¿Qué hizo Jesús por la vida humana, por dignificar al hombre?-1-
Todo. Porque Jesús, el pobre de Nazaret, compartió al cien por cien la vida humana menos en el pecado. El siervo de Yahvé, en su ministerio alivió las necesidades corporales de muchas personas. Con la predicación del Reino de Dios, el Maestro y Profeta, fundamentó, amplió y enriqueció la dignidad del hombre. Y a todos, el Redentor reveló horizontes insospechados: Él traía y concedía la existencia que no tiene fin. Y entregó su vida para que todos pudiéramos alcanzar la vida eterna. Lo que hizo Jesús merece una respuesta coherente.
Jesús, compartió la vida en todo, menos en el pecado
Cristo fue el hombre para los demás. Nadie estuvo tan radicalmente unido a los hombres como Jesús. Con todos, pero especialmente con los pobres y los oprimidos. Encontramos en Jesús una especial e innegable comunión con los habitualmente marginados por la sociedad como eran los miserables, los pecadores, las mujeres de la vida, los leprosos y los despreciados publicanos.
Le preocupaba tanto Nicodemo el aristócrata, como la samaritana extranjera, la Magdalena prostituta, Zaqueo el rico, el centurión romano y el ciego de Jericó. Y con el mismo interés trataba a Lázaro su amigo que a la samaritana, la mujer adultera, la viuda de Naím o a Marta y María.
La existencia pobre de Jesús tiene su sentido: él, rico, se hace pobre para enriquecernos, para compartir lo precario de la vida humana (2Cor 8,9; Flp 2,6-7). Fue pobre en toda su vida, hasta la muerte de cruz que "revela toda la grandeza y el valor de la vida", pues su muerte "es fuente de vida nueva para todos (Jn 12,32). Y siempre con la confianza en el Padre en quien pone su espíritu o vida (Lc 23,46.) (EV 33).
El siervo de Yahvé alivió los males de muchas personas La misión principal de Jesús era el Reino de Dios que es también de vida. Esta Buena Nueva, corazón del mensaje del Salvador, comprende la existencia humana en un doble sentido: la vida eterna que Cristo nos conquista y la vida o salud corporal de la cual Él también se preocupó en muchas ocasiones. El mensaje del Evangelio incluye la felicidad escatológica y también la temporal en este mundo. Jesús no se limitaba a evangelizar sino también a poner en práctica las exigencias del amor y de las necesidades corporales. Por ello, Jesús se compadece de los enfermos y en muchas ocasiones les otorga la salud. Son dos misiones las de Jesús: por una parte evangelizar y por otra parte hacer presente el Reino de Dios, que también es de vida.
Pero el pobre de Nazaret no era un curandero o un exorcista más. No. El Hijo de Dios, el Enmanuel, viene a redimir del pecado y a evangelizar con el Reino de Dios que incluye, en lo posible, la felicidad en esta vida. Por lo tanto, que Jesús sane a enfermos forma parte de su testimonio de amor y de su misión evangelizadora del Reino de la vida y según las necesidades de su tiempo.
Diversas fueron las curaciones tal y como las describen los cuatro evangelios. Unas, las podemos calificarlas de ordinarias y otras de dramáticas. Pero siempre un denominador común: el amor compasivo de quien cargó con nuestras culpas, compartió el dolor ajeno, y, en muchas ocasiones, remedió males físicos, psicológicos y los ocasionados por espíritus inmundos.
En la misión de Jesús cobra sentido lo de Isaías: "los ciegos ven, los cojos andan..."(Is 35, 5-6; 61.1; cf Lc 7,22). Dios se interesa por ellos. Sus vidas son un don en las manos del Padre (cf. Mt 6,25-34) (EV 32). Con Jesús, los pobres encuentran sentido para sus vidas; los enfermos y marginados encuentran "la revelación del gran valor que tiene su vida y el fundamento de sus esperanzas de salvación" (EV 32).
¿Algo más? Sí, queda por analizar cómo Jesús, con su Buena nueva enriqueció la dignidad de toda persona. También es necesario exponer a Jesús, el Redentor que revela y concede la vida eterna. Por último, habrá que sacar algunas conclusiones que se desprenden del mensaje de Jesús.
Jesús, compartió la vida en todo, menos en el pecado
Cristo fue el hombre para los demás. Nadie estuvo tan radicalmente unido a los hombres como Jesús. Con todos, pero especialmente con los pobres y los oprimidos. Encontramos en Jesús una especial e innegable comunión con los habitualmente marginados por la sociedad como eran los miserables, los pecadores, las mujeres de la vida, los leprosos y los despreciados publicanos.
Le preocupaba tanto Nicodemo el aristócrata, como la samaritana extranjera, la Magdalena prostituta, Zaqueo el rico, el centurión romano y el ciego de Jericó. Y con el mismo interés trataba a Lázaro su amigo que a la samaritana, la mujer adultera, la viuda de Naím o a Marta y María.
La existencia pobre de Jesús tiene su sentido: él, rico, se hace pobre para enriquecernos, para compartir lo precario de la vida humana (2Cor 8,9; Flp 2,6-7). Fue pobre en toda su vida, hasta la muerte de cruz que "revela toda la grandeza y el valor de la vida", pues su muerte "es fuente de vida nueva para todos (Jn 12,32). Y siempre con la confianza en el Padre en quien pone su espíritu o vida (Lc 23,46.) (EV 33).
El siervo de Yahvé alivió los males de muchas personas La misión principal de Jesús era el Reino de Dios que es también de vida. Esta Buena Nueva, corazón del mensaje del Salvador, comprende la existencia humana en un doble sentido: la vida eterna que Cristo nos conquista y la vida o salud corporal de la cual Él también se preocupó en muchas ocasiones. El mensaje del Evangelio incluye la felicidad escatológica y también la temporal en este mundo. Jesús no se limitaba a evangelizar sino también a poner en práctica las exigencias del amor y de las necesidades corporales. Por ello, Jesús se compadece de los enfermos y en muchas ocasiones les otorga la salud. Son dos misiones las de Jesús: por una parte evangelizar y por otra parte hacer presente el Reino de Dios, que también es de vida.
Pero el pobre de Nazaret no era un curandero o un exorcista más. No. El Hijo de Dios, el Enmanuel, viene a redimir del pecado y a evangelizar con el Reino de Dios que incluye, en lo posible, la felicidad en esta vida. Por lo tanto, que Jesús sane a enfermos forma parte de su testimonio de amor y de su misión evangelizadora del Reino de la vida y según las necesidades de su tiempo.
Diversas fueron las curaciones tal y como las describen los cuatro evangelios. Unas, las podemos calificarlas de ordinarias y otras de dramáticas. Pero siempre un denominador común: el amor compasivo de quien cargó con nuestras culpas, compartió el dolor ajeno, y, en muchas ocasiones, remedió males físicos, psicológicos y los ocasionados por espíritus inmundos.
En la misión de Jesús cobra sentido lo de Isaías: "los ciegos ven, los cojos andan..."(Is 35, 5-6; 61.1; cf Lc 7,22). Dios se interesa por ellos. Sus vidas son un don en las manos del Padre (cf. Mt 6,25-34) (EV 32). Con Jesús, los pobres encuentran sentido para sus vidas; los enfermos y marginados encuentran "la revelación del gran valor que tiene su vida y el fundamento de sus esperanzas de salvación" (EV 32).
¿Algo más? Sí, queda por analizar cómo Jesús, con su Buena nueva enriqueció la dignidad de toda persona. También es necesario exponer a Jesús, el Redentor que revela y concede la vida eterna. Por último, habrá que sacar algunas conclusiones que se desprenden del mensaje de Jesús.