La sociedad desigual

Si algo hay claro, en lo que está sucediendo ahora mismo en España, es que quienes nos gobiernan están gestionando las cosas de manera que nos llevan derechamente y con prisa hacia un modelo de sociedad cada día más desigual. Quiero decir, por tanto, que el problema más grave, que en este país tenemos planteado, no es un problema económico, sino un problema constitucional.

El Gobierno del PP, que no hizo la vigente Constitución (ya que entonces no existía el PP), se está cargando la Constitución. Y se la está cargando porque está liquidando, a marchas forzadas, uno de los principios constitucionales más básicos, el principio que quedó bien definido en el artículo 14 de nuestra Constitución: “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna”.

Ahora bien, un Gobierno que gestiona las cosas de manera que la educación y la sanidad cuentan cada día con menos dinero, para atender a todos los ciudadanos por igual, es un Gobierno que tiene. como proyecto, un modelo de sociedad que será irremediablemente desigual.

Porque será una sociedad en la que los hijos de los ricos irán a buenos colegios y serán cuidados por los mejores médicos y en las mejores clínicas, al tiempo que los hijos de los trabajadores, de los parados y de los pobres, irán a escuelas públicas mal atendidas y peor costeadas; y tendrán que esperar en las listas de espera para que los atiendan en hospitales en los que las urgencias se van a ver cada día más abarrotadas. Todo esto, ya empieza a ser así.

Los gobernantes nos dicen que todo esto es provisional. Pero lo que todos vemos es que las medidas económicas, que están tomando, nos llevan derechamente a un tipo de sociedad en el que habrá una pequeña elite de gente privilegiada y más adinerada de lo que es ahora mismo, al tiempo que el resto de la población vivirá como pueda, educará a sus hijos como pueda y remediará sus males donde pueda y cuando pueda.

Se nos dice que todo esto tiene que ser así porque no hay otra salida de la crisis. Pero, ¿de qué crisis? ¿de la crisis “económica” o de la crisis “ideológica”? No es verdad que no haya más que una salida de la crisis. Porque, si nos atenemos a lo que dicen los entendidos en economía, resulta que hay tantas salidas como economistas. Si es que de verdad hablamos de dinero, hay otras posibles maneras de repartir el dinero. Y lo saben muy bien quienes nos gobiernan. Lo que ocurre es que, hablando de dinero, de lo que realmente se habla es “otro modelo de sociedad”. El modelo de sociedad desigual, el que hemos tenido en España durante siglos, el que se quiere recomponer e imponer. El modelo de los ricos que mandan. Y de la inmensa masa de los pobres y los trabajadores que se someten y hacen lo que les conviene a quienes manejan el capital.

Así las cosas, ¿quién levanta la voz para protestar de lo que está pasando? Protestan los trabajadores, los estudiantes, lo indignados del 15 M... Pero, ya se sabe, los que tienen el mando en sus manos nos recuerdan enseguida que todo lo que nos pasa es culpa de Zapatero y sus gentes. O sea, se nos dice que todo se reduce a un problema económico. Y que la economía, bien gestionada, es la economía cuyo modelo ejemplar es la señora Merkel a la que hay que seguir con la mayor fidelidad posible. Pero nadie se atreve a decir que el problema es mucho más grave. Porque lo que se nos quiere imponer es una sociedad desigual, en la que los ricos estén donde estuvieron siempre. Y los pobres en su sitio, abajo y aguantándose con paciencia y resignación a la suerte que les ha tocado en la vida.

Yo esperaba que la Iglesia - a quien se le supone una autoridad moral importante - levantara su voz alertando a la gente de lo que se nos viene encima. Pero, ya lo estamos viendo: los obispos, a lo suyo: a clamar contra lo mal que están y lo peligrosos que son los homosexuales. O, en otros casos, a decirle a la gente que, si todo el mundo tiene que apretarse el cinturón, los obispos no tienen que apretarse cinturón alguno.

Porque, como acaba de asegurar Mons. Rouco, si se le toca al dinero de la Iglesia, a quien realmente se le toca es al hambre de los pobres. Porque eso es lo que ha venido a decir el cardenal de Madrid cuando le ha dicho al Gobierno y a la opinión pública que tocarle al dinero de la Iglesia es dañar a Caritas o sea, a la pobre gente que pasa hambre. ¿Y no pensó en esto el Sr. Rouco cuando el papa vino a Valencia, y luego a Santiago y Barcelona, y luego a Madrid? ¿Tiene claro el Sr. Rouco la cantidad de millones que todo eso ha costado? ¿Por qué no se gastó todo ese dinero en dar de comer a los que se ven en necesidad extrema desde antes de que el papa viniera a Valencia? Por favor, señor cardenal, no le haga Vd más daño a la Iglesia. Es verdad que daño, le hacemos todos. Vamos a reconocerlo con humildad. Pero hay quienes, por el cargo que ocupan, tienen en todo esto mayor responsabilidad.
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