Todos somos migrantes. La historia de la humanidad así lo demuestra. También en la naturaleza tenemos claros ejemplos de migraciones periódicas. Salir de la propia tierra, para adentranse en nuevas oportunidades, buscando un futuro mejor es algo que nos constituye como humanidad. La propia experiencia que vemos en la Biblia nos habla de un pueblo peregrino, que se reconoce como comunidad, que busca un futuro mejor para los suyos y encuentra su identidad en la experiencia de Éxodo, de ponerse en camino.

La recién estrenada "Migración: Un viaje patas arriba" es una nueva película de Illumination Entertainment, una nueva recreación de esta experiencia de ponerse en camino, de arriesgarse, de abrir horizontes, de crecer como personas.

La familia Mallard, una familia de patos vive plácidamente en un estanque de Nueva Inglaterra en Estados Unidos. Papá pato, Mack, un padre superprotector y miedoso, no concibe la vida sino dentro del estanque. Procura por todos los medios alimentar el miedo de sus hijos, transmitiéndoles esos mismos temores que el experimenta. La película se inicia con la narración de un cuento de Mack a sus hijos antes de irse a la cama, en el que habla de los peligros que les acechan en cada rincón del camino.

Mamá pata, Pam, por el contrario siente un deseo enorme de explorar nuevas aventuras, de abrirse a la vida y de ayudar a sus hijos a descubrir todo el mundo que está más allá de su estanque. Sus hijos –el adolescente Dax y la patita Gwen– reciben la visita en su estanque de un grupo de patos que están en su ruta migratoria hacia el sur, hacia Jamaica. Dax se enamora de Kim, una patita, y la familia les invita a todos a unirse al grupo para viajar juntos hacia el sur. Ellos cuentan las maravillas de estos lugares lejanos llenos de aventuras y de divertidas experiencias.

Pese a que Mack se cierra en banda, Pam consigue convencerle de que deben aprovechar la oportunidad. Bueno, de hecho, el que logra convencer a Mack es Dan, el tío cascarrabias y receloso a la aventura que ha vivido toda su vida en el estanque y que no ha evolucionado apenas en su larga vida. Mack tiene una catarsis cuando se ve reflejado en la vida de Dan, y decide abrirse al mundo fuera de su estanque, de su cascarón.

Los Mallard emprenden el viaje hacia el sur para pasar el invierno, para descubrir mundo. Su inexperiencia los lleva por error a seguir la ruta contraria a la de las demás bandadas, por lo que allí comienzan nuevas historias. En el camino experimentan situaciones tan reales como la vida misma, que les ayudan a superar sus temores, a dialogar con otros y a buscar soluciones, a superar dificultades, a encontrar nuevos amigos y a crecer como familia.

La película está llena de colores y vistosidad, con momentos divertidos, simpáticos personajes, aventuras y tensiones, compañerismo y amistad, magia y muchos elementos que hacen disfrutar a los más pequeños de la casa.

A medio camino llegan a Nueva York, un mundo nuevo para ellos, con grandes rascacielos, luces y bocinas sonando, mucho tráfico,… y llegan exhaustos y hambrientos a su gran parque, “Central Park”. Allí conocen a Chump, la líder de una banda de palomas, con la que tienen que negociar para comer un bocadillo que se ha encontrado el tío Dan. Desde entonces, Chump será su gran amiga y les presentará al loro Delroy que les ayudará a llegar a Jamaica.

Cuando vi la escena de la familia de un pequeño estanque (pueblo) llegando a la gran urbe, Nueva York, me recordaba a la historia de tantas familias de migrantes. De hecho, me venían a la memoria la película protagonizada por Paco Martínez Soria, La ciudad no es para mí, o Vente a Alemania, Pepe, con Alfredo Landa donde se narran las peripecias de hombres del campo español llegando a las grandes capitales como Madrid o Múnich en Alemania durante el franquismo.

La película Migración está llena de personajes interesantes, como la vieja garza Erin que asusta un poco, Chump, la pequeña jefa de las palomas en Nueva York, Delroy, el loro nostálgico con acento jamaicano encerrado en un restaurante de Manhattan y el maestro de yoga y un grupo de ánades reales, junto y al chef con malas intenciones, y muchos más.

Esta película presenta la experiencia vital de descubrir el mundo, de hacer nuevos amigos, de vivir experiencias que jamás imaginaron. Un camino no exento de ciertas dificultades y peligros, que les ayudan a crecer como familia, a dialogar, a resolver conflictos y a conocerse mejor personalmente y como familia.

Me gustó mucho el icono de pareja, de Mack y Pam, el retrato del miedoso padre, la necesidad de evolucionar frente a los miedos y temores, del siempre-se-ha-hecho-así; junto a la paciencia y cariño de Pam para animar, abrir horizontes, soñar y hacer soltar los encorsetamientos internos que también limitan a las personas que queremos.

Fui a ver la película con mis dos sobrinos pequeños y la película les encantó. No pestañearon en los 91 minutos que duró la película.

“Migración” no es un camino de partida o de llegada, es un proceso, una escuela de vida, donde todas las personas crecemos, aprendemos a ser mejores personas, a ser compañeros y compañeras de vida, donde aprendemos a amar y ser amados. Todos somos migrantes.