#cuaresmafeminista2025 Afinando el oído espiritual
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| Patricia Kistenmacher
Estamos en el año jubilar de la esperanza. Providencialmente, nuestro Pastor Universal, el Papa Francisco, dio inicio al mismo, sin saber cuánto nos estamos aferrando a la esperanza de que pueda guiarnos unos años más, a fin de consolidar la iglesia sinodal que Dios quiere para este III Milenio.
Pero muy especialmente, para que las mujeres “que forman parte activa y son el motor de las comunidades” como dice Cristina Monsegur en el artículo en Religión Digital*, podamos discernir desde la realidad y la experiencia, a qué nos impulsa el Espíritu en este cambio de época.
“No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios” dice Lc. 1, 30. “No temas, pequeño rebaño”, sigue diciendo Lucas más adelante. Es desde ese lugar de confianza, siguiendo el ejemplo de María, que nos animamos a hilar más fino y desentrañar la voluntad amorosa de nuestro Padre-Madre para las mujeres de hoy.
Pero muy especialmente, para que las mujeres “que forman parte activa y son el motor de las comunidades” como dice Cristina Monsegur en el artículo en Religión Digital*, podamos discernir desde la realidad y la experiencia, a qué nos impulsa el Espíritu en este cambio de época.
“No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios” dice Lc. 1, 30. “No temas, pequeño rebaño”, sigue diciendo Lucas más adelante. Es desde ese lugar de confianza, siguiendo el ejemplo de María, que nos animamos a hilar más fino y desentrañar la voluntad amorosa de nuestro Padre-Madre para las mujeres de hoy.
Como bautizadas, sumergidas en el misterio de Cristo, sacerdote, profeta y rey, demos una mirada más cuidadosa a nuestro ser y pertenecer a la Iglesia, a fin de discernir nuestro lugar, profundizar en nuestras responsabilidades, identificar nuestros errores y aprendizajes. Muy especialmente, comprender cuando el miedo nos paraliza y entonces afecta la obra de Dios.
Creo que hacernos nuevas preguntas, nos puede llevar a nuevos lugares y comprensiones.
¿Respetamos y hacemos respetar nuestra dignidad de bautizadas, ante las actitudes clericales que sostienen prácticas patriarcales en nuestro entorno?
¿Cuidamos que nuestros aportes a la comunidad y a quienes nos necesiten, surjan desde nuestra feminidad profunda, integrada y generosa?
¿Facilitamos los encuentros de escucha entre los distintos estilos de participación comunitaria?
¿Combinamos espacios de oración con la Palabra y la Eucaristía, con momentos de servicio a las hermanas y hermanos más necesitados?
¿Buscamos maneras sinodales de llevar adelante nuestras comunidades y barrios?
¿Respetamos y hacemos respetar nuestra dignidad de bautizadas, ante las actitudes clericales que sostienen prácticas patriarcales en nuestro entorno?
¿Cuidamos que nuestros aportes a la comunidad y a quienes nos necesiten, surjan desde nuestra feminidad profunda, integrada y generosa?
¿Facilitamos los encuentros de escucha entre los distintos estilos de participación comunitaria?
¿Combinamos espacios de oración con la Palabra y la Eucaristía, con momentos de servicio a las hermanas y hermanos más necesitados?
¿Buscamos maneras sinodales de llevar adelante nuestras comunidades y barrios?
Para hacer todo lo anterior, ¿en qué medida nos sentimos impulsadas por el Espíritu o frenadas por el temor que infunde en nosotras el mal espíritu?
Hay infinidad de preguntas posibles. Pero el objetivo es siempre el mismo: reconocernos como mujeres, hijas de nuestro Padre-Madre, al servicio de cada hermana y hermano que encontramos en nuestro camino, para seguir creciendo como discípulas del Señor, reflejando Su amor. Que la gracia del año Jubilar y de la Cuaresma que comienza, nos hagan fieles a nuestra vocación.
Hay infinidad de preguntas posibles. Pero el objetivo es siempre el mismo: reconocernos como mujeres, hijas de nuestro Padre-Madre, al servicio de cada hermana y hermano que encontramos en nuestro camino, para seguir creciendo como discípulas del Señor, reflejando Su amor. Que la gracia del año Jubilar y de la Cuaresma que comienza, nos hagan fieles a nuestra vocación.
¡Feliz Cuaresma!
Patricia Kistenmacher
Misionera Laica de la V. de Luján