El Inmaculada Marillac, de las Hijas de la Caridad #10de10. Sor Asunción, la directora de un colegio que ha ayudado a sus alumnos con alimentación y tecnología
"Con la propagación del virus llegaron palabras que no estaban en nuestras agendas"
"Somos conscientes de que dejamos el aula, para llegar a cada hogar. Buscamos cómo mantener el proceso de aprendizaje"
"La solidaridad se pone en marcha y empezamos a pensar en el reparto de ordenadores que tenemos en el centro, en la compra de tarjetas SIM, en el reparto de alimentos, en buscar la conectividad de todos los alumnos y las familias… Incluso organizamos un grupo para estar muy pendientes de las personas enfermas dentro de la comunidad educativa"
"La solidaridad se pone en marcha y empezamos a pensar en el reparto de ordenadores que tenemos en el centro, en la compra de tarjetas SIM, en el reparto de alimentos, en buscar la conectividad de todos los alumnos y las familias… Incluso organizamos un grupo para estar muy pendientes de las personas enfermas dentro de la comunidad educativa"
(Ecclesia).- Asunción García tiene 55 años y podría ser una directora de colegio normal. Todos los días se levanta temprano y lo primero que hace en su trabajo es colocarse en la portería para saludar a sus alumnos de la Inmaculada de Marillac. La diferencia es que a su nombre hay que añadirle un ‘Sor’ y que antes de comenzar su labor en el colegio, tiene un rato de oración y una Misa. Por eso, tampoco una crisis provocada por una pandemia iba a ser igual.
El mes de febrero y los comienzos de marzo vienen marcados por noticias lejanas de un supuesto virus que ha puesto en jaque a China. Pero el calendario marcaba el 11 de marzo cuando a Sor Asunción y al resto de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl les llega un mensaje: se cierran los colegios y se suspenden las clases para evitar la propagación del virus. Unas «palabras que no estaban en nuestras agendas y que de golpe, sustituyen todos los eventos previstos. Se esfumaron las clases presenciales, desaparecieron los abrazos, adiós a las celebraciones y a los encuentros… En fin, llegó el COVID-19», cuenta Sor Asunción, «que aparentemente nos paralizó. De repente nos vimos en la tesitura de tener que reestructurar nuestro modo de actuar y de tener presencia sin estar presente».
Los alumnos se marchan a sus casas y los educadores y gerentes del centro se tienen que enfrentar a una situación que nunca se había dado. «Este reto nos lleva a buscar desde el primer momento y a trabajar en soluciones. Empezamos a proponer actividades lectivas, originales y creativas. Somos conscientes de que dejamos el aula, para llegar a cada hogar. Buscamos cómo mantener el proceso de aprendizaje para nuestros alumnos y cómo mantener su maduración humana y espiritual», explica la directora del colegio de Madrid. Y encuentran soluciones: «Esta inquietud nos lleva a encontrar en la tecnología el aliado perfecto».
Pero la distancia y el confinamiento no son el único problema. Con el virus, llega la crisis económica. «Ante nosotros tenemos una realidad que no podemos ocultar: falta de alimentos en muchas familias, paro -hay despidos y ERTES, carencia de medios tecnológicos, dificultad de encontrar espacios y tiempos para la actividad escolar…». Entonces «la solidaridad se pone en marcha y empezamos a pensar en el reparto de ordenadores que tenemos en el centro, en la compra de tarjetas SIM, en el reparto de alimentos, en buscar la conectividad de todos los alumnos y las familias… Incluso organizamos un grupo para estar muy pendientes de las personas enfermas dentro de la comunidad educativa».
No todas las familias tienen las mismas facilidades a la hora de afrontar esta situación. A veces faltan ordenadores y dispositivos, otras veces no hay tiempo porque las horas lectivas coinciden con el horario de trabajo de los padres y en ocasiones… lo que falta es la propia comida. «Tenemos claro que queremos estar al lado de las personas y familias que lo están pasando peor. La solidaridad se ha hecho eco de aquellas realidades a las que tenemos que dar respuesta. No solo estar cerca de las familias, sino que hemos intentado transmitirles nuestra oración. Rezamos por todos, ponemos ante Cristo la realidad y el dolor de muchas familias».
«Dice el Salmo: ‘Señor, tú nos darás la paz, porque todas las empresas nos las realizas tú»‘. Sor Asunción dice que esta frase resume esta experiencia. Asegura que estas iniciativas para ayudar a sus alumnos y familiares «ha sido el Señor el que ha ido poniendo las respuestas a través de nuestros brazos. Han sido muchos días rezando a María Milagrosa por todos y por toda la realidad que teníamos que gestionar. Por eso he sentido con fuerza, la unión y la sensibilidad de muchas personas. Gracias porque en este tiempo de dolor se ha descubierto la esperanza que proporciona Cristo».