Vamos a pasar página
Bajo ningún concepto podemos avivar los rescoldos del fuego de la confrontación. Trabajamos para la paz. Nuestras letras se deben a ese alto ideal, pero la paz siempre urgirá de los sólidos cimientos de la justicia. Nunca habrá una paz instalada en la zozobra de la imposición, en la siempre inquietante arbitrariedad. La paz y la armonía social no terminarán de ser por ejemplo si los presos catalanes permanecen entre rejas. Si en verdad la justicia fuera tal, no habría ningún motivo para temer la sentencia. ¿Por qué tememos, sin embargo, tanto ese telediario, ese día ya cercano en que se cante?
Podemos estar o no de acuerdo con ellos/as, pero no merecen las rejas. No comulgamos plenamente con el credo de los procesados, no creemos en nuevas fronteras. No creemos que hubo que afirmar ninguna nueva entidad nacional, cuando una importante porción de la población catalana estaba en contra. Pero mayor que su eventual error fue el de quienes se cerraron en banda a todo diálogo y les abocaron a tomar tan poco afortunadas decisiones. Los políticos catalanes merecen estar libres. No han faltado, nunca han ofendido, no han llamado a la acción agresiva, sino a la pacífica, serena y cívica, a la estrictamente no violenta. Han puesto además en evidencia a un Estado con considerables déficits democráticos.
Hay juicios que elevan y hay otros que manchan el historial de las naciones. Hay mazas que nunca se debieron haber golpeado, sesiones que jamás se debieran haber abierto. No es ningún placer volver sobre un tema que tantas amistades ha alterado, cuando no resquebrajado, pero es un imperativo ético y solidario. No deseamos por tiempo ser disco rallado pidiendo la libertad de esos honrados hombres y mujeres. Merecen a todas luces estar libres. Son gente de buena voluntad, de valores e ideales por más que al intentar aterrizarlos en aquella tan estrecha pista pudieran algo derrapar. ¿Quién no derrapó en aquellas complicadas circunstancias, con tantos y tan fuertes vientos? Abandonen de una vez la cárcel quienes nunca debieron haberla pisado, vuelvan a sus hogares de los que nunca debieron haber salido.
No caiga la temida condena. No la deseamos por la injusticia que se cometería, por la convulsión social que comportaría; porque, de alguna forma, representaría la propia condena de la justicia española. Vamos a pasar página a ese capítulo tan triste en el devenir de España. Vamos a escribir otra historia, sin puños en la mesa, sin furgones con sirena llevando a sórdidas prisiones a los legítimos representantes de un pueblo; una historia de más mutuo respeto y comprensión, de cauces más abiertos y directos de participación.
Vamos a pasar página. Queremos creer en esa España que nos reúne en nuestras diferencias, que deseamos rehacer en base a valores verdaderamente democráticos y de progreso, sin embargo, en importante medida, España se juega en este Octubre su nombre, su dignidad, su futuro. Si condena a esos hombres y mujeres de bien, restará fuerza, mermará razón para poder creer en ella y nosotros, en verdad, queríamos creer en ella…
Arteixo 4 de Octubre de 2019