Vivimos actualmente un tiempo en el que entre tanta palabra, me da la impresión, que se pierde el sentido de la verdadera PALABRA y llega un momento en que como todo, ésta también se gasta de tanto usarla.
Y es que a fuerza de repetirlas sin su verdadero sentido, pierden su ser de Palabra. ¿Cuántas veces hemos pronunciado un te quiero o un cariño sin que salga del corazón? Simplemente la costumbre.
Las palabas pueden dar mucho de sí, tienen una gran responsabilidad, de hecho, algunos recordareis cómo se cerraban antes los tratos: de palabra. Esta valía más que cualquier firma o sentencia. Ahora hay demasiada “frase hecha” por ejemplo las frases típicas de Navidad, de funerales, de discursos agradecidos sin agradecer, etc, etc… tópicos que no desembocan en ningún sitio, excepto en la devaluación de tanta palabrería sin sentido y vacía. Podemos llegar a la conclusión que en muchas ocasiones, un silencio a tiempo es más valorable y preciado sin duda alguna.
Cuantas veces, sobre todo últimamente, oímos hablar de los pobres utilizando la palabra como muletilla en reiterados discursos o conferencias sin llegar a un compromiso o solidaridad, o la palabra PAZ o AYUDA o tantas otras sin conducirnos a ningún lado…
Puede que sea el momento de dejar a un lado las palabras y pasar a los hechos…