El responsable y la víctima de la aldea global
Si difícil me resultó juzgar la dimensión personal del protagonista del XXI, mayores dificultades encuentro para evaluar bien sus valores y carencias socio-políticas, morales y religiosas. Renuncio a la universalidad y me fijo solamente en un porcentaje mayoritario del hombre occidental, en definitiva un aldeano en el mundo global, e inmerso en conflictos permanentes. Destaca su compromiso con la justicia social aunque se vea prisionero de las estructuras socio-políticas e impotente ante la violación de tantos derechos humanos.
EN EL MUNDO: NIVEL SOCIO-POLÍTICO
El protagonista occidental presenta unos rasgos que juzgo más significativos.
Es un aldeano, pero en el mundo de la globalidad.
El mundo de los últimos años se ha convertido en una aldea en la que todos los vecinos se conocen, comunican y hasta comercian gracias a los medios de comunicación. Y es la aldea de las ”mil” culturas, porque cada nación de esta aldea global vive su propia cultura y recibe el influjo de otras ajenas de manera que en ocasiones se forma una mezcla de lo global con lo particular.
Vive en conflictos permanentes.
En definitiva, el ser humano a quien nos referimos se debate entre el egoísmo y el amor, la soledad y la comunión. Paradógicamente, aparece como un solitario en el paraíso de las comunicaciones. En el mundo actual de la televisión, el fax, correo electrónico, teléfono móvil, Internet, facebook..., la soledad convierte a la persona en una isla incomunicada. Conflictos por el bombardeo que recibe de un ambiente dominado por la libertad sin límites; la sexualidad descontrolada; la comodidad, la ambición del poder, el dinero y la utilidad como valores absolutos. Y a todo se une la indiferencia religiosa y la unión matrimonial sin compromiso.
Comprometido con la justicia social.
Crecen los deseos por una justicia equitativa y la lucha por los derechos humanos. Es mayor el compromiso por la liberación de personas y pueblos. Avanzan los sistemas democráticos y el rechazo de toda forma de dictadura. Cada vez más aumenta la solidaridad para ayudar al necesitado y colaborar por causas comunes tanto a nivel local como nacional y aun internacional. Y en el mundo actual, y a pesar de las guerras, crecen los trabajos por la paz social y por el triunfo de la soberanía popular en la vida política.
Pero impotente ante la injusticia social.
Y cae en le pasividad ante la injusticia social. Palpa la falta de justicia en la desigualdad afrentosa que existe entre clases sociales, las naciones y continentes, en el trato que los más favorecidos dispensan a personas, clases sociales o pueblos subdesarrollados. Y predomina la “cultura de la pasividad”, la ética del egoísmo tanto en personas como en grupos y comunidades nacionales e internacionales.
Esclavo y dependiente.
Esclavo de “la calle”, de la presión mediática y de la información que recibe en muchas ocasiones contraria a la educación familiar recibida. No es de extrañar su confusión ante las ideologías por la mezcla de ideas diferentes y opuestas a la moral cristiana y a las creencias religiosas que recibió en la primera educación. La calle vence a la familia. No hay claridad y sí nuevas preguntas.
Desconcertado ante la revolución de la mujer
En las últimas décadas creció la reivindicación de la mujer en su papel en la sociedad frente al varón. Sigue el machismo, surge el feminismo, y en ocasiones vence la madre al cónyuge que se siente afectivamente aislado.
Prisionero de las estructuras aunque no lo reconozca.
La opresión y desigualdad del mundo actual quedan fortalecidas gracias a unas estructuras injustas, las denominadas estructuras de pecado. Algunos ejemplos: la vigencia de sistemas económicos que minimizan al hombre; la dependencia económica, tecnológica, política y cultural que mantienen las multinacionales; la necesidad en países subdesarrollados de vender las materias primas a bajo costo y comprar su manufacturación a precios que los hipotecan; la deuda económica de los países pobres cada vez mayor ante la insensibilidad de los que debían responder con generosidad, lo que recibe el agricultor y paga el comprador, etc.
INCOMPLETO EL RETRATO del hombre de la aldea global sin la descripción de sus rasgos éticos, trascendentales y religiosos. Tema por desarrollar.
EN EL MUNDO: NIVEL SOCIO-POLÍTICO
El protagonista occidental presenta unos rasgos que juzgo más significativos.
Es un aldeano, pero en el mundo de la globalidad.
El mundo de los últimos años se ha convertido en una aldea en la que todos los vecinos se conocen, comunican y hasta comercian gracias a los medios de comunicación. Y es la aldea de las ”mil” culturas, porque cada nación de esta aldea global vive su propia cultura y recibe el influjo de otras ajenas de manera que en ocasiones se forma una mezcla de lo global con lo particular.
Vive en conflictos permanentes.
En definitiva, el ser humano a quien nos referimos se debate entre el egoísmo y el amor, la soledad y la comunión. Paradógicamente, aparece como un solitario en el paraíso de las comunicaciones. En el mundo actual de la televisión, el fax, correo electrónico, teléfono móvil, Internet, facebook..., la soledad convierte a la persona en una isla incomunicada. Conflictos por el bombardeo que recibe de un ambiente dominado por la libertad sin límites; la sexualidad descontrolada; la comodidad, la ambición del poder, el dinero y la utilidad como valores absolutos. Y a todo se une la indiferencia religiosa y la unión matrimonial sin compromiso.
Comprometido con la justicia social.
Crecen los deseos por una justicia equitativa y la lucha por los derechos humanos. Es mayor el compromiso por la liberación de personas y pueblos. Avanzan los sistemas democráticos y el rechazo de toda forma de dictadura. Cada vez más aumenta la solidaridad para ayudar al necesitado y colaborar por causas comunes tanto a nivel local como nacional y aun internacional. Y en el mundo actual, y a pesar de las guerras, crecen los trabajos por la paz social y por el triunfo de la soberanía popular en la vida política.
Pero impotente ante la injusticia social.
Y cae en le pasividad ante la injusticia social. Palpa la falta de justicia en la desigualdad afrentosa que existe entre clases sociales, las naciones y continentes, en el trato que los más favorecidos dispensan a personas, clases sociales o pueblos subdesarrollados. Y predomina la “cultura de la pasividad”, la ética del egoísmo tanto en personas como en grupos y comunidades nacionales e internacionales.
Esclavo y dependiente.
Esclavo de “la calle”, de la presión mediática y de la información que recibe en muchas ocasiones contraria a la educación familiar recibida. No es de extrañar su confusión ante las ideologías por la mezcla de ideas diferentes y opuestas a la moral cristiana y a las creencias religiosas que recibió en la primera educación. La calle vence a la familia. No hay claridad y sí nuevas preguntas.
Desconcertado ante la revolución de la mujer
En las últimas décadas creció la reivindicación de la mujer en su papel en la sociedad frente al varón. Sigue el machismo, surge el feminismo, y en ocasiones vence la madre al cónyuge que se siente afectivamente aislado.
Prisionero de las estructuras aunque no lo reconozca.
La opresión y desigualdad del mundo actual quedan fortalecidas gracias a unas estructuras injustas, las denominadas estructuras de pecado. Algunos ejemplos: la vigencia de sistemas económicos que minimizan al hombre; la dependencia económica, tecnológica, política y cultural que mantienen las multinacionales; la necesidad en países subdesarrollados de vender las materias primas a bajo costo y comprar su manufacturación a precios que los hipotecan; la deuda económica de los países pobres cada vez mayor ante la insensibilidad de los que debían responder con generosidad, lo que recibe el agricultor y paga el comprador, etc.
INCOMPLETO EL RETRATO del hombre de la aldea global sin la descripción de sus rasgos éticos, trascendentales y religiosos. Tema por desarrollar.