La oración-fuerza: visión global.

No siempre la oración es fuerza para superar la cruz. Es más: muchos orantes fracasados, dudan de la eficacia de sus peticiones y llegan hasta el rechazo de la fe.¿Qué sucedió? ¿Falló el poder de la oración o el enfoque del que reza con enfoques negativos? Urge ante todo situar bien la oración en el contexto de toda la religiosidad.

1º Situaciones y experiencias
No faltan creyentes que me aseguraron: “Dios me concede cuanto le pido”. Pero también es cierto que son más los que me preguntan extrañados: “¿por qué no he conseguido lo que pedí al Señor en mi oración?” En muchas ocasiones, un servidor se ha preguntado por las motivaciones de los creyentes en sus relaciones con Dios: ¿cuándo son falsas y cuándo son auténticas? También he tenido oportunidad de explicar las condiciones para que la oración sea auténtica y dejemos a un lado el falso concepto de la “infalibilidad”, el ver a Dios como respuesta a todo, la convicción supersticiosa en tales o cuales oraciones a los santos, la religión como un contrato con Dios, la valoración exagerada del culto a los santos con detrimento de la intercesión de Jesucristo, la idea deformada de Dios, el criterio utilitario de ciertas formas de piedad, el culto a la Virgen o a los santos en grado tal que sustituyen prácticamente al Cristo mediador y al mismo Dios como Tú último y absoluto.
Varias son las experiencias y respuestas de los creyentes respecto a la oración de petición:
1-Los de fe tan segura sobre el poder de sus peticiones que se sorprenden de no obtener lo que pidieron. Como quien echó el dinero a la máquina y no le salió coca-cola.
2-Quienes creen que es la cantidad de oración y de penitencias son necesarias para conseguir tal gracia del Señor. “Todo es cuestión de ayunos y de rezar muchos rosarios”.
3-Las personas que oran en plan de exigencia porque “tienen méritos y necesitan” que Dios les escuche y les conceda cuanto piden;
4-Los que se encomiendan a tal santo-santa porque “es muy “milagrero-a” y te consigue lo que quieres pero rezando tales o cuales oraciones”.
Ahora bien, también constato el testimonio y experiencias de:
1-Los que unen a su oración al “hágase tu voluntad”. O bien: “si conviene”. Están seguros que Dios les escucha y que desea lo mejor para ellos. Si no obtiene lo que se pide, Dios sabe la razón.
2-El que tiene presente a los otros más necesitados. “Señor, ellos que están más necesitados, primero”
3-Quienes afirman: Dios siempre me escucha; cuanto le pido, me lo concede. Palpo su amor continuamente.
4-Los que insertan la oración en el todo de un trato amistoso con Dios: “le comunico tal necesidad sabiendo que Él la comparte. Y me despreocupo del resultado…porque Él ya se ocupa… aunque ignoro el cuándo y el cómo”.

2º La oración, parte del “todo” de la religiosidad
Para un positivo enfoque de la oración es preciso tener presente su situación en el “todo” de la religiosidad. Por varias razones, la oración es tan importante para el creyente como la misma respiración.
1ª porque mediante la oración, el creyente tiene el privilegio de hablar con Dios;
2ª gracias a la oración, el creyente “escucha” a Dios en su corazón;
3ª por la semejanza que el orar tiene con la comunicación humana. La experiencia lo confirma: sin la comunicación interpersonal el hombre, animal social, enferma. Sin la comunicación con Dios, el hombre, un ser hacia la Trascendencia, pierde el contacto con quien da sentido a su vida;
4ª por la oración, el creyente expresa su gratitud, adoración, alabanza, petición de perdón o de ayuda. El culto religioso no tiene sentido si no se da una comunicación auténtica entre los fieles y Dios;
5ª porque mediante la oración, la persona puede conocer mejor el misterio de Dios, cuál sea su voluntad y cómo vivir su plan;
6ª porque gracias a la comunicación amistosa se puede intimar con Dios, conocerle mejor, sacar más fuerza para liberarse del pecado y progresar en la madurez religiosa. Es la oración el gran medio para alimentar el fuego del amor de Dios.
7ª porque orando seguimos los consejos de Jesús: "es preciso orar en todo tiempo y no desfallecer" (Lc 18,1);"pedid y recibiréis" (Mt 7,7); "pedid y recibiréis para que vuestro gozo sea perfecto" (Jn 16, 24); "velad y orad para no caer en la tentación (Mt 26,41; cf. Lc 22,46).
La oración: encuentro gozoso de amigos.
Para el enfoque positivo de la oración conviene tener presente que se trata del diálogo entre dos amigos “Dios hablaba con Moisés cara a cara, como habla un hombre con su amigo (Ex 33,11). "La oración es el encuentro de la sed de Dios y de la sed del hombre. Dios tiene sed de que el hombre tenga sed de El (cf. san Agustin)" (Cat 2560). Es clásica la interpretación de Santa Teresa sobre la oración-meditación que la define como «tratar de amistad, estando muchas veces a solas con quien sabemos que nos ama» (Vida 8,5). Y en la misma sintonía se sitúa la definición de Foucauld: orar es: «pensar en Dios amándolo»; y loa opinión de Rahner: «la oración es un amor que se pone de rodillas».

3º Las motivaciones para orar
Si hiciéramos una encuesta sobre lo que impulsa a rezar a los creyentes, es posible que el primer puesto fuera para la necesidad, seguido de la obligación, la costumbre, el miedo…y por último, las de mayor importancia: el amor y la amistad.
La necesidad
Para la mayoría de los que rezan, la motivación prioritaria suele ser la necesidad personal y la confianza de ser escuchados por Dios. La oración aparece como el mejor medio para solucionar sus preocupaciones y necesidades en el orden El que ora se comunica con Dios y guarda, de manera consciente o no, las normas de la comunicación entre las personas que se quieren. Hasta diez actitudes o condiciones se pueden presentar para que sea auténtica la comunicación amistosa con Dios.
La obligación y las costumbres
Pero junto a la necesidad, suelen darse también,-y quizás con mayor porcentaje-, otras motivaciones como la obligatoriedad y la costumbre social. Rezan lo mandado o lo que le enseñaron pero no interiorizan las palabras y sentimientos que pronuncian.
El miedo y algo de amor
En un tercer lugar, las motivaciones para orar estarían ocupadas por el temor y también por el amor a Dios. Unos oran porque saben que Dios lo merece como Padre providente. Para otros, es el miedo o temor quien les mueve a orar. Tienen miedo a Dios a quien ofendieron con sus pecados y la oración es el medio para reconciliarse con Dios, evitar el castigo y ponerse en el camino de la salvación.
Amistad y compromiso
El último lugar de las motivaciones, -por el porcentaje, pero primero en importancia-, estaría ocupado por los creyentes cualificados que contemplan la oración como el diálogo para comunicarse con la persona más querida y que más le quiere. La oración es vista en el contexto de una opción fundamental por Dios, en el compromiso radical de colaborar en el reino de Dios.

Con esta exposición global, estamos preparados para exponer las condiciones y los enfoques adecuados, frente a las frecuentes falsificaciones
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