Todos sabemos que la vida es un continuo aprendizaje si somos capaces de aprovecharnos y dejarnos guiar por ella con suma consciencia.
Desde que una persona viene a este mundo, ya está aprendiendo. Comienza a andar, hablar, comer, distinguir objetos, olores, sabores, empieza a confiar… Sabe que quien tiene delante no le va a fallar. Se fía sin reticencias, sin condiciones. Solo así es como podemos avanzar. Con pie firme y seguro.
No olvidemos que la vida es nuestra gran maestra de la que también forman parte las obligadas y necesarias equivocaciones para seguir creciendo y madurando. Es necesario sentir la herida para después poder poner el remedio, de lo contrario seríamos demasiado frágiles y vulnerables. Las encrucijadas que se nos puedan presentar, sanan y nos ayudan a elegir el mejo camino.
No nos dejemos llevar por el viento que mejor sople. Aprende a echar amarras, exígete, crece cada día sacando partida de lo bueno y malo. Ambos necesarios.
Muchas veces son también los otros quienes nos van ayudando a crecer, a ser y vivir, pero para ello, tenemos que estar abiertos al encuentro, a la búsqueda y a la sabiduría de los demás.
¡Aprovecha la vida! Cada minuto perdido es único, e irrecuperable, no lo olvides.
El refranero español, muy sabiamente dice: “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”, nuestro lenguaje castellano es muy sabio, aprendamos de el…