VACACIONES, un rito
En España, las vacaciones se convierten en un rito casi inexpugnable. Parece que todo el mundo tiene que tenerlas y, además, en las mismas fechas veraniegas.
En otras latitudes, las cosas no son siempre así. No se si alguna vez un británico se toma un mes entero de vacaciones. Lo normal es que las vacaciones se escalonen, tomando unos días en un periodo del año y otros días en un periodo diverso a lo largo del mismo año. Este distinto comportamiento respecto a las vacaciones individuales trae como consecuencia que ni los establecimientos, ni las oficinas, ni por supuesto todo el país, luzcan jamás el cartel: Cerrado por vacaciones, cartel no extraño de encontrar en nuestros contextos españoles. Aun no poniendo oficialmente el cartel, a muchas oficinas y establecimientos más conviene no ir por aquí en los meses veraniegos, porque los desgraciados que cubren los turnos más imprescindibles sólo pueden echar valones fuera y remitir los asuntos a cuando terminen las vacaciones.
El rito inexpugnable de las vacaciones resulta además ofensivo, en las actuales circunstancias, para muchas personas. En los momentos actuales, no todo el mundo disfruta de vacaciones. Siempre, por supuesto, hay mucha gente que no toma vacaciones. Algunos porque no les gusta cambiar de sitio, de habitats y de ritmos de vida, y prefieren mantenerse en sus casas, con más tranquilidad incluso que en otros momentos. Otros porque su nivel social y económico no les ha permitido nunca la interrupción radical del estilo de vida que suponen las vacaciones, con cambio de vivienda y frecuentes licencias viajeras o gastronómicas: incluso aunque obtengan en esos días un permiso laboral, el nivel de vida de estas personas no les permite la interrupción y el dispendio vacacional. Pero la actual situación de crisis, además, ocasiona el que muchas personas que -cuando tenían trabajo y su situación económico/social estaba normalizada- esperaban con ansia y disfrutaban mucho de sus vacaciones, se ven ahora obligadas a evitar desplazamientos, a mantenerse en su casas y ahorrar así un dinero que actualmente no poseen. Por todo esto, para muchas personas, hablar ahora de vacaciones resulta, al menos, de mal gusto.
Algunos pocos, con todo, aumentan en este tiempo su ritmo laboral, sea porque trabajan de alguna manera precisamente para para los que disfrutan de las vacaciones -restauración, espectáculos, diferentes formas de ocio-, o sea porque siendo autónomos o jubilados concentran por diversas razones en estos días una mayor actividad. Personalmente, me encuentro entre este privilegiado grupo de los que voy a aumentar este verano el nivel de ocupación.
A pesar de todo lo dicho en este breve apunte de sociología barata sobre las vacaciones, durante todo el restante tiempo estival voy a interrumpir las entregas periódicas a este blog. Para mí, que voy a tener algo más de trabajo, y para los que tienen la amabilidad de asomarse con más o menos fidelidad tras esta vidriera, a todos nos vendrá bien la interrupción y un compás de descanso. Siguiendo el tópico español y a pesar de todo lo dicho en este apunte, FELICES VACACIONES para todos.
En otras latitudes, las cosas no son siempre así. No se si alguna vez un británico se toma un mes entero de vacaciones. Lo normal es que las vacaciones se escalonen, tomando unos días en un periodo del año y otros días en un periodo diverso a lo largo del mismo año. Este distinto comportamiento respecto a las vacaciones individuales trae como consecuencia que ni los establecimientos, ni las oficinas, ni por supuesto todo el país, luzcan jamás el cartel: Cerrado por vacaciones, cartel no extraño de encontrar en nuestros contextos españoles. Aun no poniendo oficialmente el cartel, a muchas oficinas y establecimientos más conviene no ir por aquí en los meses veraniegos, porque los desgraciados que cubren los turnos más imprescindibles sólo pueden echar valones fuera y remitir los asuntos a cuando terminen las vacaciones.
El rito inexpugnable de las vacaciones resulta además ofensivo, en las actuales circunstancias, para muchas personas. En los momentos actuales, no todo el mundo disfruta de vacaciones. Siempre, por supuesto, hay mucha gente que no toma vacaciones. Algunos porque no les gusta cambiar de sitio, de habitats y de ritmos de vida, y prefieren mantenerse en sus casas, con más tranquilidad incluso que en otros momentos. Otros porque su nivel social y económico no les ha permitido nunca la interrupción radical del estilo de vida que suponen las vacaciones, con cambio de vivienda y frecuentes licencias viajeras o gastronómicas: incluso aunque obtengan en esos días un permiso laboral, el nivel de vida de estas personas no les permite la interrupción y el dispendio vacacional. Pero la actual situación de crisis, además, ocasiona el que muchas personas que -cuando tenían trabajo y su situación económico/social estaba normalizada- esperaban con ansia y disfrutaban mucho de sus vacaciones, se ven ahora obligadas a evitar desplazamientos, a mantenerse en su casas y ahorrar así un dinero que actualmente no poseen. Por todo esto, para muchas personas, hablar ahora de vacaciones resulta, al menos, de mal gusto.
Algunos pocos, con todo, aumentan en este tiempo su ritmo laboral, sea porque trabajan de alguna manera precisamente para para los que disfrutan de las vacaciones -restauración, espectáculos, diferentes formas de ocio-, o sea porque siendo autónomos o jubilados concentran por diversas razones en estos días una mayor actividad. Personalmente, me encuentro entre este privilegiado grupo de los que voy a aumentar este verano el nivel de ocupación.
A pesar de todo lo dicho en este breve apunte de sociología barata sobre las vacaciones, durante todo el restante tiempo estival voy a interrumpir las entregas periódicas a este blog. Para mí, que voy a tener algo más de trabajo, y para los que tienen la amabilidad de asomarse con más o menos fidelidad tras esta vidriera, a todos nos vendrá bien la interrupción y un compás de descanso. Siguiendo el tópico español y a pesar de todo lo dicho en este apunte, FELICES VACACIONES para todos.