| Ana Bou
Un año más tenemos que seguir hablando de la explotación de tantos niñ@s quienes en pleno S.XXI siguen trabajando en condiciones casi de esclavitud. Niños y niñas obligados a trabajar, pequeños concebidos ya para ese fin, provenientes de familias muy pobres y que necesitan de ellos para llegar a final de mes. Obligados desde los 8 o 10 años a trabajar en el campo o fabricas como las textiles, desde donde viene gran parte de la ropa que consumimos, y que nosotros compramos felices y contentos por precios irrisorios, sabiendo que son niños con jornadas interminables a quienes se les quita sus ingresos a cambio de una cama compartida o algo de comida…
Es una verdadera vergüenza que nosotros, orgullosos de nuestra Europa, les quitamos todos los recursos por un consumismo que no tiene límites como puede ser el cobalto o el cacao y tantas otras cosas. Somos los que tenemos la llave para que esta explotación desaparezca, pero está claro, que no nos interesa porque el dios dinero prima por encima de todo…
Estamos privando a niños de un futuro, de una educación, de una vida digna, obligándoles a abandonar la escuela, incluso poniendo en riesgo sus vidas y salud.
Tod@s sabemos que la firma de acuerdos internacionales regularía la prohibición del trabajo infantil, pero estamos hablando de un negocio que mueve más de 20 millones anuales y claro está, que no interesa…