¿Quién es el protagonista del “ser místico humano”?
El ser místico humano cuenta con un protagonista. Es el hombre de siempre con sus aspectos positivos, negativos y bajo el influjo del mundo actual. Esta persona, que goza de libertad, da sentido a su vida gracias a la elección y vivencia de los valores. Cuando interioriza los valores como pilares consigue el fundamento del vivir místico.
El hombre de siempre
Se impone describir al protagonista, al hombre de siempre pero también al de hoy con sus valores, carencias e influjos que recibe. ¿Quién es el protagonista del “ser místico”? El hombre de siempre que se caracteriza por los derechos humanos que posee, la independencia en su ser, la adhesión a una jerarquía de valores libremente aceptados, tener conciencia de ser superior a los demás seres por la libertad creadora, estar proyectado al encuentro con el prójimo, con la capacidad de compromiso. En definitiva, el ser responsable de sus actos y de poder interrogarse ¿por qué vivir, sufrir y morir? ¿Qué hay detrás de la muerte? ¿Puedo y debo tener alguna relación con el Tú divino? (art. 12)
El protagonista influido por el mundo actual
Podemos imaginar al mundo como un tren alocado por la crisis, cambio o transformación acelerada y profunda que afecta a los criterios, estructuras, a las instituciones y personas; como una torre de babel por la confusión ideológica debido a la mezcla de ideas diferentes y opuestas que bombardean a la aldea global; como un sunamis por la revolución en las costumbres en los valores de la libertad y de la conciencia exaltadas y que se manifiestan en el subjetivismo y relativismo; y como un hijo pródigo: hombre endiosado que se aleja de Dios y con un retorno ambiguo (art. 2 al 11). Comprobamos en el hombre posmoderno la actitud escéptica ante la verdad; el sentirse árbitro de toda conducta moral, el agarrarse a lo provisional y fugaz; la desconfianza ante los granes interrogantes, gran confusión ante el sentido de la vida; pérdida de valores fundamentales y el valorarse como autosuficiente y dueño de su futuro (art. 14)
Aspectos positivos del hombre de hoy
Sería injusto el diagnóstico actual si no incluyera muchos aspectos positivos del hombre actual. Ejemplos: conciencia de ser adulto, amante de su libertad y de su realización personal, con gran juicio crítico, lucha por los derechos humanos y el compromiso por la liberación de personas y pueblos; se muestra solidario para ayudar al necesitado; disponible para colaborar en causas comunes; presente en trabajos por la paz social y por el triunfo de la democracia en la vida política; la promoción de la mujer…. En la mentalidad destaca la creatividad de su conciencia (que es voz de Dios (GS 16), el valor de la verdad encontrada por sí mismo y comunicada a la comunidad, la importancia del amor en toda relación y la necesidad de atender a la situación personal del hombre que goza de libertad (art. 13-15).
El valor nuclear
Cuando un valor es interiorizado-aceptado como absoluto se convierte en una fuente de la que surgen el amor, la esperanza, el ideal de vida, las ilusiones, las motivaciones y la respuesta al interrogante de para qué vivir y sufrir. Es el núcleo del ser místico elegido entre los valores antropológicos como son los derechos humanos, la salud, la solidaridad, la felicidad para sí y para los suyos, el trabajo, el honor de la patria (grande o local). Sobre estos valores universales, cada creyente acepta los de su religión; los cristianos poseen cuantos surgen de la Palabra de Dios y los católicos, además, aquellos que identifican a la comunidad eclesial (art. 19 y cf. 13-22).
Para que los valores sean los pilares del hombre
Los valores rigen nuestra conducta y son como los pilares o columnas que sostienen la vida. Cada persona, según la edad, elige e interioriza aquellos valores que dan sentido a su vida. Para vivir los valores elegidos de modo coherente, es preciso la interiorización que sigue al convencimiento con atención a la posible dicotomía o esquizofrenia ética. El valor se enriquece cuando está unido al amor, la ilusión y el entusiasmo. Y así es como constituye “la mística” que rige la conducta de las personas. No olvidemos que “cuando no vivimos según pensamos, terminamos pensando como vivimos” (art. 20)
El hombre de siempre
Se impone describir al protagonista, al hombre de siempre pero también al de hoy con sus valores, carencias e influjos que recibe. ¿Quién es el protagonista del “ser místico”? El hombre de siempre que se caracteriza por los derechos humanos que posee, la independencia en su ser, la adhesión a una jerarquía de valores libremente aceptados, tener conciencia de ser superior a los demás seres por la libertad creadora, estar proyectado al encuentro con el prójimo, con la capacidad de compromiso. En definitiva, el ser responsable de sus actos y de poder interrogarse ¿por qué vivir, sufrir y morir? ¿Qué hay detrás de la muerte? ¿Puedo y debo tener alguna relación con el Tú divino? (art. 12)
El protagonista influido por el mundo actual
Podemos imaginar al mundo como un tren alocado por la crisis, cambio o transformación acelerada y profunda que afecta a los criterios, estructuras, a las instituciones y personas; como una torre de babel por la confusión ideológica debido a la mezcla de ideas diferentes y opuestas que bombardean a la aldea global; como un sunamis por la revolución en las costumbres en los valores de la libertad y de la conciencia exaltadas y que se manifiestan en el subjetivismo y relativismo; y como un hijo pródigo: hombre endiosado que se aleja de Dios y con un retorno ambiguo (art. 2 al 11). Comprobamos en el hombre posmoderno la actitud escéptica ante la verdad; el sentirse árbitro de toda conducta moral, el agarrarse a lo provisional y fugaz; la desconfianza ante los granes interrogantes, gran confusión ante el sentido de la vida; pérdida de valores fundamentales y el valorarse como autosuficiente y dueño de su futuro (art. 14)
Aspectos positivos del hombre de hoy
Sería injusto el diagnóstico actual si no incluyera muchos aspectos positivos del hombre actual. Ejemplos: conciencia de ser adulto, amante de su libertad y de su realización personal, con gran juicio crítico, lucha por los derechos humanos y el compromiso por la liberación de personas y pueblos; se muestra solidario para ayudar al necesitado; disponible para colaborar en causas comunes; presente en trabajos por la paz social y por el triunfo de la democracia en la vida política; la promoción de la mujer…. En la mentalidad destaca la creatividad de su conciencia (que es voz de Dios (GS 16), el valor de la verdad encontrada por sí mismo y comunicada a la comunidad, la importancia del amor en toda relación y la necesidad de atender a la situación personal del hombre que goza de libertad (art. 13-15).
El valor nuclear
Cuando un valor es interiorizado-aceptado como absoluto se convierte en una fuente de la que surgen el amor, la esperanza, el ideal de vida, las ilusiones, las motivaciones y la respuesta al interrogante de para qué vivir y sufrir. Es el núcleo del ser místico elegido entre los valores antropológicos como son los derechos humanos, la salud, la solidaridad, la felicidad para sí y para los suyos, el trabajo, el honor de la patria (grande o local). Sobre estos valores universales, cada creyente acepta los de su religión; los cristianos poseen cuantos surgen de la Palabra de Dios y los católicos, además, aquellos que identifican a la comunidad eclesial (art. 19 y cf. 13-22).
Para que los valores sean los pilares del hombre
Los valores rigen nuestra conducta y son como los pilares o columnas que sostienen la vida. Cada persona, según la edad, elige e interioriza aquellos valores que dan sentido a su vida. Para vivir los valores elegidos de modo coherente, es preciso la interiorización que sigue al convencimiento con atención a la posible dicotomía o esquizofrenia ética. El valor se enriquece cuando está unido al amor, la ilusión y el entusiasmo. Y así es como constituye “la mística” que rige la conducta de las personas. No olvidemos que “cuando no vivimos según pensamos, terminamos pensando como vivimos” (art. 20)