El obispo de Tenerife y sus desafortunadas declaraciones ¿No merecemos unos obispos más sensatos?
"Muchos jóvenes no entienden la postura cerrada y “pleistocénica” de algunos obispos ante la homosexualidad que hace que muchos de ellos abandonen la iglesia por intolerante y arcaica, incapaz de responder a las verdaderos desafíos de nuestro tiempo"
"Los ataques tan agresivos contra este colectivo encierran, casi siempre, a un homosexual reprimido que se defiende atacando"
"Mas le valiera vigilar, investigar y clarificar los casos de pedofilia que puede haber cerca de él, exigiendo una tolerancia cero, que eso sí es un crimen, en vez de marginar y descalificar a los homosexuales"
"Mas le valiera vigilar, investigar y clarificar los casos de pedofilia que puede haber cerca de él, exigiendo una tolerancia cero, que eso sí es un crimen, en vez de marginar y descalificar a los homosexuales"
Cuando me hago una pregunta así, evidentemente no me refiero a todos los obispos, hay excepciones muy loables. Pero son excepciones. Unos porque piensan así y otros porque no les paran los pies en una acto de corporativismo inaceptable.
Ayer me llamó un sacerdote amigo, compañero de curso en la Pontificia de Salamanca, para preguntarme: ¿Has leído lo que ha dicho el obispo de Tenerife sobre la homosexualidad?
Y no lo había leído. Busqué de inmediato y ahí me encontré toda una lección de sabiduría episcopal. No sé si es correcto aconsejar a un obispo que se lea un libro mío donde, precisamente, trato de cómo muchos jóvenes no entienden la postura cerrada y “pleistocénica” de algunos obispos ante la homosexualidad que hace que muchos de ellos abandonen la iglesia por intolerante y arcaica, incapaz de responder a las verdaderos desafíos de nuestro tiempo. Pero en este caso lo voy a hacer. Se trata del libro: “Pueblo mío, ¿a dónde vas?” Editorial Nueva Economía Social. Madrid 2021.
Dice ahí en un capítulo sobre la iglesia y los homosexuales, en la página 49: “Los jóvenes de hoy no acabamos de entender, con toda razón, esta discriminación evidente de la comunidad homosexual en el mundo de la iglesia hasta el punto de ser considerados enemigos o pecadores irredentos”
Las palabras del obispo de La Laguna, Bernardo Álvarez, confirman esta impresión que los jóvenes tienen de nuestra iglesia
Ahí mismo presento más de veinte cuestiones, veinte y dos exactamente, para explicar por qué los jóvenes no valoran la iglesia y otros no tan jóvenes la abandonan. Razones que presentan los mismos jóvenes. En el mismo libro aparece, a partir de la página 52, un testimonio desgarrador, en primera persona, de un cristiano catequista comprometido y homosexual. Más tremendo y desgarrador es aún el escrito-manifiesto de un sacerdote gay, que tiene que ocultar su nombre con un pseudónimo para poder trabajar en la pastoral de acogida y acompañamiento al mundo gay, en una página de Facebook y por tanto, pública, que quiere ser puente entre la iglesia y la comunidad LGTBI.
Le aconsejo al obispo de Tenerife que se dé una vuelta por ahí –es gratis- y eche un vistazo para ver cómo un sacerdote trabaja de manera muy evangélica en favor de estos cristianos homosexuales a los que este “pastor” llama pecadores. La página se llama “Zaqueo Menor”. Gente de pecado mortal ni más ni menos. Carne de hoguera inquisidora.
No es nuevo que los obispos se pongan nerviosos ante el tema de la homosexualidad. Tenemos ejemplos de antología en los últimos años.
El obispo de Alcalá de Henares, Reig Pla, llegó a decir que “ser homosexual es como haber nacido sin un brazo.” Y partidario de las “terapias conductualespara curar la homosexualidad”, como si fuera una enfermedad, algo prohibido en las legislaciones más avanzadas del mundo. Y se quedó tan pancho. No sabe aún que la OMS sacó de la lista de enfermedades a la homosexualidad hace ya más de 27 años. ¡Menos mal que ya solo le quedan unos meses para que presente la renuncia canónica al papa Francisco¡ ¡Y esperamos que no le conceda ni un minuto más de prórroga!
En más de 70 países aún se persigue la homosexualidad y es vista como una enfermedad y a los gays se les maltrata, se les persigue y hasta se les ejecuta en público, como castigo disuasorio, en los países más radicales. La sociedad aún tiene mucho que avanzar hacia un orden más justo y humano.
En el programa de la televisión canaria “Buenas tardes, Canarias” el obispo se despacha a gusto contra las personas homosexuales afirmando, incluso, que son algo parecido a los alcohólicos.
Los ataques tan agresivos contra este colectivo encierran, casi siempre, a un homosexual reprimido que se defiende atacando. Eso dice la Psicología de estos personajes.
Tengo varios amigos homosexuales que son personas nobles y generosas. Una pareja de hecho que, incluso, han adoptado a una niña preciosa que es amada como no lo son, por desgracia, muchos niños en el mundo, a los que nadie tiene derecho a juzgar como hace este obispo porque le recuerdo lo que dice el evangelio de san Lucas en el capítulo 6, 37-42: “No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados…”
Y sé que dirá el obispo que él no juzga a las personas sino las obras pero llamar a los gays alcohólicos o pecadores no parece solo opinar de las obras. Mas le valiera vigilar, investigar y clarificar los casos de pedofilia que puede haber cerca de él, exigiendo una tolerancia cero, que eso sí es un crimen, en vez de marginar y descalificar a los homosexuales. Ser homosexual no es un delito, ser pederasta, sí.
Creo que la iglesia española merece obispos más sensatos, más serenos y más pastores con olor a oveja y menos purpurados rodeados de puntillas que luego hablan de una iglesia en salida y que lógicamente no tienen ninguna o muy poca credibilidad.