Nuevo Año

La ELA ya tenía a Rosana en silla de ruedas hacía tiempo. Rosana era de buena familia, aunque la vida de eso no entiende. Solía pasar las mañanas al sol conversando con algún tendero de Albera, y sor Consuelo, cuando pasaba a hacer sus obras de piedad, se paraba a charlar con ella de cualquier tema agradable. Rosana siempre añadía:

-Tengo muchas ganas de que empiece el año próximo.

Porque se decía que al siguiente año los americanos sacarían el gran invento para curar la ELA. Así que el deseo de futuro de Rosana era incluso ansiedad.

Y sor Consuelo, una semana después, le preguntaba:

-¿Cómo van los planes para el año próximo?

Y Rosana le contaba sus estupendos planes para cuando estuviera mejor.

Mas llegó el año próximo y Rosana se fue al cielo. La vieja sor Consuelo rezaba ante María Auxiliadora en la iglesia de San Pablo.

-¿Por qué ella y no yo?

Y la Virgen le susurraba:

-Rosana ya está conmigo para siempre.
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