MARÍA: PUNTO DE ACABADO

La muerte que nunca se nombraba, forma ya  parte de nuestro lenguaje cotidiano

Una de las cosas que recuerdo de mi madre es lo bien que  remataba las cosas: una labor, un paquete, un postre, el orden en un armario, la mesa para un día de fiesta. Lo recordé cuando en Mercadona de mi barrio abrieron  un “Punto de acabado” en el que  hacen eso a gusto del cliente que les lleva la carne o el pollo comprados. En este Mayo que vamos a vivir, tan diferente del planeado, pienso que nos vendría bien poner en manos de María “el acabado” de algunos aprendizajes que hemos comenzado en este tiempo de crisis. Uno de ellos, y no fácil de abordar, es el de nuestra postura ante la muerte: hasta que empezó la pandemia era una palabra inoportuna, casi  de mal gusto, que se evitaba en las conversaciones. A no ser que nos rozara en nuestro entorno próximo,  solo se la nombraba  los Domingos por la noche en el recuento de  fallecidos en accidentes de tráfico pero,  cuando no había más remedio porque estábamos en un tanatorio,  lo hacíamos de pasada y cambiábamos de tema rumbo a la política, el tiempo o las novedades del ¡Hola!

El cambio ha sido radical: la muerte se ha presentado sin avisar y por sorpresa,  está ya formando  parte de nuestro lenguaje cotidiano y necesitamos a María para que ella complete y “remate” este aprendizaje iniciado. Podemos irnos a la casa de Nazaret, sentarnos a su lado en una sillita baja para que nos  hable de la muerte con sus palabras: quizá nos recuerde que cuando dijo “Aquí está la esclava del Señor”, estaba aceptando  su condición de criatura frágil y caduca  pero segura de estar en buenas Manos. Y que cuando dijo en Caná “Haced lo que él os diga”, decía  también:  Confiad en lo que os ha dicho: “Vendré y os llevaré conmigo para que, donde yo esté, estéis  también vosotros”.

A lo largo de nuestra vida,  le hemos pedido miles de veces a  María que ruegue por nosotros en la hora de nuestra muerte. Y como ella no tiene por costumbre “hacerse de rogar”, podemos confiar en que cuando nos llegue la hora de pasar de este mundo al Padre,  no se separará de nuestro lado.

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