Dios y la crisis
Los medios de comunicación se ha hecho eco de la explicación que el cardenal Rouco le ha dado a la crisis económica que nos azota. A juicio del cardenal, la crisis se debe al olvido de Dios, que tanto se nota en la sociedad europea y más en concreto en España.
Yo me figuro que, al dar semejante explicación de la crisis, Rouco quiere decir que el olvido de Dios lleva consigo el aumento de la codicia y la ambición, con la consiguiente falta de solidaridad, que son, a juicio de los entendidos en asuntos de economía, los fundamentos de orden moral que están en la base de la crisis que padecemos.
Pues bien, si es eso lo que el cardenal ha pretendido decirnos, su eminencia tiene toda la razón del mundo al señalar la codicia y la ambición como los motores que han desencadenado y mantienen viva esta crisis espantosa, que está causando tanto sufrimiento. Pero, si efectivamente es eso lo que Rouco ha querido decir, el cardenal no ha tenido en cuenta que son precisamente los más codiciosos y los más ambiciosos los que no están sufriendo las consecuencias negativas de la crisis, sino que, por el contrario, son ellos (los banqueros, los financieros, los potentados de la economía a los que llamamos “los mercados”) los que más se están enriqueciendo. Y además lo están haciendo impunemente. De forma que, en la misma medida en que nos estrangulan, en esa misma medida se están forrando, sin que nadie les pida cuentas de sus inimaginables canalladas.
El problema que, según lo dicho, se puede plantear es que haya personas a quienes se les pueda ocurrir que, en realidad, lo que Rouco ha venido a decir es que, cuando en la vida ocurren desgracias y calamidades, el responsable último de los males que padecemos es Dios. Porque, hablando con claridad y sin tapujos, puede parecer que lo importante es que todo el mundo tenga muy claro que, si te olvidas de Dios, te la cargas, y lo vas a pagar muy caro. Sobre todo, si eres pobre. Porque los ricos, ya se las apañan ellos solos para salir adelante. Pero los parados, los enfermos, los ancianos, los desgraciados todos de esta maldita tierra, si se olvidan de Dios, eso es algo que Dios no perdona, El miserable que se olvida de Dios, tendrá que soportar más miserias. Sí, señor. Porque así es Dios. Y en eso está el peligro y la amenaza de no hacer caso a lo que nos viene predicando el señor cardenal.
Creo que no he sacado las cosas de quicio. No me cabe en la cabeza que Rouco haya pretendido insinuar tantos disparates. Como supongo que tampoco ha pensado sugerir que son los votantes del PP los que tienen aseguradas las bendiciones de la Iglesia.
Yo me figuro que, al dar semejante explicación de la crisis, Rouco quiere decir que el olvido de Dios lleva consigo el aumento de la codicia y la ambición, con la consiguiente falta de solidaridad, que son, a juicio de los entendidos en asuntos de economía, los fundamentos de orden moral que están en la base de la crisis que padecemos.
Pues bien, si es eso lo que el cardenal ha pretendido decirnos, su eminencia tiene toda la razón del mundo al señalar la codicia y la ambición como los motores que han desencadenado y mantienen viva esta crisis espantosa, que está causando tanto sufrimiento. Pero, si efectivamente es eso lo que Rouco ha querido decir, el cardenal no ha tenido en cuenta que son precisamente los más codiciosos y los más ambiciosos los que no están sufriendo las consecuencias negativas de la crisis, sino que, por el contrario, son ellos (los banqueros, los financieros, los potentados de la economía a los que llamamos “los mercados”) los que más se están enriqueciendo. Y además lo están haciendo impunemente. De forma que, en la misma medida en que nos estrangulan, en esa misma medida se están forrando, sin que nadie les pida cuentas de sus inimaginables canalladas.
El problema que, según lo dicho, se puede plantear es que haya personas a quienes se les pueda ocurrir que, en realidad, lo que Rouco ha venido a decir es que, cuando en la vida ocurren desgracias y calamidades, el responsable último de los males que padecemos es Dios. Porque, hablando con claridad y sin tapujos, puede parecer que lo importante es que todo el mundo tenga muy claro que, si te olvidas de Dios, te la cargas, y lo vas a pagar muy caro. Sobre todo, si eres pobre. Porque los ricos, ya se las apañan ellos solos para salir adelante. Pero los parados, los enfermos, los ancianos, los desgraciados todos de esta maldita tierra, si se olvidan de Dios, eso es algo que Dios no perdona, El miserable que se olvida de Dios, tendrá que soportar más miserias. Sí, señor. Porque así es Dios. Y en eso está el peligro y la amenaza de no hacer caso a lo que nos viene predicando el señor cardenal.
Creo que no he sacado las cosas de quicio. No me cabe en la cabeza que Rouco haya pretendido insinuar tantos disparates. Como supongo que tampoco ha pensado sugerir que son los votantes del PP los que tienen aseguradas las bendiciones de la Iglesia.