#sentipensares Acogiendo el Evangelio de Mateo 13, 18-23

Acogiendo el Evangelio de Mateo 13, 18-23
Acogiendo el Evangelio de Mateo 13, 18-23

Acogiendo este Evangelio, me lleva a pensar en las diversas tierras que presenta y me surgen algunas preguntas como:

 ¿Qué tipo de tierra somos? ¿Por qué nuestros miedos e inseguridades nos bloquean y no nos dejan dar fruto? ¿Qué situaciones internas y externas nos paralizan y bloquean llevándonos a ser estériles?

            Existen tierras fecundas, fértiles que no necesitan ningún nutriente adicional para producir y dar fruto. Sin embargo, encontramos otras tierras que necesitan de algunas vitaminas adicionales para producir frutos.

            En el evangelio de hoy constatamos que algunas semillas cayeron al borde el camino, en tierra pedregosa y otras entre espinas. Estas semillas no tuvieron la oportunidad de dar fruto, no porque no sean buenas las semillas, sino porque la tierra, simbólicamente el corazón, la interioridad de la persona, aún no estaba preparado/a para acoger, gestar y producir.

            Por otra parte, me arriesgo a decir, que nuestra tierra (nuestro corazón) está contaminado/a de la indiferencia, la discriminación, la envidia y de relaciones narcisistas, cargadas de infertilidad.

            No obstante, ante estas relaciones estériles, existen tierras y corazones que se arriesgan a producir fruto “ya sea cien, ya setenta, ya treinta por uno”. Esta fecundidad exige acoger nuestras pérdidas, reconociéndonos necesitados de curación y liberación. Entonces ¿Cómo elaboramos nuestras pérdidas, dolores, heridas y duelos para que en la vida no busquemos culpables o compensaciones que alivien nuestros dolores conscientes e inconscientes?

            El evangelista Juan en el capítulo 12, 23-24 dice: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto”. Es decir, que las pruebas y las soledades no nos hagan perder el horizonte, sino que nos lleven a entrar en nuestro “foro interno”, acogiendo nuestras angustias y miedos, haciéndoles que sean alimento y vitamina para que nuestra tierra siga dando fruto y podamos acoger desde la humildad y necesidad lo que dice del profeta Isaías “No temas...yo te ayuda, gusano de Jacob... (Is 41, 13-14).

            Finalmente, estamos invitados a ser tierra fértil, personas “AMADAS” capaces de superar cualquier adversidad. En otras palabras, siendo personas SANAS, INTEGRADAS Y AMPARADAS tejiendo redes de sinodalidad.

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