¿Porqué el sufrimiento es la antítesis de la paz?

Partimos de estas dos afirmaciones: el sufrimiento y la paz interna son incompatibles. Más aún, el sufrimiento se presenta como la antítesis y el gran obstáculo de la paz. ¿Sus causas? Son múltiples, tanto las directas como las indirectas. Cuando el sufrimiento es fuerte y constante se convierte en una preocupación con los efectos de ansiedad, desasosiego y angustiva vital. Y si profundizamos en la situación de sufrimiento-preocupación, descubriremos la presencia de una crisis personal que repercute con la confusión en la mente y con el malestar en la vida. También puede influir en el dolor-sufrimiento algún que otro conflicto familiar, profesional o cívico. Especialmente, cuando la persona no se siente aceptada, valorada ni amada. Por supuesto, si los conflictos se prologan, las relaciones interpersonales se hacen tensas y desaparece la paz en la convivencia. Así mismo, el sufrimiento se acentúa cuando la crisis personal y los conflictos interpersonales se desenvuelven en un ambiente de violencia que hacen brotar con mayor intensidad la agresividad y el miedo.
Como resumen: innumerables son las causas que provocan el sufrimiento. Entre ellas, proponemos esta relación: de la violencia surgen las tensiones, y de los conflictos brotan las crisis y las preocupaciones que terminan en el pozo negro del sufrimiento humano.

El sufrimiento humano, antítesis de la paz personal Si la paz se entiende como un estado de tranquilidad, sosiego, cierto bienestar, orden y quietud, el sufrimiento es la situación anímica opuesta al provocar:
-una emoción negativa de malestar porque alguna estructura de la persona está en peligro. O quizás porque el sufrimiento amenaza total o parcialmente la integridad del yo individual o de las personas queridas;
-una desarmonía entre lo esperado y lo que se experimenta porque . aparece una insuficiencia de energías a la hora de responder normalmente con los estímulos;
-la experiencia de incapacidad a la hora de dar respuestas normales,. de poder contrarrestar el bombardeo de estímulos nocivos o triviales del medio circundante.

Algunos factores que explican el sufrimiento
Además de los enumerados, (la presencia de un mal físico o moral, el peligro para la persona, la incapacidad ante el mal), se pueden enumerar las frustraciones, el rechazo del dolor, el peligro para el poder y poseer, el descontrol periférico y la visión pesimista.
Las frustraciones. El drama del hombre surge cuando contempla que la vida no le ofrece un mínimo de compensaciones a sus legítimas aspiraciones. En una persona frustrada (desigualdad entre aspiraciones y realizaciones), surge fácilmente la agresividad y la tentación de la violencia;
El dolor físico rechazado. El dolor perturba la paz interior y mucho más cuando se le resiste. En el fondo de una paz perdida está el sufrimiento rechazado;
Peligro para el poder y poseer. Cuando se desequilibra el legítimo impulso a poseer-poder-e-influir surge el conflicto interior, que pronto salta al exterior en formas de agresividad abierta o camuflada. Los fracasos, los objetivos bloqueados, las ilusiones tronchadas, las humillaciones recibidas, desgarran la unidad del yo y ponen en peligro la serenidad personal y la convivencia pacífica;
El descontrol del «yo periférico». Los impulsos sin control hacen triunfar al yo superficial o periférico sobre el yo profundo. Este descontrol desequilibra a la persona y debilita a la voluntad para cumplir las exigencias de la paz;
La visión pesimista. Es la actitud de quien cree que el eje de toda realidad es el sufrimiento universal que está en el nacimiento, enfermedad, muerte, en la unión con lo que uno no ama, en la separación de lo que uno ama y en el no poder obtener lo que uno desea. Para esta persona todo es dolor-sufrimiento.

Situaciones de dolor-sufrimiento.
En la vida de los mortales se da como un via-crucis con múltiples situaciones de sufrimiento o dolor humano. Algunos ejemplos de la persona cuando:
es injustamente criticada, traicionada, rechazada y hasta condenada;
no encuentra sentido alguno a los sufrimientos inevitables de la vida,
dramatiza sus incoherencias, sus pecados contra el projimo y contra Dios;
experimenta como suyos el dolor de los inocentes: como los hijos de divorciados, los padres de drogadictos, los contagiados por el sida, los millones de niños que mueren de hambre; los que trabajan en condiciones inhumanas mientras otros se enriquecen fácilmente; los cónyuges y niños abandonados por la pareja, los asesinados por el terrorismo; los torturados, las víctimas de los abusos sexuales...;
se siente aplastada por la enfermedad, los fracasos o la ancianidad. Le duele de modo especial la humillación de la dependencia;
vive sola sin consuelo alguno en los momentos de enfermedad o de fracaso. Está abandonada de todos, familiares y amigos;
comprueba que no respetan sus derechos y que no tiene medios para su defensa;
pierde a los seres queridos, familiares y amigos. Y con su ausencia, muere también la ilusión por vivir;
le detectaron una enfermedad incurable y ve que pronto morirá. Pero no quiere morir porque su presencia es necesaria para los seres queridos;
la fe parece apagarse pues “Dios no la oye” Y la esperanza está ausente pues cree que con la muerte se acabó todo. En cuanto al amor, su balance es muy negativo: por su egoísmo y soberbia. Su vida, una inutilidad.

Diversos factores y causas del sufrimiento
El sufrimiento es mayor cuando los factores y las situaciones aludidas se desarrollan en un ambiente violento lleno de tensiones y cuando la persona padece los efectos de sus crisis internas, los conflictos extenos y toda clase de preocupación que la sumergen en la apatía y hasta la desesperación.

Las preocupaciones La persona preocupada sufre un estado emocional negativo que en ocasiones interfiere en el razonamiento lógico, le provoca intranquilidad, inquietud, angustia, ansiedad, nerviosismo, impaciencia, fatigabilidad, cansancio y dificultad para concentrarse. El que está dominado por las preocupaciones es el tipo inquieto, angustiado, muy distraído en sus actividades mentales, pronto para alarmarse o afligirse. Persona desasogada, obsesionada, impaciente pero con ansias de reponsabilizarse.

La crisis sobre la verdad De la compleja problemática de la crisis personal, elegimos como causa de sufrimiento las dudas referentes a la verdad sobre la vida, la valoración integral de los acontecimientos, las cosas y las relaciones. Sufre quien no tiene respuesta al por qué vivir, sufrir y morir; quien comprueba que es una persona fracasada y sin ninguna motivación para vivir.. Y sufre también todo individuo dominado por el escepticismo ante «los grandes ideales» propuestos o porque tiene que resignarse impotente a la hora de rectificar la actual situación. El escepticismo y la resignación hacen sufrir y conducen a respuestas agresivas.

Las tensiones Entre las manifestaciones sobresalen las que brotan de las actitudes radicalizadas, tanto del conservador como del progresista. Unas y otras provocan conflictos, suscitan respuestas violentas: sufren ellos mismos y hacen sufrir a otros. El clima de tensiones está integrado también por la discordia o disensión de personas fuera de los límites que impone la convivencia y el pluralismo; por la contienda o discusión violenta con las palabras; la riña o refriega entre personas privadas a base de golpes y heridas, el cisma como voluntaria ruptura de la unidad y la sedición que se origina al formar bandos o partidos en el seno de una localidad o de una nación con objeto de conspirar o de promover tumultos.

Los conflictos familiares y sociales Algunos conflictos más típicos son los que originan los cónyuges que buscan “su felicidad” a costa del sacrificio de su pareja y de sus hijos; el enfrentamiento de padres-hijos con faltas de respeto; los machistas que maltratan y esclavizan a su mujer (en ocasiones llegan hasta el homicidio) aprovechándose de su inferioridad física y de su amor de madre; la duda ante una nueva maternidad por las dificultades económicas y por el respeto a su conciencia; los abortistas con el problema interior antes, en y después de abortar o no; el amor posesivo de la madre que olvida al esposo; la ingratitud e insensibilidad de los hijos que no dan el cariño ni el respeto que los padres merecen y necesitan; los abuelos que son marginados y recluídos en una residencia cuando podían recibir el afecto familiar.

El clima de violencia Los inevitables conflictos de toda convivencia degeneran con frecuencia en actos de violencia entre las personas, los grupos sociales, los ciudadanos hasta llegar al terrorismo como expresión máxima de violencia.
La violencia como acción injusta contra la libertad o los bienes ajenos, admite varias formas: la estructural, revolucionaria, de las armas bélicas, la resistencia pasiva, la subversiva o terrorista, la que persigue la desestabilización mediante acciones antisociales y aun con crímenes... y. la espiral. Es la violencia de las estructuras que provocan la reacción violenta subversiva, que es sofocada por la autoridad con medios violentos. Existe un círculo infernal de violencia que tiene su origen en la violencia estructural.
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