal. Busca solamente su bienestar a costa del dolor ajeno;
-se obsesiona por sus derechos y pierde el sentido de su identidad pública y la necesidad de sus obligaciones con la comunidad;
-atrofia el sentido de la alteridad, pierde el sentido de la comunidad y la urgencia de colaborar con el bien común. Llega hasta ignorar el mínimo de la comunión y de la entrega;
-pisotea de modo inhumano toda verdad y de toda justicia para conseguir sus objetivos. Hasta se convence de que actúa sincera y justamente. Vive tranquilo-a diciendo: “mi conciencia no me remuerde”;
-rehúsa el compromiso de la autodonación; cosifica al tú como algo que llena su vida, que da felicidad pero que no es amado por sí mismo;
-refleja el “yo te necesito” y no el “yo te sirvo”. En definitiva, quienes conviven son “un algo” que llena su vida, simples medios para su felicidad Y actúa maquiavélicamente al instrumentalizar a la comunidad política;
-camina hacia la cima de la egolatría: se ama con exceso, convierte su yo (personal o del partido) en el centro de su vida. Y al egoísmo se une la soberbia que sobrevalora sus posibilidades y desprecia al prójimo.;

¿Cómo iluminar el rechazo al egoísmo? Desde la humanización del mundo y desde la fe

1º Desde la necesidad de colaborar en un mundo humanizado que sea hogar-familia para todos sus moradores
Un mundo humanizado por la verdad, la vida digna, la justicia social, la libertad política y la paz fraterna es la mística que debiera motivar la conducta de toda persona y mucho más en quien asumió el compromiso, -quizás con juramento-, de cumplir y hacer cumplir las leyes. Y el mundo será más humano en cuanto que:
a) la verdad expresada en las relaciones sean sinceras, la comunicación transparente, el respeto íntegro a la fama y la exclusión de la mentira;
b) la vida digna para todos sea posible, especialmente para los más desfavorecidos, fruto de la valoración integral de la persona y de la aceptación del plan de Dios. Estos criterios constituyen el fundamento para rechazar el homicidio, el aborto, la eutanasia y la tortura;
c) la justicia social aplicada con fidelidad a los derechos humanos y subordinada al bien común. Debe regir la equidad en las relaciones interpersonales, las estructuras socioeconómicas, el uso de los bienes, el trabajo y la propiedad. Para evitar la injusticia y superar los conflictos se impone, además, el respeto mutuo y la solidaridad corresponsable según posibilidades;
d) la libertad política ejercida con igualdad de oportunidad para todos. Que sea efectivo el dinamismo socio-político para conseguir la liberación de toda opresión;
e) la paz, fruto de la justicia y expresión de la caridad, esté fuera del alcance de los orgullos nacionales y nacionalistas, de la agresividad y del desorden personal que conducen a la división, la violencia y la guerra;
f) la fraternidad que aspire al amor entre todos y excluya toda clase de egoísmos.
Lo normal: que el político sea consciente de su compromiso, quizás con juramento, de velar por el bien común, de cumplir y hacer cumplir las leyes. Y el deber ético de rechazar la mentira y el robo.
El cristiano sabe que este mundo humanizado, “mundo mejor”, es el marco histórico-cultural para el reinado de Dios y el gran desafío para todo creyente.

Respuestas
Las éticas, las más elementales: tomar conciencia del mal cometido, responsabilidad para asumir las consecuencias; cumplir las sanciones legales; restituir y reparar como lo hizo Zaqueo

En la Palabra de Dios
Textos: «No robarás» (Ex 20, 15; Dt 5,19).«No robarás» (Mt 19, 18). “¿No sabéis acaso que los injustos no heredarán el Reino de Dios? ¡No os engañéis! (...) Ni los ladrones, ni los avaros (...), ni los rapaces heredarán el Reino de Dios?” (1 Cor, 9-10).

La doctrina de Jesús
Jesús iluminó y potenció la antítesis del egoísmo con la doctrina sobre el amor universal y la crítica contra la insensibilidad tal y como aparece, por ejemplo, en las parábolas del buen samaritano, del rico epulón. El maestro abrió nuevos horizontes a la justicia con el amor que supera el ojo por ojo, manda amar al enemigo, hacer bien a los que nos odian y persiguen, dar la túnica al que nos quita el vestido, poner la otra mejilla al que nos golpea..(Mt 5; Lc 6,29; 17,3-4).
La respuesta de Zaqueo
He ahí el patrono de los egoístas que robaron y estafaron. Difícil proponer algo más con menos palabras: “He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado. (Lc 19:6.8). Sin comentarios.
La interpretación del Magisterio de la Iglesia.
En el Catecismo de la Iglesia Sobre el robo en el n. 2401.”El séptimo mandamiento prohíbe tomar o retener el bien del prójimo injustamente y perjudicar de cualquier manera al prójimo en sus bienes. Prescribe la justicia y la caridad en la gestión de los bienes terrenos y de los frutos del trabajo de los hombres. Con miras al bien común exige el respeto del destino universal de los bienes y del derecho de propiedad privada. La vida cristiana se esfuerza por ordenar a Dios y a la caridad fraterna los bienes de este mundo”.
Sobre la necesidad restituir. En el mismo Catecismo, n. 2412. “En virtud de la justicia conmutativa, la reparación de la injusticia cometida exige la restitución del bien robado a su propietario”. El “qué” de la reparación es fácil, no el “cómo”. Problema para los jueces

En la doctrina conciliar.
El Vaticano II condena la ruptura de la fe-caridad con la justicia.
Actualizó el pensamiento de Jesús cuando enseña: “el cristiano que falta a sus obligaciones temporales falta a sus deberes con el prójimo; falta sobre todo a sus obligaciones para con Dios y pone en peligro su eterna salvación” (GS 43).
Y son errores condenables: descuidar la justicia en nombre de la vocación escatológica, desconectar los asuntos temporales de la vida religiosa, reducida al culto y a determinadas obligaciones morales (GS 43). Asimismo “debe ser considerado como uno de los más graves errores de nuestra época” el divorcio entre la fe y la vida de justicia como uno de los escándalos condenados tanto por los profetas como por el mismo Cristo (GS 43; Is 58,1-12; Mt 23.33; Mc 7, 10-13).
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