Alexa y el siervo del centurión
De entrada, me fastidia que le hayan puesto nombre de mujer, reforzando el estereotipo de sometimiento femenino, pero también porque tengo gente amiga que me llama Alex, o Alexis y me siento incómodamente aludida.
La tal Alexa cumple el sueño de esos tipos autoritarios a quienes les gustaría alardear como el centurión del Evangelio: “Yo digo a uno: ¡ve! y va; y a otro: ¡ven! y viene; y a mi criado: ¡haz esto! y lo hace” (Mt 8,9). A los espíritus inmundos Jesús les daba órdenes como si fueran Alexa: ¡Enmudece, sal, cállate! , tanto que en cierta ocasión se pasó un poco con la voz y una piara de cerdos se despeñó en tropel hasta el lago provocando un desastre ecológico.
Sin embargo parecía más aficionado a abordar directamente y sin intermediarios a cada persona: consiguió entrar en comunicación con la mujer que le había tocado el borde del manto; buscó al ciego que había recobrado la vista después lavarse en la fuente de Siloé; preguntó a los discípulos que le seguían :¿A quién buscáis?, y a Bartimeo “¿Qué quieres que haga por ti?”.
Me parece que hoy no se hubiera gastado ni un euro en comprarse una Alexa.