Persecución a los migrantes en EEUU: la xenofobia, a sus anchas El presidente Trump tiene un problema

Donald Trump
Donald Trump

Ellos son los que sostienen la mayoría de la infraestructura del país. No veo yo a los estadounidenses en general barriendo las calles, recogiendo la basura, sirviendo en los bares o haciendo las labores propias de limpieza y mantenimiento de un hotel

Mariann Edgar Budde sería una buena candidata al premio Nobel de la paz 2025

Este hombre tiene un serio problema. Ese mismo sentido común que tiene para perseguir a los migrantes que sostienen su propio país, e icluso, me atrevo a decir, sus propios negocios personales, como sus diversos hoteles y negocios. Estamos ante un sujeto impulsivo y poco predecible

He visitado en muchas ocasiones EEUU. Unas veces por motivo de trabajo y otras por asuntos vacacionales -tengo allí muchos y buenos amigos- y siempre me he percatado de que los trabajos más serviles, aunque inmensamente dignos, los llevan a cabo los latinos, los inmigrantes. Esos que a los que ahora el presidente Trump está cuestionando, criminalizando y a los quiere expulsar.

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Si los inmigrantes latinos hicieran una huelga de trabajo o abandonaran de inmediato este país, EEUU se paralizaría por completo. Ellos son los que sostienen la mayoría de la infraestructura del país. No veo yo a los estadounidenses en general barriendo las calles, recogiendo la basura, sirviendo en los bares o haciendo las labores propias de limpieza y mantenimiento de un hotel. ¿Por qué entonces esta hipocresía y, sobre todo, ese interés por asociarlos a la delincuencia?

Migrantes expulsados de EE.UU. hacia México
Migrantes expulsados de EE.UU. hacia México

Es puro populismo, con aires racistas y xenófobos, impropios de este tiempo que vivimos y mucho más en EEUU que teóricamente quiere ser la vanguardia de la democracia y los derechos humanos. Los inmigrantes en este momento en EEUU son imprescindibles en la vida social del país, digan lo que digan los populistas.

Algunos latinos están dejando de asistir a su trabajos en los últimos días por miedo a ser arrestados. Si esto empieza a crecer las empresas estadounidenses van a tener un problema serio. Ha sido una mujer profética la obispa episcopaliana Mariann Edgar Budde cuando se ha atrevido sin complejos a solicitar delante del presidente recién electo, misericordia para los inmigrantes en la celebración religiosa de la toma de posesión de Trump.

Homenaje de apoyo a monseñora Mariann Edgar Budde
Homenaje de apoyo a monseñora Mariann Edgar Budde

Creo que sería una buena candidata al premio Nobel de la paz 2025. Yo le rindo mi especial homenaje de admiración desde estas líneas. No es estraño que en el desgraciado accidente del avión y el helicóptero miliar en Washington, que arrojó a las naves a las heladas aguas del rio Potomac y produjo la muerte de 67 personas, Trump buscara enseguida culpables, antes incluso de que hubiera una investigación y, curiosamente, los culpables eran los discapacitados y los protegidos por su diversidad, y además dijo que se apoyaba para afirmar eso en su sentido común que nuchos otros no tienen.

Este hombre tiene un serio problema. Ese mismo sentido común que tiene para perseguir a los migrantes que sostienen su propio país, e icluso, me atrevo a decir, sus propios negocios personales, como sus diversos hoteles y negocios. Estamos ante un sujeto impulsivo y poco predecible. Ya ha prohibido las oficinas de ayuda en español y las ayudas a los más pobres para apoyar las campañas espaciales de los más ricos, sus aliados. Solo son dignos de ayuda los blancos, muy blancos y muy ricos.

Trump, en el muro
Trump, en el muro Efe

Hoy las víctimas son los migrantes, mañana buscará nuevos enemigos potenciales. Lo que no me acaba de cuadrar mucho es que hayan sido muchos latinos, sobre todo mexicanos, los que hayan apoyado con sus votos la llegada de Trump a la casa Blanca. Este fenómeno sería digno de un estudio.

Trump acabará luchando no solo contra los hispanos sino también contra la lengua española ahora que está creciendo de manera exponencial en EEUU. Valoro inmensamente el trabajo de apoyo y acogida que están llevando a cabo los pastores en sus diversas parroquias. Ojalá la iglesia sea una instancia evangélica en favor de los más pobres, los inmigrantes en este tiempo de dura persecución política.

Conozco mucho a las Hermanas Mercedarias del Santísimo Sacramento, a quienes dirigí un encuentro de formación en san Antonio Texas, y ya pude darme cuenta entonces de su compromiso en favor de los migrantes mexicanos, injustamente tratados. Allí conocí a una monja apache que, después de orar ante el Santísimo, se ponía su hábito, cogía su guitarra y se iba a las manifestaciones en favor de la dignidad de las mujeres mexicanas que, en ocasiones, tenían que prostituirse para poder vivir con dignidad y sacar adelante a sus familias en un mundo hostil. Santa María de la Merced, redentora de cautivos, ten piedad de nosotros.

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