Luces y sombras de la vida

Todos sabemos que éstas forman parte de la cotidianidad y si no fuese así, tendríamos que inventar algo que lo supliese, porque estoy segura de que la vida no sería igual de rica sin esas luces y sombras que nos acompañan. Momentos de acierto y momentos sombríos, necesarios para madurar y crecer. ¿Os imagináis toda una vida plagada de éxitos sin saber cuál es el sabor de la hiel?
Es dura la derrota, pero creo que estaréis conmigo, si digo, que también necesaria para ser personas de verdad, integras. Creo que ésta es la fuerza de los débiles, porque la posibilidad de equivocarnos es la que hace que seamos capaces de poner cada día tanta vida en juego, siempre que seamos conscientes de esas equivocaciones y nos sirvan para una mayor madurez y crecimiento.
En mis manos y en las vuestras está ser conscientes de ello, aprovechar aquello que nos viene la mayoría de las veces sin desearlo, pero aportando una gran riqueza interior que no se compra o vende en los supermercados…
Alguien me decía que nunca en su vida había sentido lo que es no tener nada que dar de comer a unos hijos. En un momento determinado le ofrecieron una bolsa de tomates, era lo único que tenía para ese día. Se juntaron todos en torno a una mesa a comer aquello que tenían. Después de sentir y pasar por esa experiencia de hiel, lo que les quedó fue una gran felicidad por poder sentarse en la mesa todos juntos para compartir lo único que tenían.
Su felicidad en medio del dolor, de la hiel, era que gracias a esa dura experiencia por la que estaban atravesando, habían sido capaces de sentarse todos juntos en una mesa para comer y compartir lo poco, que tenían. Su trabajo y vida anterior nunca le había permitido disfrutar de una comida junto a su familia…
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