El respeto a nuestras legítimas opciones de todo orden debe presidir la vida social. Es la base de la sana convivencia. Los hermanos transexuales merecen todo el respeto a su opción sexual, pero también el colectivo transexual ha de respetar los íntimos sentimientos de los católicos. No soy católico. El show ganador del la gala Drag Queen de Palma ha herido los sentimientos de los católicos y así lo han hecho saber a través de su Jerarquía.
No hacer a los demás lo que no queremos que nos hagan a nosotros, es la más elemental pauta de buena ciudadanía. Si no es afortunado el rodar del autobús de "Hazte oír", tampoco lo es la mofa sobre sensibles momentos de la vida de Jesús de Nazaret. Arriba son indiferentes al teatro humano, la ofensa nunca alcanzará los Cielos, pero abajo hay epidermis con derecho a ser más vulnerables.
No puede haber dos varas de medir. Hay una extendida cultura "progre" que a veces las usa. Los hermanos transexuales merecen todo nuestro respeto, los hermanos católicos también.