¿Es suficiente la doctrina de Mounier para alcanzar la plenitud humana?
El personalismo del filósofo Mounier es fundamental pero necesita otros criterios más actuales para conseguir la plenitud humana. En los últimos 60 años mucho avanzaron la psicología, la pedagogía, las obras de terapia y de autoayuda. Antes y después del investigador francés Emmanuel Mounier sobre el personalismo, innumerables autores expusieron los valores y virtudes humanas que integran la plenitud como madurez de la personalidad. Entre los centenares de obras sobre autoestima y superación, selecciono algunas que he tenido más presente. Así, por ejemplo: para ganar amigos (Dale Carnegie), para ejercer las virtudes humanas (David Isaacs), para lograr un mayor bienestar personal y familiar (Bernabé Tierno), para conseguir el éxito social mediante los l0 hábitos más impactantes (Robert Ringer), las 100 claves del éxito de Obama (R. L. Swan), la selección de valores para vivir plenamente (G. Villapalos-A.L. Quintás). Y algunas de las respuestas que integran los protagonistas del Eneagrama (R. Riso).
Ante la extensión y riesgo de analizar la obra de Mounier me limitaré al pensamiento que considero nuclear. Para el tema completo de ”plenitud humana” expondré los criterios que más he manejado
Algunos criterios fundamentales de Mounier (1905-1950)
El controvertido filósofo cristiano, Mounier, difundió en sus obras el personalismo comunitario, filosofía de la vida que pone a la persona en comunidad como centro de todo. El principio es elemental: todos llamados a actuar por lo que somos más que por lo que hacemos y decimos. Por lo tanto, nuestra acción no estará fundamentalmente orientada al éxito sino al testimonio.
El mismo Emmanuel Mounier esbozó cinco puntos necesarios para que el individuo pueda llegar a desarrollarse en una sociedad personalista y comunitaria:
1. Salir de sí mismo; esto es, luchar contra el egocentrismo, narcisismo, individualismo.
2. Comprender es situarse en el punto de vista del otro y no buscar en el otro a uno mismo ni verlo como algo genérico, sino acoger al otro en su diferencia.
3. Tomar sobre sí mismo, asumir, y no solamente en el sentido de compadecer, sino de sufrir con el dolor, el destino, la pena, la alegría y el trabajo de los otros.
4. Dar sin reivindicarse como en el individualismo pequeño burgués y sin la lucha a muerte con el destino como los existencialistas. Una sociedad personalista se basa, por el contrario, en la donación y en el desinterés. De ahí el valor liberador del perdón.
5. Ser fiel considerando la vida como una aventura creadora, que exige fidelidad a la propia persona.
También expone el amor a otros, amor que reconcilia al hombre consigo mismo, lo exalta y transfigura y le deja abierto a la trascendencia.
Criterios complementarios
Al núcleo de la doctrina de Mounier me permito añadir otros criterios de varios autores que enriquecen el camino para lograr la madurez personal. En plan telegráfico presento los que me parecen más significativos.
Encontrar y desarrollar la opción fundamental. Porque es la que da sentido a la vida, configura a la persona, aglutina los diversos factores de la personalidad, define al hombre ante sí mismo y ante los demás, brota del centro y condiciona los demás actos, abarca totalmente al hombre.... En definitiva, la opción fundamental es la que está detrás de cualquiera del sí o del no de nuestra libertad.
Saber qué amar y a quién odiar. Urge trabajar en la madurez afectiva integrada por la constancia en el buen humor, el entusiasmo y la aceptación del fracaso y del éxito. Y contestar al interrogante: ¿por qué amar al prójimo con una relación de donación? En primer lugar por la dignidad de la persona.
Alimentar la ilusión. Porque ilusionada es la persona que tiene una esperanza, un ideal o proyecto atractivo que vive con amor, entusiasmo y alegría.
Actuar con entusiasmo. El entusiasmo o endiosamiento es una actitud compleja que comprende la valoración grande por el ideal-proyecto-misión o esperanza que se convierte en “la mística” de una vida.
Enriquecer y profundizar las motivaciones. El amor-comunión se alimenta con las motivaciones o razones que entusiasman e ilusionan. Si las exigencias son interiorizadas como parte del ideal, se practicarán con ilusión y entusiasmo hasta llegar al “sí” profundo o entrega sin límite.
Mantener equilibrada la autoestima. Y no confundirla con el egoísmo ni con la soberbia. Se trata de buscar el bien para nuestra persona como expresión del impulso de la naturaleza. Atentan contra la autoestima equilibrada los complejos de inferioridad. A veces son el fruto de un trato humillante que desvalorizó y creó la impresión de inutilidad.
Virtudes humanas
Imposible exponer las indefinidas actitudes positivas propias del ser humano. Solamente algunos ejemplos sin querer agotar el tema.
La sensibilidad ante el prójimo necesitado que conduce al servicio desinteresado. En definitiva: la capacidad de sentir las tristezas, necesidades del otro. Y también sus alegrías y esperanzas.
La aceptación de sí mismo pide tomar conciencia de nuestro yo con sus valores, posibilidades y limitaciones a nivel global y en las principales facetas. Mucho ayudará el conocimiento, lo más exacto posible de los valores temperamentales y caracterológicos con sus respectivos defectos. Y también la presencia de otras virtudes complementaria como la humildad, la responsabilidad, el valor y la esperanza.
Libertad con amor responsable. Se impone fortalecer la voluntad y enfocar la libertad con responsabilidad para actuar según la opción fundamental que orienta hacia lo que más amamos. De esta manera la libertad estará capacitada para dominar los impulsos, trabajar en la tarea de la autoliberación y aceptar el sufrimiento.
Fortalecer la voluntad. El secreto de la personalidad radica en poner la voluntad al servicio de la opción fundamental. De esta manera la persona goza de la madurez volitiva que se manifiesta en la recta independencia ante otras personas, en la energía y prontitud para tomar decisiones y en la fortaleza para decir un “sí” coherente a las convicciones, sean cuales fueren los obstáculos. ¿Dónde radica el secreto de una fortaleza paciente y constante? En el amor al ideal de vida o a personas concretas.
Enfocar la libertad con responsabilidad. Entre los valores y actitudes de la personalidad destaca la libertad motivada por el amor y ejercida con responsabilidad. ¿Cómo se manifiesta? Como libertad, en la opción rápida, fácil y agradable ante las alternativas ordinarias y extraordinarias. Como libertad responsable se manifiesta en la respuesta consciente y coherente a los compromisos asumidos.
Dominar los impulsos. Cuando no se vive como se piensa, se termina pensando como se vive. Aquí tienen un papel decisivo los impulsos, fuerzas para el bien o para el mal. Y así, la verdad como la responsabilidad pueden ser ofuscadas por los excesos en el comer, beber y fumar. Urge, pues, la madurez impulsiva de quien ha logrado dominar sus tendencias, es responsable ante el deber, comer, beber, descansar y en la vida sexual.
Aceptar e integrar el sufrimiento. Aprender a sufrir es un arte difícil pero necesario. Es cierto que la persona sufre más de lo que puede porque no sufre como debe. También es cierto que el dolor aceptado es medio dolor, pero rechazado es doble dolor. Para aprender a sufrir se impone la aceptación del dolor como ley inevitable de vida, que si no es rechazado, ayuda a madurar.
Comprensión y tolerancia. Ante una indignación persistente, procurar pensar en otras cosas y cultivar gestos de serenidad, dominio y paz. ¿Dónde radica la base de la tolerancia? En la comprensión como la actitud de quien acepta que su opinión es una más y que necesita armonizarse con las demás. La persona tolerante procura ampliar sus opiniones con la del prójimo y tiene la humildad de analizar lo positivo que hay en otras visiones o en otras conductas.
Ser fiel y honrado. La persona honrada y fiel se caracteriza por el respeto a los derechos del prójimo mediante el cumplimiento de sus obligaciones y compromisos. Quien vive de manera honrada y fiel posee también una conciencia bien formada, honesta, éticamente intachable por su gran sentimiento del deber y del honor personal.
Decidir con firmeza. Para superar los obstáculos la persona necesita firmeza de ánimo, esa energía de carácter que capacita a la voluntad para no desistir ante el peligro, la adversidad o las dificultades de cualquier nivel. Y necesita también la fortaleza, mezcla de valor y prudencia, virtud con la que podrá moderar el miedo por una parte y frenar la temeridad-audacia por el otro extremo.
Perseverar con paciencia. Es muy necesaria esta expresión de la fortaleza para aceptar las adversidades de la vida sin dejarse llevar por el pesimismo, el desaliento o la tristeza. La persona paciente afronta de manera digna de alabanza todos los males que le acosan para mantener la jerarquía de valores y compromisos aceptados. Es un ideal pasar de la simple resignación sin quejas a la paz en el sufrimiento, a la aceptación gozosa por compartir el misterio redentor de la cruz y la suerte adversa de quines lo pasan peor.
Y la humildad, actitud y respuesta de quien juzga con objetividad lo que es, lo que puede y debe. Y no se contempla como el ombligo del mundo.
Terapias para la madurez de la personalidad
Hoy día son innumerables las modalidades de autoliberación y las técnicas de relajación. Para nuestro propósito destacamos la necesidad de una definición ante la vida con un proyecto concreto que tenga como fundamento el autoconocimiento y con una recta valoración de la propia personalidad
Buscar y adherirse a la verdad ordenando la propia vida según las exigencias de la verdad. En definitiva, la responsabilidad se guía por el concepto y amor hacia la verdad que caracteriza la madurez mental. Pero este amor a la verdad se manifiesta en el equilibrio de juicio y de comportamiento, en la prudencia, en el juicio firme, objetivo, reflexivo, equilibrado y sincero.
Quitar preocupaciones con la práctica de la autoliberación. Para quitar preocupaciones sirve el examen sereno sobre las causas, efectos y caminos "objetivos" de los problemas. Y, sobre todo, la aceptación valiente de los males inevitables de quien pone de su parte lo que puede y debe realizar.
Ayudarse con las técnicas de relajación. En concreto, para conseguir la serenidad, se pueden utilizar las técnicas de "relajación" como ejercicios de yoga o zen, meditación trascendental, control de la mente, etc. También pueden considerarse como técnicas una vida higiénica con distracciones, ejercicios físicos, sana alimentación, sueño suficiente. Y sin olvidar el poder y práctica de la oración.
Ante la extensión y riesgo de analizar la obra de Mounier me limitaré al pensamiento que considero nuclear. Para el tema completo de ”plenitud humana” expondré los criterios que más he manejado
Algunos criterios fundamentales de Mounier (1905-1950)
El controvertido filósofo cristiano, Mounier, difundió en sus obras el personalismo comunitario, filosofía de la vida que pone a la persona en comunidad como centro de todo. El principio es elemental: todos llamados a actuar por lo que somos más que por lo que hacemos y decimos. Por lo tanto, nuestra acción no estará fundamentalmente orientada al éxito sino al testimonio.
El mismo Emmanuel Mounier esbozó cinco puntos necesarios para que el individuo pueda llegar a desarrollarse en una sociedad personalista y comunitaria:
1. Salir de sí mismo; esto es, luchar contra el egocentrismo, narcisismo, individualismo.
2. Comprender es situarse en el punto de vista del otro y no buscar en el otro a uno mismo ni verlo como algo genérico, sino acoger al otro en su diferencia.
3. Tomar sobre sí mismo, asumir, y no solamente en el sentido de compadecer, sino de sufrir con el dolor, el destino, la pena, la alegría y el trabajo de los otros.
4. Dar sin reivindicarse como en el individualismo pequeño burgués y sin la lucha a muerte con el destino como los existencialistas. Una sociedad personalista se basa, por el contrario, en la donación y en el desinterés. De ahí el valor liberador del perdón.
5. Ser fiel considerando la vida como una aventura creadora, que exige fidelidad a la propia persona.
También expone el amor a otros, amor que reconcilia al hombre consigo mismo, lo exalta y transfigura y le deja abierto a la trascendencia.
Criterios complementarios
Al núcleo de la doctrina de Mounier me permito añadir otros criterios de varios autores que enriquecen el camino para lograr la madurez personal. En plan telegráfico presento los que me parecen más significativos.
Encontrar y desarrollar la opción fundamental. Porque es la que da sentido a la vida, configura a la persona, aglutina los diversos factores de la personalidad, define al hombre ante sí mismo y ante los demás, brota del centro y condiciona los demás actos, abarca totalmente al hombre.... En definitiva, la opción fundamental es la que está detrás de cualquiera del sí o del no de nuestra libertad.
Saber qué amar y a quién odiar. Urge trabajar en la madurez afectiva integrada por la constancia en el buen humor, el entusiasmo y la aceptación del fracaso y del éxito. Y contestar al interrogante: ¿por qué amar al prójimo con una relación de donación? En primer lugar por la dignidad de la persona.
Alimentar la ilusión. Porque ilusionada es la persona que tiene una esperanza, un ideal o proyecto atractivo que vive con amor, entusiasmo y alegría.
Actuar con entusiasmo. El entusiasmo o endiosamiento es una actitud compleja que comprende la valoración grande por el ideal-proyecto-misión o esperanza que se convierte en “la mística” de una vida.
Enriquecer y profundizar las motivaciones. El amor-comunión se alimenta con las motivaciones o razones que entusiasman e ilusionan. Si las exigencias son interiorizadas como parte del ideal, se practicarán con ilusión y entusiasmo hasta llegar al “sí” profundo o entrega sin límite.
Mantener equilibrada la autoestima. Y no confundirla con el egoísmo ni con la soberbia. Se trata de buscar el bien para nuestra persona como expresión del impulso de la naturaleza. Atentan contra la autoestima equilibrada los complejos de inferioridad. A veces son el fruto de un trato humillante que desvalorizó y creó la impresión de inutilidad.
Virtudes humanas
Imposible exponer las indefinidas actitudes positivas propias del ser humano. Solamente algunos ejemplos sin querer agotar el tema.
La sensibilidad ante el prójimo necesitado que conduce al servicio desinteresado. En definitiva: la capacidad de sentir las tristezas, necesidades del otro. Y también sus alegrías y esperanzas.
La aceptación de sí mismo pide tomar conciencia de nuestro yo con sus valores, posibilidades y limitaciones a nivel global y en las principales facetas. Mucho ayudará el conocimiento, lo más exacto posible de los valores temperamentales y caracterológicos con sus respectivos defectos. Y también la presencia de otras virtudes complementaria como la humildad, la responsabilidad, el valor y la esperanza.
Libertad con amor responsable. Se impone fortalecer la voluntad y enfocar la libertad con responsabilidad para actuar según la opción fundamental que orienta hacia lo que más amamos. De esta manera la libertad estará capacitada para dominar los impulsos, trabajar en la tarea de la autoliberación y aceptar el sufrimiento.
Fortalecer la voluntad. El secreto de la personalidad radica en poner la voluntad al servicio de la opción fundamental. De esta manera la persona goza de la madurez volitiva que se manifiesta en la recta independencia ante otras personas, en la energía y prontitud para tomar decisiones y en la fortaleza para decir un “sí” coherente a las convicciones, sean cuales fueren los obstáculos. ¿Dónde radica el secreto de una fortaleza paciente y constante? En el amor al ideal de vida o a personas concretas.
Enfocar la libertad con responsabilidad. Entre los valores y actitudes de la personalidad destaca la libertad motivada por el amor y ejercida con responsabilidad. ¿Cómo se manifiesta? Como libertad, en la opción rápida, fácil y agradable ante las alternativas ordinarias y extraordinarias. Como libertad responsable se manifiesta en la respuesta consciente y coherente a los compromisos asumidos.
Dominar los impulsos. Cuando no se vive como se piensa, se termina pensando como se vive. Aquí tienen un papel decisivo los impulsos, fuerzas para el bien o para el mal. Y así, la verdad como la responsabilidad pueden ser ofuscadas por los excesos en el comer, beber y fumar. Urge, pues, la madurez impulsiva de quien ha logrado dominar sus tendencias, es responsable ante el deber, comer, beber, descansar y en la vida sexual.
Aceptar e integrar el sufrimiento. Aprender a sufrir es un arte difícil pero necesario. Es cierto que la persona sufre más de lo que puede porque no sufre como debe. También es cierto que el dolor aceptado es medio dolor, pero rechazado es doble dolor. Para aprender a sufrir se impone la aceptación del dolor como ley inevitable de vida, que si no es rechazado, ayuda a madurar.
Comprensión y tolerancia. Ante una indignación persistente, procurar pensar en otras cosas y cultivar gestos de serenidad, dominio y paz. ¿Dónde radica la base de la tolerancia? En la comprensión como la actitud de quien acepta que su opinión es una más y que necesita armonizarse con las demás. La persona tolerante procura ampliar sus opiniones con la del prójimo y tiene la humildad de analizar lo positivo que hay en otras visiones o en otras conductas.
Ser fiel y honrado. La persona honrada y fiel se caracteriza por el respeto a los derechos del prójimo mediante el cumplimiento de sus obligaciones y compromisos. Quien vive de manera honrada y fiel posee también una conciencia bien formada, honesta, éticamente intachable por su gran sentimiento del deber y del honor personal.
Decidir con firmeza. Para superar los obstáculos la persona necesita firmeza de ánimo, esa energía de carácter que capacita a la voluntad para no desistir ante el peligro, la adversidad o las dificultades de cualquier nivel. Y necesita también la fortaleza, mezcla de valor y prudencia, virtud con la que podrá moderar el miedo por una parte y frenar la temeridad-audacia por el otro extremo.
Perseverar con paciencia. Es muy necesaria esta expresión de la fortaleza para aceptar las adversidades de la vida sin dejarse llevar por el pesimismo, el desaliento o la tristeza. La persona paciente afronta de manera digna de alabanza todos los males que le acosan para mantener la jerarquía de valores y compromisos aceptados. Es un ideal pasar de la simple resignación sin quejas a la paz en el sufrimiento, a la aceptación gozosa por compartir el misterio redentor de la cruz y la suerte adversa de quines lo pasan peor.
Y la humildad, actitud y respuesta de quien juzga con objetividad lo que es, lo que puede y debe. Y no se contempla como el ombligo del mundo.
Terapias para la madurez de la personalidad
Hoy día son innumerables las modalidades de autoliberación y las técnicas de relajación. Para nuestro propósito destacamos la necesidad de una definición ante la vida con un proyecto concreto que tenga como fundamento el autoconocimiento y con una recta valoración de la propia personalidad
Buscar y adherirse a la verdad ordenando la propia vida según las exigencias de la verdad. En definitiva, la responsabilidad se guía por el concepto y amor hacia la verdad que caracteriza la madurez mental. Pero este amor a la verdad se manifiesta en el equilibrio de juicio y de comportamiento, en la prudencia, en el juicio firme, objetivo, reflexivo, equilibrado y sincero.
Quitar preocupaciones con la práctica de la autoliberación. Para quitar preocupaciones sirve el examen sereno sobre las causas, efectos y caminos "objetivos" de los problemas. Y, sobre todo, la aceptación valiente de los males inevitables de quien pone de su parte lo que puede y debe realizar.
Ayudarse con las técnicas de relajación. En concreto, para conseguir la serenidad, se pueden utilizar las técnicas de "relajación" como ejercicios de yoga o zen, meditación trascendental, control de la mente, etc. También pueden considerarse como técnicas una vida higiénica con distracciones, ejercicios físicos, sana alimentación, sueño suficiente. Y sin olvidar el poder y práctica de la oración.