Los ROLLING STONES dan qué pensar
Un suceso baladí se puede llegar a convertir en noticia trascendente. Así me parece que pasa con las informaciones publicadas sobre el concierto tenido en Madrid por los Rollíng Stones.
De entrada, ya sobrepasa mi capacidad de admiración el público que acudió a este evento: el concierto llenó el miércoles el Bernabéu con más de 54.000 almas entregadas a la causa rocanrolera, informaba la gaceta de prensa. Que tal masa de personas se sientan motivadas para escuchar las canciones y aplaudir rabiosamente a los ídolos me sorprende enormemente, en una época en la que suponía que el liderazgo personal no arrastraba tan poderosamente.
Pero el hecho de la atracción tan fuerte provocada por estos líderes me la alertó ya la publicidad, que recibí por internet con anticipación al concierto, de unos servicios especiales de AVE nocturnos, para poder volver a los lugares de origen a las tres ó las cuatro de la mañana, inmediatamente después de la asistencia al concierto. Así se anunciaban trenes especiales de AVE saliendo desde Madrid para Sevilla, Málaga, Valencia. Barcelona..., en horarios totalmente insólitos para este medio de comunicación, puestos en funcionamiento para satisfacer la necesidad de transporte de las personas ávidas de asistir al concierto arrostrando una noche perros.
Puede que tenga incomprensión para una manifestación de música moderna, en concreto del más puro rock duro. Debo admitir perfectamente que un espectáculo de este tipo provoque la curiosidad y la atención de la gente. En concreto, he visto ahora en el Wikipedia que constituyen una de las más grandes e influyentes agrupaciones de la historia del rock, siendo la agrupación que sentó las bases del rock contemporáneo. Habiendo empezado su carrera en abril de 1962, tienen ahora en el mercado 25 álbumes y 32 sencillos, con la impresionante cifra de 250 millones de discos vendidos.
Pero no sé si estos datos gigantescos justifican una movilización popular como la desencadenada ahora en Madrid, con características extremas tan exageradas. El líder del grupo, Mick Jagger, no es ya por lo demás ningún joven, aunque apostilla la gaceta de prensa que demostró estar en una forma realmente increíble desde que salió a escena brincando, animando a dar palmas, convulsionándose como en los viejos tiempos. La observación que hace el gacetillero resulta intencionada: estos músicos quizás no toquen como antes, pero siguen siendo ellos y el show funciona como un reloj.
Me he fijado en esta noticia porque me impresiona que un liderazgo de este tipo produzca tal conmoción. En los Ejercicios Espirituales ignacianos, el liderazgo de un rey temporal es presentado con mucho detalle para ayudar a comprender el llamamiento del rey eternal. Se comenta a veces que esta imagen parabólica no resulta ya la más adecuada, porque la atracción por una persona no es capaz de producir en la actualidad semejantes efectos. El impacto producido ahora en Madrid por los Rolling Stones replantea las posibilidades de una atracción personal tan fuerte. Quizás no ha pasado la capacidad de atracción de las personas, sino las connotaciones marginales concomitantes al liderazgo. La noticia baladí se convierte así en trascendente, da qué pensar.
De entrada, ya sobrepasa mi capacidad de admiración el público que acudió a este evento: el concierto llenó el miércoles el Bernabéu con más de 54.000 almas entregadas a la causa rocanrolera, informaba la gaceta de prensa. Que tal masa de personas se sientan motivadas para escuchar las canciones y aplaudir rabiosamente a los ídolos me sorprende enormemente, en una época en la que suponía que el liderazgo personal no arrastraba tan poderosamente.
Pero el hecho de la atracción tan fuerte provocada por estos líderes me la alertó ya la publicidad, que recibí por internet con anticipación al concierto, de unos servicios especiales de AVE nocturnos, para poder volver a los lugares de origen a las tres ó las cuatro de la mañana, inmediatamente después de la asistencia al concierto. Así se anunciaban trenes especiales de AVE saliendo desde Madrid para Sevilla, Málaga, Valencia. Barcelona..., en horarios totalmente insólitos para este medio de comunicación, puestos en funcionamiento para satisfacer la necesidad de transporte de las personas ávidas de asistir al concierto arrostrando una noche perros.
Puede que tenga incomprensión para una manifestación de música moderna, en concreto del más puro rock duro. Debo admitir perfectamente que un espectáculo de este tipo provoque la curiosidad y la atención de la gente. En concreto, he visto ahora en el Wikipedia que constituyen una de las más grandes e influyentes agrupaciones de la historia del rock, siendo la agrupación que sentó las bases del rock contemporáneo. Habiendo empezado su carrera en abril de 1962, tienen ahora en el mercado 25 álbumes y 32 sencillos, con la impresionante cifra de 250 millones de discos vendidos.
Pero no sé si estos datos gigantescos justifican una movilización popular como la desencadenada ahora en Madrid, con características extremas tan exageradas. El líder del grupo, Mick Jagger, no es ya por lo demás ningún joven, aunque apostilla la gaceta de prensa que demostró estar en una forma realmente increíble desde que salió a escena brincando, animando a dar palmas, convulsionándose como en los viejos tiempos. La observación que hace el gacetillero resulta intencionada: estos músicos quizás no toquen como antes, pero siguen siendo ellos y el show funciona como un reloj.
Me he fijado en esta noticia porque me impresiona que un liderazgo de este tipo produzca tal conmoción. En los Ejercicios Espirituales ignacianos, el liderazgo de un rey temporal es presentado con mucho detalle para ayudar a comprender el llamamiento del rey eternal. Se comenta a veces que esta imagen parabólica no resulta ya la más adecuada, porque la atracción por una persona no es capaz de producir en la actualidad semejantes efectos. El impacto producido ahora en Madrid por los Rolling Stones replantea las posibilidades de una atracción personal tan fuerte. Quizás no ha pasado la capacidad de atracción de las personas, sino las connotaciones marginales concomitantes al liderazgo. La noticia baladí se convierte así en trascendente, da qué pensar.