Luis Argüello, secretario de las Conferencia Episcopal, una buena noticia para todos.
Conozco a Luis de manera muy cercana y fraterna desde que fuimos juntos profesores en el Seminario Menor Diocesano de Valladolid, cuando era obispo el gran hombre, sencillo, bueno y cercano, don José Delicado Baeza.
Durante doce años compartimos el café a diario en la sala de profesores, en el descanso de las clases. Allí pudimos hablar de todo lo divino y lo humano. Además, me invitó en alguna ocasión a celebrar la Eucaristía con los jóvenes seminaristas mayores a los que él acompañaba, entonces, como formador. Siempre me pareció un hombre cercano, bien preparado, sobre todo en temas sociales en los que estaba muy comprometido en la ciudad en aquellos tiempos.
Conservo algunas fotos de aquella época donde estamos disfrazados de pastores y de ángeles todos los profesores para animar la Navidad a los estudiantes a los que queríamos dar ejemplo de buen ambiente entre nosotros, porque, en realidad, lo había. Llegamos a formar un equipo de profesores, sacerdotes y laicos, que éramos también amigos. Nos gustaba quedar algún día a comer juntos en alguna casa de campo de alguno de ellos. Fueron tiempos muy agradables y felices que todos recordamos con cariño cuando nos volvemos a encontrar por los recodos de la vida. Muchos de nuestros alumnos de entonces son hoy sacerdotes o consagrados.
Os confieso que cuando Luis fue nombrado obispo, llegué a temer que perdiera su estilo cercano y siempre amable, porque he defendido aquí alguna vez, y tengo ejemplos muy sobresalientes de ello, que muchos sacerdotes cuando reciben la mitra se transforman de manera significativa y pierden mucha de su frescura y espontaneidad para ganar en oficialidad y lejanía. Sobre este tema escribí en este blog un post llamado “EL poder transformador de las mitras” del que no me he retractado.
Creo que Luis no va a ser de esos obispos, por suerte para todos. No es, tal vez, la imagen más deslumbrante de los obispos pero puede dar un toque de frescura y de valentía que nunca viene mal.
Yo creo que es una buena noticia para todos y yo, cuando supe de ello, os confieso que di un salto de la silla donde estaba sentado. ¿Argüello, mi amigo del claustro de profesores y del café mañanero, secretario de los obispos españoles? Una buena noticia al ver otras alternativas que se abrían paso y me preocupaban. Hay experiencias con algunos obispos que uno no desea que se repitan nunca.
Sólo confío en que la próxima vez que desee o necesite tomar otro café con Luis Argüello, no me diga: “Pide cita a mi secretaria”, porque, en ese caso, seguiré convencido del poder transformador de las mitras o de los puestos de poder, y será como un vaso de agua fría de los que he recibido tantos.
¡Ánimo Luis! Sabrás hacerlo muy bien simplemente siendo como tú eres.
No te infles como el pavo real que ya tenemos excesivos casos en nuestra iglesia.
Durante doce años compartimos el café a diario en la sala de profesores, en el descanso de las clases. Allí pudimos hablar de todo lo divino y lo humano. Además, me invitó en alguna ocasión a celebrar la Eucaristía con los jóvenes seminaristas mayores a los que él acompañaba, entonces, como formador. Siempre me pareció un hombre cercano, bien preparado, sobre todo en temas sociales en los que estaba muy comprometido en la ciudad en aquellos tiempos.
Conservo algunas fotos de aquella época donde estamos disfrazados de pastores y de ángeles todos los profesores para animar la Navidad a los estudiantes a los que queríamos dar ejemplo de buen ambiente entre nosotros, porque, en realidad, lo había. Llegamos a formar un equipo de profesores, sacerdotes y laicos, que éramos también amigos. Nos gustaba quedar algún día a comer juntos en alguna casa de campo de alguno de ellos. Fueron tiempos muy agradables y felices que todos recordamos con cariño cuando nos volvemos a encontrar por los recodos de la vida. Muchos de nuestros alumnos de entonces son hoy sacerdotes o consagrados.
Os confieso que cuando Luis fue nombrado obispo, llegué a temer que perdiera su estilo cercano y siempre amable, porque he defendido aquí alguna vez, y tengo ejemplos muy sobresalientes de ello, que muchos sacerdotes cuando reciben la mitra se transforman de manera significativa y pierden mucha de su frescura y espontaneidad para ganar en oficialidad y lejanía. Sobre este tema escribí en este blog un post llamado “EL poder transformador de las mitras” del que no me he retractado.
Creo que Luis no va a ser de esos obispos, por suerte para todos. No es, tal vez, la imagen más deslumbrante de los obispos pero puede dar un toque de frescura y de valentía que nunca viene mal.
Yo creo que es una buena noticia para todos y yo, cuando supe de ello, os confieso que di un salto de la silla donde estaba sentado. ¿Argüello, mi amigo del claustro de profesores y del café mañanero, secretario de los obispos españoles? Una buena noticia al ver otras alternativas que se abrían paso y me preocupaban. Hay experiencias con algunos obispos que uno no desea que se repitan nunca.
Sólo confío en que la próxima vez que desee o necesite tomar otro café con Luis Argüello, no me diga: “Pide cita a mi secretaria”, porque, en ese caso, seguiré convencido del poder transformador de las mitras o de los puestos de poder, y será como un vaso de agua fría de los que he recibido tantos.
¡Ánimo Luis! Sabrás hacerlo muy bien simplemente siendo como tú eres.
No te infles como el pavo real que ya tenemos excesivos casos en nuestra iglesia.