Cita previa
No hubo cita previa para encontrarse con el Resucitado
| Dolores Aleixandre
La cita previa se ha convertido en una realidad que no hay más remedio que asumir, lo mismo que la mascarilla o las contraseñas. Estábamos acostumbrados a llegar a la mayor parte de los sitios sin necesidad de avisos ni reservas y, si había más gente antes que nosotros, hacíamos cola sin rechistar o pronunciábamos la pregunta que servía de contraseña universal: ¿Quién da la vez? y esperábamos a que nos tocara el turno.
Las cosas han cambiado complicándolo todo bastante y ahora tienes que llamar por teléfono, aguantar pacientemente que una voz robótica se digne atenderte, marearte en páginas de internet o acudir a las dichosas aplicaciones sin las que ya no eres nadie. Ese invento informático se ha convertido en el portero de discoteca que te concede o no acceso a la puerta, la ventanilla o el mostrador en los que aspiras a ser atendido, que te apunten o tengan a bien hacerte una reserva. Solo triunfan en su empeño los portadores de cita previa y puedan exhibirla como un trofeo en la pantalla de su móvil (llevarla en papel se considera algo del Jurásico superior) y disputan su importancia a la marca que, según el Apocalipsis, llevarán sellada en su frente los cuarenta y cuatro mil elegidos.
. Andaba yo especialmente enfadada con el asunto - no me funcionaba en el móvil la cita sanitaria, no conseguía recordar donde rayos había apuntado la contraseña - y murmuraba contra la tiranía de estas nuevas costumbres informáticas, cuando escuché con asombro en los relatos de Pascua que los discípulos, carecían absolutamente de cita previa para encontrarse con el Resucitado, pero era el propio Jesús quien las repartía, como si el más interesado por estar con ellos fuera él mismo: “Id corriendo a avisar a mis discípulos que vayan a Galilea, allí me verán” (Mt 28,11); “Ve a decir a mis hermanos…”; “Id a decir a sus discípulos y a Pedro que irá delante de ellos a Galilea. Allí lo verán…”(Mc 16,7)
Dios es una extraña fuente que va en busca del sediento. Es también el Dador gratuito de citas previas, esas que no nos hubiéramos atrevido nunca a pedir.
(21 RS, Junio 2022)