¿Se puede rechazar el aborto desde la ética? 2ª parte
El artículo anterior planteó el rechazo del aborto desde la Ética. Expuso el contexto histórico-cultural con cita de la Evangelium Vital n.17 de Juan Pablo II y describió brevemente las principales actitudes y respuestas ante el aborto: la superficial, feminista, eugenésica, personalística, la confusa, y la que defiende la vida. Por último, enumeró seis razones éticas para rechazar el aborto porque viola el derecho a la vida, se trata de un homicidio, abre la puerta a la eutanasia y a cualquier muerte humana, socava los cimientos de la sociedad, degrada a quienes deben defender la vida, aplasta la dignidad de la mujer como madre y encierra otras muchas respuestas inmorales
1ª Viola el derecho a la vida.
Afirmó el Vaticano II: «la vida desde su concepción ha de ser salvaguardada con el máximo cuidado; el aborto y el infanticidio son crímenes abominables» (GS 51). Se sigue una conclusión clara: matar a un ser humano antes de nacer es moralmente como el asesinato de un adulto y su calificación es la de una acción gravemente inmoral. No en vano se trata de la violación de uno de los derechos fundamentales como es el de la vida. Científicamente: el aborto es la muerte de una vida humana.
¿Y si se trata de un aborto en los primeros días de vida? No hay excepción. En la Iglesia «nunca se negó que el aborto provocado, incluso en los primeros días, fuera objetivamente una falta grave» (SCFE 1974, n. 7). «Aunque hubiese duda sobre la cuestión de si el fruto de la concepción es ya una persona humana, es objetivamente un pecado grave atreverse a afrontar el riesgo de un homicidio» (SCFE 1974, n. 14).
2º Se trata de un homicidio.
Así lo explica la Evangelim vitae: porque a “quien se elimina es un ser humano que comienza a vivir, es decir, lo más inocente en absoluto que se puede imaginar". No se trata de un agresor sino de un ser totalmente débil e impotente confiado al cuidado de la mujer que lo lleva en su seno” (EV 58). Por lo tanto, la inmoralidad del aborto permanece aunque a veces la decisión de abortar está en el contexto de una situación dramática para preservar los bienes de la salud de la madre o del que va a nacer. La gravedad del aborto no disminuye aunque sea aceptado por la mentalidad de muchos. Esta aceptación del aborto "es señal evidente de una peligrosísima crisis del sentido moral, que es cada vez más incapaz de distinguir entre el bien y el mal, incluso cuando está en juego el derecho fundamental a la vida (Is 5,20) (EV 58).
2ª Abre la puerta a la eutanasia y a cualquier muerte humana. Si es lícito matar a un no nacido en determinadas condiciones, ¿por qué no en otras como sería el quinto o noveno mes de gestación? ¿Y por qué no aplicar el mismo criterio respecto a otras personas enfermas, deficientes o inútiles? Si los padres de hoy pueden matar a sus hijos «molestos», ¿por qué en el futuro los hijos supervivientes no podrán matar a sus padres, viejos «molestos»?
3ª Socava los cimientos de la sociedad.
Con el aborto se produce una gravísima violación del orden moral, socava el fundamento de la sociedad que sufre además por la pérdida de posibles miembros, por los gastos materiales que ocasiona el aborto y por la degradación de sus responsables, especialmente de los que se enriquecen con las prácticas abortivas. El orden ético queda gravemente lesionado al violar un derecho fundamental del ser humano inocente e indefenso.
4ª Degrada a quienes deben defender la vida.
El aborto mancha la conciencia de los padres y del personal sanitario (especialmente del médico), llamados a defender y promover la vida. También de quienes física o moralmente influyen directa y formalmente en la realización del aborto. Basta con ver en imágenes cómo se realiza el aborto para quedar horrorizado sobre la carnicería que se realiza y la degradación de los responsables.
5ª Aplasta la dignidad de la mujer como madre.
En la mayoría de las ocasiones, después del feto muerto, la gran víctima del aborto es la mujer, manipulada por una sociedad abortista y por el mismo varón, que logra «desaparecer» de escena y convertir el aborto en un problema entre la mujer y el médico. Sufre, pues, la dignidad de la mujer, su salud física, aunque se haya convertido el aborto en una operación sencilla, y sobre todo en la salud psíquica, por el remordimiento moral y la maternidad frustrada.
6ª Encierra otras muchas respuestas inmorales
Varios ejemplos: la respuesta del padre del niño cuando induce al aborto o cuando lo favorece de manera indirecta al dejar sola a la madre con los problemas del embarazo; los familiares cuando presionan a la mujer que termina por ceder al aborto; los médicos y el personal sanitario cuando ponen al servicio de la muerte la competencia adquirida para promover la vida; los legisladores "que han promovido y aprobado leyes que amparan el aborto"; los dirigentes de políticas familiares y sociales por no haber asegurado el apoyo a la familias numerosas y en dificultades económicas; las instituciones internacionales "que luchan sistemáticamente por la legalización y la difusión del aborto en el mundo"; los administradores de las estructuras sanitarias utilizadas para practicar abortos"; los difusores "de una mentalidad de permisivismo sexual y de menosprecio de la maternidad"....Y todos cuantos contribuyeron en "una estructura de pecado contra la vida humana aun no nacida" (EV 59).
CONCLUSIÓN. No son necesarias las razones bíblicas y del magisterio de la Iglesia para condenar las prácticas abortivas. Son suficientes los argumentos éticos para rechazar cualquier práctica de aborto directo. Ahora bien, sobre estas razones, de por sí suficientes para el NO al aborto, se apoyan las propias de la doctrina de la Iglesia.
1ª Viola el derecho a la vida.
Afirmó el Vaticano II: «la vida desde su concepción ha de ser salvaguardada con el máximo cuidado; el aborto y el infanticidio son crímenes abominables» (GS 51). Se sigue una conclusión clara: matar a un ser humano antes de nacer es moralmente como el asesinato de un adulto y su calificación es la de una acción gravemente inmoral. No en vano se trata de la violación de uno de los derechos fundamentales como es el de la vida. Científicamente: el aborto es la muerte de una vida humana.
¿Y si se trata de un aborto en los primeros días de vida? No hay excepción. En la Iglesia «nunca se negó que el aborto provocado, incluso en los primeros días, fuera objetivamente una falta grave» (SCFE 1974, n. 7). «Aunque hubiese duda sobre la cuestión de si el fruto de la concepción es ya una persona humana, es objetivamente un pecado grave atreverse a afrontar el riesgo de un homicidio» (SCFE 1974, n. 14).
2º Se trata de un homicidio.
Así lo explica la Evangelim vitae: porque a “quien se elimina es un ser humano que comienza a vivir, es decir, lo más inocente en absoluto que se puede imaginar". No se trata de un agresor sino de un ser totalmente débil e impotente confiado al cuidado de la mujer que lo lleva en su seno” (EV 58). Por lo tanto, la inmoralidad del aborto permanece aunque a veces la decisión de abortar está en el contexto de una situación dramática para preservar los bienes de la salud de la madre o del que va a nacer. La gravedad del aborto no disminuye aunque sea aceptado por la mentalidad de muchos. Esta aceptación del aborto "es señal evidente de una peligrosísima crisis del sentido moral, que es cada vez más incapaz de distinguir entre el bien y el mal, incluso cuando está en juego el derecho fundamental a la vida (Is 5,20) (EV 58).
2ª Abre la puerta a la eutanasia y a cualquier muerte humana. Si es lícito matar a un no nacido en determinadas condiciones, ¿por qué no en otras como sería el quinto o noveno mes de gestación? ¿Y por qué no aplicar el mismo criterio respecto a otras personas enfermas, deficientes o inútiles? Si los padres de hoy pueden matar a sus hijos «molestos», ¿por qué en el futuro los hijos supervivientes no podrán matar a sus padres, viejos «molestos»?
3ª Socava los cimientos de la sociedad.
Con el aborto se produce una gravísima violación del orden moral, socava el fundamento de la sociedad que sufre además por la pérdida de posibles miembros, por los gastos materiales que ocasiona el aborto y por la degradación de sus responsables, especialmente de los que se enriquecen con las prácticas abortivas. El orden ético queda gravemente lesionado al violar un derecho fundamental del ser humano inocente e indefenso.
4ª Degrada a quienes deben defender la vida.
El aborto mancha la conciencia de los padres y del personal sanitario (especialmente del médico), llamados a defender y promover la vida. También de quienes física o moralmente influyen directa y formalmente en la realización del aborto. Basta con ver en imágenes cómo se realiza el aborto para quedar horrorizado sobre la carnicería que se realiza y la degradación de los responsables.
5ª Aplasta la dignidad de la mujer como madre.
En la mayoría de las ocasiones, después del feto muerto, la gran víctima del aborto es la mujer, manipulada por una sociedad abortista y por el mismo varón, que logra «desaparecer» de escena y convertir el aborto en un problema entre la mujer y el médico. Sufre, pues, la dignidad de la mujer, su salud física, aunque se haya convertido el aborto en una operación sencilla, y sobre todo en la salud psíquica, por el remordimiento moral y la maternidad frustrada.
6ª Encierra otras muchas respuestas inmorales
Varios ejemplos: la respuesta del padre del niño cuando induce al aborto o cuando lo favorece de manera indirecta al dejar sola a la madre con los problemas del embarazo; los familiares cuando presionan a la mujer que termina por ceder al aborto; los médicos y el personal sanitario cuando ponen al servicio de la muerte la competencia adquirida para promover la vida; los legisladores "que han promovido y aprobado leyes que amparan el aborto"; los dirigentes de políticas familiares y sociales por no haber asegurado el apoyo a la familias numerosas y en dificultades económicas; las instituciones internacionales "que luchan sistemáticamente por la legalización y la difusión del aborto en el mundo"; los administradores de las estructuras sanitarias utilizadas para practicar abortos"; los difusores "de una mentalidad de permisivismo sexual y de menosprecio de la maternidad"....Y todos cuantos contribuyeron en "una estructura de pecado contra la vida humana aun no nacida" (EV 59).
CONCLUSIÓN. No son necesarias las razones bíblicas y del magisterio de la Iglesia para condenar las prácticas abortivas. Son suficientes los argumentos éticos para rechazar cualquier práctica de aborto directo. Ahora bien, sobre estas razones, de por sí suficientes para el NO al aborto, se apoyan las propias de la doctrina de la Iglesia.