La religiosa regresa de su viaje número 27 a Ucrania Sor Lucía: "Los ucranianos están defendiendo las fronteras, no solo de su país, sino de Europa"
Hemos tenido la oportunidad de escuchar el relato de aquellos que no saben si sus seres queridos aún viven o están en cautiverio. Tuvimos conversaciones con jóvenes a los que hace unos meses habíamos visto recién heridos y en estado grave en el hospital de Kiev, y que ahora se recuperan en algún sanatorio en el interior del País
Hoy les duele la indiferencia absoluta y el abandono y olvido del mundo de su drama: Se sienten solos
En la frontera con Polonia, en la parte polaca, sufrimos el acoso de aquellos que quisieron controlar y pedir documentos que nunca se nos habían pedido, y que para conseguirlos nos remitían a unos chiringuitos de amigos y colegas para hacer unos papeles con los que nos sacaban dinero, y que al regresar a la frontera, nunca nos pidieron. No nos daban factura ni dejaban pagar con tarjeta… Esa es la corrupción de una frontera
En la frontera con Polonia, en la parte polaca, sufrimos el acoso de aquellos que quisieron controlar y pedir documentos que nunca se nos habían pedido, y que para conseguirlos nos remitían a unos chiringuitos de amigos y colegas para hacer unos papeles con los que nos sacaban dinero, y que al regresar a la frontera, nunca nos pidieron. No nos daban factura ni dejaban pagar con tarjeta… Esa es la corrupción de una frontera
Acabo de regresar de mi viaje número 27 a Ucrania. Han sido días en los que hemos podido compartir con los heridos y con personas que tienen a sus hijos, a sus hermanos, a sus maridos, familiares o amigos en el frente. Hemos tenido la oportunidad de escuchar el relato de aquellos que no saben si sus seres queridos aún viven o están en cautiverio. Tuvimos conversaciones con jóvenes a los que hace unos meses habíamos visto recién heridos y en estado grave en el hospital de Kiev, y que ahora se recuperan en algún sanatorio en el interior del País junto a aquellos que han sido liberados del cautiverio en el que han destrozado sus cuerpos a fuerza de malos tratos, golpes y acoso psicológico.
La situación es cada vez más desoladora. Los ataques masivos a la población civil se multiplican cada día y las alarmas no dejan de sonar, generando una sensación de temor, de terror y de inestabilidad, en un país que se desangra y que fue el foco de atención de muchos durante muy pocos . Hoy les duele la indiferencia absoluta y el abandono y olvido del mundo de su drama: Se sienten solos.
No somos conscientes de que estamos amenazados por una guerra, porque quien está dirigiendo los hilos de la violencia, y concretamente de esa guerra, es un loco. Los ucranianos están defendiendo las fronteras, no solo de su país, sino de Europa. Están defendiendo los valores de la libertad y de la democracia y lo están haciendo con sus propias vidas pagando un precio muy alto con la sangre de gente muy joven.
En este viaje me impresionó particularmente la corrupción que crece alrededor de una guerra. Unos sufren sus consecuencias y pierden absolutamente todo, mientras otros se friegan las manos y hacen sus negocios. En la frontera con Polonia, en la parte polaca, sufrimos el acoso de aquellos que quisieron controlar y pedir documentos que nunca se nos habían pedido, y que para conseguirlos nos remitían a unos chiringuitos de amigos y colegas para hacer unos papeles con los que nos sacaban dinero, y que al regresar a la frontera, nunca nos pidieron. No nos daban factura ni dejaban pagar con tarjeta… Esa es la corrupción de una frontera.
Allí también vimos el maltrato hacia los ucranianos que están sufriendo la guerra y además sufren a sus vecinos de Bielorrusia, Hungría y Polonia con tratos humillantes.
Me ha llamado mucho la atención que en medio de un Sanatorio que está en un parque muy grande en el que se recuperan muchos heridos, éstos han pedido que se construya una capilla. Muchos han abrazado la fe como un camino de recuperación, de dignidad y de sentido para sus vidas. El director del sanatorio me decía: “Nosotros siempre decimos que en las trincheras no hay ateos”. Me sorprendió cómo los heridos y el personal sanitario acariciaba y recibía con devoción los rosarios enviados por el Papa Francisco.
Una última reflexión nace de mi encuentro y de mi diálogo con altos cargos militares que estuvieron en el frente y que allí fueron heridos y algunos de ellos que aun hoy tienen responsabilidades en esta maldita guerra. Al explicarles que un niño me pedía le ayudara a localizar a su padre que había desaparecido y al decirles que les han robado la infancia, uno de ellos me confesó: “fui herido en el año 2015 en un enfrentamiento y estuve en la primera línea en varias oportunidades a fuego abierto, y te aseguro que tu vida ya no vuelve a ser igual”. Un compañero suyo me dijo: “Viví lo mismo y nunca más he vuelto a dormir más de tres horas seguidas sin un sobresalto. La guerra te marca para siempre, la guerra te enloquece, la guerra no termina cuando se acaban los fuegos, los ataques y las masacres: todo eso queda marcado en tus retinas y en tu corazón y te impide vivir una vida normal”.
He sentido el agradecimiento profundo por nuestras visitas y he renovado mi compromiso de seguir abriendo corredores humanitarios para llevar un poco de esperanza.
Voy a seguir y permitidme que os diga corazón hubiera abierto y no sin emoción que os pido y os suplico que me sigáis ayudando a ayudar.
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