A través de Internet, sor Consuelo viajó a Toronto en 1942, para visitar a Lucy Maud Montgomery y hacerle ver lo que admiraba a la autora de Ana de las Tejas Verdes, que ya tenía 67 años. Sor Consuelo llamó a la puerta. Lucy se sorprendió: no era corriente ver a una monja en Canadá, si bien estaba acostumbrada a recibir fans de todo el mundo. Mientras tomaban una taza de té, la monjita le dijo:
-Vine a salvar a esa pobre niña huérfana.
-¿Ana Shirley?
-No, a usted. Vi su foto de niña desvalida en Internet. Es una pena que una vida tan extraordinaria acabe así.
Lucy suspiró nerviosa y dijo:
-Estoy otra vez sola. Y han rechazado mi última novela de Ana.
-Razón de más para aferrarse a la vida, a Dios.
La célebre autora no se esperaba aquella aparición, máxime cuando sor Consuelo desapareció veloz de vuelta al siglo XXI. Le había parecido un sueño, pero Lucy decidió seguir viviendo su vejez hasta que Dios quisiera. Corrigió de nuevo su última novela sobre Ana y se la publicaron. Fue la mejor de la serie para los siglos venideros.