Como semilla recién plantada en tierra buena
cuyas raíces se van aferrando a la vida,
se entrelazan y se abrazan con otras raíces
ya plantadas desde hace décadas
madre, abuela, bisabuela,
descendencias olvidadas por la memoria,
nos las recuerdan el torrente sanguíneo que nos envuelve
en el vientre materno que nos acoge,
nos llena de vitalidad, de fuerza,
y que nos alimenta a través de las células
de una mujer asombrosa.
Nos abraza el linaje de mujeres extraordinarias,
Nos calientan sus corazones
Nos heredan sus luchas,
pero también sus angustias,
Nos comparten sus voces
Esas voces que nos recuerdan de dónde venimos
Y nos invitan a seguir un camino que no tiene retorno: La vida.