Demos paso a la VIDA

Demos paso a la VIDA
Demos paso a la VIDA

Estos días acompañamos a Jesús a recorrer el final de un camino que no acaba en la cruz, en la muerte, sino que da paso a la vida, a una VIDA con mayúsculas.

De alguna manera su vida fue, es, un reflejo de la nuestra. Murió por la incomprensión de los suyos, de los de dentro, por el egoísmo, por anunciar la paz y la justicia como tantos mártires de nuestro tiempo. Pienso en los 6 monjes trapenses del Tibhirine y tantos otros…

No olvidemos que tú y yo también hemos sido elegidos por Él para devolver la justicia al mundo, para tender la mano al hermano como Él nos enseñó, sin embargo, me pregunto: ante ellos, cómo respondemos?, ¿nos quedamos tranquilos sentados en un sillón y que lo hagan otros? También él lo podría haber decidido así, ¡que lo hagan otros!, pero su decisión, su lucha por la verdad y la justicia, por el pobre y el indefenso, fue lo que le llevo a esa encrucijada.

Toda decisión siempre tiene consecuencias, buenas o malas, pero él decidió apostar por la verdad, por la justicia y la libertad, otros, sin embargo, prefieren quedarse en sus catedrales sentados y tranquilos. La seguridad, al riesgo, a remangarse. Mejor lavarse las manos…

No olvidemos que las decisiones nos llevan a lo que somos y quienes somos. También él lo sabía, sin embargo, apostó…

No nos comportemos como meros espectadores, ni tampoco como si fueran los otros los que llevan a Jesús a la cruz, porque muchas veces no son solo los otros, soy yo con mi actitud, con mi proceder… ¡cuantas veces no lo habremos crucificado, insultado, escupido! Recordemos sus palabras: “Lo que hacéis con uno de estos mis hermanos, a mi también me lo hacéis” (Mt 25, 40)

Acompañemos, acojamos, escuchemos, estemos atentos al hermano. Esta aptitud hará que las lágrimas dejen paso al alivio. No olvidemos que acompañar al que lo necesita, es acompañar al Señor en la cruz.

Vivamos estos días como tal…

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