Audaz, ahí estabas MUJER

junto a la tumba vacía de tu MAESTRO

Aún estaba oscuro

en ese domingo singular

No obstante querías terminar  el ritual de ungir

el cuerpo de tu SEÑOR

Habías concluido el Shabat de tu pueblo

pero superando el miedo

te dirigiste a donde la muerte cruenta

había mancillado el cuerpo de JESÚS

¡No estaba, no estaba!

¿quién se lo había llevado

que no era suficiente con haberlo matado?

Dejaste salir tu desconsuelo,

caíste al suelo

pero aún con lágrimas corriendo

pronta temblando te erguiste

y empezaste a buscarlo

No comprendías lo vacío del sepulcro

Él te había enseñado

que la fe era vital

así que sin entender del todo

seguiste indagando

Y hete aquí María la de Magdala

que alguien en la oscuridad de la vida

dijo tu nombre

con la dulzura

con la potencia

con la cercanía

que solo el Señor Dios

puede pronunciar

MARÍA, MARÍA

Eras tú.

Sí esa eras tú

Sí ese era el SEÑOR

no como siempre lo habías percibido

Ahora diferente, pero te nombró de la manera

de aquel que te había restituido

que te había hecho entender

hecho sentir

que eras creación de la Madre-Padre Amor

Y en ese tono de reconocimiento

iba implícito su amor

Estaba aún oscuro

pero creíste

le creíste

Y aún llorosa

pusiste atención

Era tu maestro

que te hablaba

que te restituía otra vez

MUJER ve y diles

a aquellos hombres

a mis hermanos dispersos, temerosos, incrédulos, frágiles,

necesitados del MAESTRO

que subo a la casa de mi MADRE-PADRE

que es la misma, el idéntico para todos

Ante su mandato,

pusiste tu disposición a Él

presurosa llevaste el mensaje divino

Y así tu MUJER,

desde ese instante

te convertiste

en APÓSTOLA DE APÓSTOLES

Martha Eugenia,

Mujer Mariposa.