¿Cómo logró Teresa de Calcuta una Iglesia creíble?

A la madre Teresa de Calcuta, (1910-1997), le sobran méritos para estar al frente de cuantos aspiran escalar la cima del Everest denominada “Iglesia creíble”. La “Santa de las Cloacas”, beatificada en 2003 por Juan Pablo II, recibió el título de madre de los pobres. Con toda razón ha sido valorada como una de las personalidades más relevantes del siglo pasado. La de origen albanés, asombró al mundo con su entrega al servicio de los pobres entre los más pobres. En los tiempos de la teología de la liberación, dio una respuesta convincente a la situación de la miseria extrema. Como religiosa, en su primera y segunda vocación, conservó la comunión con la Iglesia católica. Juan Pablo II la definió como la mujer enamorada de Dios, humilde mensajera del Evangelio e infatigable bienhechora de la humanidad (Homilía en la beatificación, citada con el año 2003). De pequeña estatura, dialogó con los grandes dirigentes de este mundo siendo incontables los premios, honores, elogios universales y el Premio Nóbel de la Paz en 1979. Por su mensaje de paz y humildad, se relacionó con toda clase de personas, creyentes o no, ciudadanos o políticos, oprimidos o personas causantes de la violencia. Y para que su obra y espíritu continuaran fundó a las Misioneras de la caridad. A su muerte en 1997 pertenecían a su congregación unos cuatro mil miembros en 610 fundaciones y en 123 países del mundo.
Sí, la beata Teresa de Calcuta hizo creíble a la Iglesia de la que se sentía muy orgullosa.

Amor a los más pobres entre los pobres.
Pedro Arribas, colaborador y biógrafo de la Beata, revela la clave de su vida:”el amor. Amor apasionado al hombre, especialmente al pobre, al desvalido, a todo aquel que ha caído a un nivel próximo al animal”. En 1947 la hermana Teresa decidió trabajar por los más pobres, consciente de que Dios la necesitaba: “ven y sé mi luz. No puedo ir solo”. Jesús le reveló su dolor por el olvido de los pobres y Teresa se sintió llamada por Dios, por lo que más tarde definió como “la llamada de la llamada”. Y a la vocación segunda, la respuesta de donación total con “miles” de anécdotas mundialmente conocidas y que manifiestan su amor los pobres. Baste recordar su oración para aprender amar: “Señor, cuando tenga hambre, dame alguien que necesite comida; cuando tenga sed, dame a alguien que precise agua; cuando sienta frío, dame a alguien que necesite calor; cuando sufra, dame a alguien que necesite consuelo; cuando mi cruz parezca pesada, déjame compartir la cruz del otro...” .. “Señor, cuando piense en mi mismo….Vuelve mi atención hacia otra persona. Haznos dignos, Señor, de servir a nuestros hermanos. Dales, a través de nuestras manos, no sólo el pan de cada día, también nuestro amor misericordioso”.

Respuesta contundente a la liberación cristiana
Por los mismos años del servicio a los pobres por parte de la “Santa de las Cloacas” surgió y se desarrolló la teología y práctica de la liberación. Prescindo de tantos criterios que desunen para resaltar las coincidencias. Entre la respuesta de madre Teresa a los pobres y la Teología de la liberación existen grandes coincidencias: el pobre al que ayudar y el sufrimiento humano a suprimir. El teólogo y quien socorre al moribundo están unidos por los criterios de la liberación cristiana. En definitiva, los dos rechazan al rico epulón, quieren imitar al buen samaritano y aplicar la respuesta de quien sentenció: ‘¡Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del reino preparado para vosotros desde el comienzo del mundo! Porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed…“ (Mt 25, 31-46. 34.)
Al margen de criterios teológicos, encuentro en la vida de Teresa de Calcuta una respuesta contundente al tema de la liberación cristiana. Preguntas que me hiciera en el ayer, tienen actualidad en el hoy: ¿qué fundamentos sostienen la liberación cristiana? ¿Cómo estructurar teológicamente la liberación cristiana? ¿Qué pide el servicio liberador? ¿Urge hoy la opción preferencial por los pobres?
Ahora, y en plan de conclusiones, afirmo que la beata Teresa de Calcuta se oponía totalmente al horizontalismo teológico. Porque ella unía su fe en Dios y en comunión eclesial a las situaciones concretas de injusticia y dolor. Su compromiso con los pobres respondió a su opción como cristiana y mucho más como religiosa. Aunque no fuera consciente, ella aplicó la dinámica del “ver-juzgar-actuar”. Su servicio liberador era profundamente humano, de amor maternal, con una motivación religiosa y en ocasiones mística. Brilló siempre el sacrificio, el desinterés más absoluto, la práctica de un amor-caridad heroica en ocasiones. Y siempre, la donación al máximo de la propia persona a favor de los más pobres entre los pobres.
Más que opción preferencial por los pobres, es toda la vida de la Beata que estuvo consagrada a los que carecían del mínimo de salud, atención médica, afecto y de bienes materiales. Son los que soportan una vida infrahumana, de miseria, a imitación de Lázaro ante el rico epulón.
Por vocación especial, madre Teresa y las religiosas misioneras de la caridad, cultivan su amor al pobre por su dignidad de personas necesitadas; la condición de hijos de Dios, el testimonio de Cristo que se identificó con los «más pequeños de sus hermanos» (Mt 25,40.45).

Enamorada de Dios
Juan Pablo II completó la identidad religiosa que confirmó la madre Teresa: “amar a Jesús y como Jesús. Por sangre y origen soy albanesa. Por mi vocación pertenezco al mundo entero pero mi corazón pertenece por completo a Jesús (2003). El gran conocedor de la beata, el beato Juan Pablo II, expresó su admiración por “esta pequeña mujer, enamorada de Dios, humilde mensajera del Evangelio e infatigable bienhechora de la humanidad. Quiso ser un signo del amor de Dios, de la presencia de Dios, de la compasión de Dios…llevando las almas a Dios y Dios a las almas” (2003).
Junto al Padre Dios está el Hijo, Jesús, el que da sentido a la vida de la religiosa misionera Teresa: “Jesús es mi Dios, Jesús es mi Esposo, Jesús es mi Vida, Jesús es mi único Amor, Jesús es todo mi ser, Jesús es mi todo” (2003)
Dos pasajes son decisivos para comprender a la madre de los pobres. Primero: el grito en la cruz, “tengo sed” (Jn 19, 28), que expresaba la profundidad del deseo de Dios por el hombre, penetró el alma de la Madre Teresa y halló tierra fértil en su corazón. “Saciar la sed de amor y de almas de Jesús, en unión con María, la Madre de Jesús: esto se convirtió en el objetivo de la existencia de la Madre Teresa y en la fuerza que la sacó de sí misma y la llevó a recorrer el mundo para trabajar por la salvación y la santificación de los más pobres entre los pobres “(2003).
Y el pasaje segundo: “cuanto hicisteis a uno de esos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mt 25, 49). Con los dos textos comprendemos su convicción llena de fe: al tocar los cuerpos rotos de los pobres estaba tocando el cuerpo de Cristo. “Era al propio Jesús, oculto bajo la dolorosa apariencia de los más pobres entre los pobres, a quien se dirigía su servicio. Un acto de amor hecho al que tiene hambre, sed… se hace al propio Jesús (2003).
Pero su relación con Dios padeció los efectos de la crisis de fe que tanto la hicieron sufrir por casi cinco décadas de su vida. La creyente y religiosa participó en la pasión del Crucificado, de forma especial durante largos años de “oscuridad interior”. Fue aquella una prueba a veces muy dolorosa, acogida como un singular “don y privilegio” (2003). Pero contó con la fuerza de la oración para la vida entera. Y es que su vida entregada por entero a los pobres, estuvo “envuelta en la oración” (2003). Posteriormente, Benedicto XVI en la “Deus caritas est”, presentó la oración de la Beata como la fuente inagotable para dedicarse totalmente al amor al prójimo.

Corresponsable en una Iglesia creíble
Como religiosa misionera y como portadora del mensaje cristiano en el mundo entero, la beata Teresa de Calcuta colaboró para que la Iglesia fuera más creíble. Sus testimonios de amor fraterno convencían a creyentes y no creyentes, a católicos y no católicos. En una ocasión, Teresa tuvo que manifestar su identidad y la motivación de su obra. Resueltamente contesta: "no soy una trabajadora social. No lo hago por eso. Lo hago por Cristo. Lo hago por la Iglesia"». Y en otra ocasión y con más precisión concretó: “de sangre soy albanesa. De ciudadanía, India. En lo referente a la fe, soy una monja Católica. Por mi vocación, pertenezco al mundo. En lo que se refiere a mi corazón, pertenezco totalmente al Corazón de Jesús”.
Con textos de la homilía de Juan Pablo II con motivo de la beatificación de la madres de los pobres (19-10-2003) expondré de qué manera la madre Teresa colaboró para que la Iglesia fuera más creíble.
Valorada como bienhechora de la humanidad: “mujer enamorada de Dios, humilde mensajera del Evangelio e infatigable bienhechora de la humanidad” (2003).
Trabajó por un mundo más humano:“es emblemática de este estilo misionero la imagen que muestra a la nueva beata mientras estrecha, con una mano, la mano de un niño, y con la otra pasa las cuentas del rosario” (2003).
Identificada con los indeseados: “esa dura prueba espiritual la llevó a identificarse cada vez más con aquellos a quienes servía cada día, experimentando su pena y, a veces, incluso su rechazo. Solía repetir que la mayor pobreza era la de ser indeseados, la de no tener a nadie que te cuide” (2003).
Dejó a la Iglesia una buena herencia:”fundadora de los Misioneros y de las Misioneras de la Caridad” (2003).
Estrecha comunión con el Papa: “valiente mujer, que siempre he sentido junto a mí. De vez en cuando, venía a hablarme de sus experiencias al servicio de los valores evangélicos. Icono del buen samaritano, iba por doquier para servir a Cristo en los más pobres de entre los pobres. Ni siquiera los conflictos y las guerras lograban detenerla” (2003).
Misionera de la caridad con la Palabra de Dios: “con el testimonio de su vida, madre Teresa recuerda a todos que la misión evangelizadora de la Iglesia pasa a través de la caridad, alimentada con la oración y la escucha de la palabra de Dios “(2003).
Evangelización completa:“contemplación y acción, evangelización y promoción humana: madre Teresa proclama el Evangelio con su vida totalmente entregada a los pobres, pero, al mismo tiempo, envuelta en la oración (2003).
Con amor total, radicalizado:”su grandeza reside en su habilidad para dar sin tener en cuenta el costo, dar "hasta que duela". Su vida fue un amor radical y una proclamación audaz del Evangelio” (2003).
Donación universal:” un acto de amor hecho por los hambrientos, los sedientos, los forasteros, los desnudos, los enfermos y los prisioneros (cf. Mt 25, 34-36), es un acto de amor hecho a Jesús mismo” (2003).
Tanto Francisco de Asís como Teresa de Calcuta vivieron la espiritualidad de Juan y Teresa de Jesús. Todos coherentes para llegar la unión plena con el Absoluto, el Dios Amor.
Volver arriba