¿Perdón por ser cura?
Soy, lo confieso, un entusiasta de las redes. Es verdad que para muchos, a veces también para mí, resultan una esclavitud y una atadura que quita tiempo para otras cosas más útiles; pero también es verdad que pueden hacer mucho bien y se convierten en una plataforma de evangelización admirable que deberíamos aprovechar un poco más. Ya hay grupos que se han dado cuenta de esta realidad y la aprovechan. Y, además, lo hacen muy bien; estoy pensando en las Dominicas de Lerma y su "Reto" diario que llega a cientos de hogares y móviles cada día con una reflexión sencilla y, a la vez, profunda desde las pequeñas realidades que ocurren en su convento de clausura.
Hoy, visitando las redes, me he encontrado con la afirmación de un sindicalista que me ha interpelado porque me parece que refleja mucha beligerancia y no he podido controlar mi impulso de responder.
Afirma este sindicalista que él no suprimiría la enseñanza privada pero sí la concertada. Porque, así, dice él, habría un sistema dual, público y privado, y cada cual podría elegir. O sea, que privaría a miles de alumnos de poder elegir la enseñanza que ellos quieren por falta de recursos ya que pagarse una escuela privada supone tener ingresos altos.
Y le he respondido, sin cortarme, que también los sindicatos son “concertados” porque cobran buenas subvenciones del Estado y podrían hacerse privados y pagarlos ellos mismos.
Enseguida me ha respondido que la iglesia también recibe subvenciones.
-No, le he dicho, infórmate bien. Porque lo que la iglesia recibe es lo que los contribuyentes, libremente, han destinado en su casilla del IRP y que en los últimos años ha subido notablemente hasta un 35 por ciento porque los españoles valoran muy positivamente, en general, lo que la iglesia hace por la sociedad y, sobre todo, por los más necesitados. Más bien, le he dicho, la iglesia ahorra un montón de dinero al Estado por los múltiples servicios sociales que lleva a cabo en la sociedad.
-Eso se puede discutir, me ha respondido pero no por aquí. (No sé por dónde quiere que lo discutamos, pero yo estoy dispuesto) Le he puesto el ejemplo de cómo Sánchez se pone la medalla del Aquarius pero después quien tiene que atender a esos inmigrante son las ONGs y , sobre todo, la iglesia a través de las congregaciones y de Cáritas.
Ha entrado en discusión, entonces, una señora, con nombre de muñeca americana, para aportar si los innumerables casos de abusos sexuales a menores (pedofilia) también forman parte de la “obra social de la iglesia”. Una intervención, sin duda, desde la mala idea y con el propósito de atacar más que de dialogar.
Se ha unido otro conversador para decir que “el que quiera un cura que lo pague la iglesia que está también subvencionada”. Le he vuelto a decir que la iglesia está subvencionada por sus fieles. A través de donativos o de la cruz de la Declaración de la Renta.
Así mismo, le he respondido a la señora, con nombre de muñeca americana, que la iglesia repudia los abusos sexuales. Donde hay hombres hay pecado, pero no sólo en el mundo eclesiástico (que algunos piensan que la pederastia es propiedad exclusiva de la iglesia e ignoran que está presente en todos los estamentos y profesiones)
Sucede un caso abominable de pederastia en la iglesia y los curas son todos pederastas; un caso de pederastia entre los profesores o dentistas o entrenadores y nadie generaliza. No lo entiendo, oiga. Los abusos de algunos miembros del clero no eclipsan, le digo, la inmensa obra social y humanizadora de la iglesia aquí y en el tercer mundo. Por un caso aislado no se puede juzgar a todo un conjunto y generalizar de manera injusta. Si no, va a llegar el momento en que los curas vamos a estar todos bajo sospecha y tendremos que pedir perdón por ser curas. Me acojo a la norma de que todo hombre es inocente mientras no se demuestre lo contrario. Los curas incluidos. ¿O vamos a tener que pedir perdón por ser curas?
Hoy, visitando las redes, me he encontrado con la afirmación de un sindicalista que me ha interpelado porque me parece que refleja mucha beligerancia y no he podido controlar mi impulso de responder.
Afirma este sindicalista que él no suprimiría la enseñanza privada pero sí la concertada. Porque, así, dice él, habría un sistema dual, público y privado, y cada cual podría elegir. O sea, que privaría a miles de alumnos de poder elegir la enseñanza que ellos quieren por falta de recursos ya que pagarse una escuela privada supone tener ingresos altos.
Y le he respondido, sin cortarme, que también los sindicatos son “concertados” porque cobran buenas subvenciones del Estado y podrían hacerse privados y pagarlos ellos mismos.
Enseguida me ha respondido que la iglesia también recibe subvenciones.
-No, le he dicho, infórmate bien. Porque lo que la iglesia recibe es lo que los contribuyentes, libremente, han destinado en su casilla del IRP y que en los últimos años ha subido notablemente hasta un 35 por ciento porque los españoles valoran muy positivamente, en general, lo que la iglesia hace por la sociedad y, sobre todo, por los más necesitados. Más bien, le he dicho, la iglesia ahorra un montón de dinero al Estado por los múltiples servicios sociales que lleva a cabo en la sociedad.
-Eso se puede discutir, me ha respondido pero no por aquí. (No sé por dónde quiere que lo discutamos, pero yo estoy dispuesto) Le he puesto el ejemplo de cómo Sánchez se pone la medalla del Aquarius pero después quien tiene que atender a esos inmigrante son las ONGs y , sobre todo, la iglesia a través de las congregaciones y de Cáritas.
Ha entrado en discusión, entonces, una señora, con nombre de muñeca americana, para aportar si los innumerables casos de abusos sexuales a menores (pedofilia) también forman parte de la “obra social de la iglesia”. Una intervención, sin duda, desde la mala idea y con el propósito de atacar más que de dialogar.
Se ha unido otro conversador para decir que “el que quiera un cura que lo pague la iglesia que está también subvencionada”. Le he vuelto a decir que la iglesia está subvencionada por sus fieles. A través de donativos o de la cruz de la Declaración de la Renta.
Así mismo, le he respondido a la señora, con nombre de muñeca americana, que la iglesia repudia los abusos sexuales. Donde hay hombres hay pecado, pero no sólo en el mundo eclesiástico (que algunos piensan que la pederastia es propiedad exclusiva de la iglesia e ignoran que está presente en todos los estamentos y profesiones)
Sucede un caso abominable de pederastia en la iglesia y los curas son todos pederastas; un caso de pederastia entre los profesores o dentistas o entrenadores y nadie generaliza. No lo entiendo, oiga. Los abusos de algunos miembros del clero no eclipsan, le digo, la inmensa obra social y humanizadora de la iglesia aquí y en el tercer mundo. Por un caso aislado no se puede juzgar a todo un conjunto y generalizar de manera injusta. Si no, va a llegar el momento en que los curas vamos a estar todos bajo sospecha y tendremos que pedir perdón por ser curas. Me acojo a la norma de que todo hombre es inocente mientras no se demuestre lo contrario. Los curas incluidos. ¿O vamos a tener que pedir perdón por ser curas?