La aceptación de la finitud
| Ana Bou
¿Quién no ha estado enfermo alguna vez?, cuando esto ha sucedido, ¿Qué hemos pensado o sentido? Cuantas cosas se nos habrán pasado por la cabeza esperando un diagnostico…
Cuando parece la enfermedad, de repente, nuestra vida cambia, da un giro de 380 grados, nos hace más vulnerables, nos inquieta. De repente todo cambia… Planes, forma de vivir, agenda, autonomía… todo… Demasiado a menudo se nos olvida que la enfermedad forma parte de la vida, y que tarde o temprano a todos nos llega, sobre todo en una sociedad como la nuestra donde cada vez alargamos más la vida, pero en qué condiciones… cómo… ¿ merece la pena?, la respuesta depende de cada uno de nosotros.
Lo que está claro es que somos finitos y que la enfermedad forma parte de la vida, lo que cambia es la forma de vivirla y asumirla cada uno. Hay personas que llevan enfermas años y no han sido capaces de asumir su estado físico, la mayoría de la veces por orgullo personal, por no entender el paso de los años o por creerse mejor que nadie…
No olvidemos que asumir la vida significa también asumir la enfermedad. Entender y aceptarla tal y como viene.
Uno de los primeros sentimientos cuando esto sucede es el miedo. Es algo que no podemos evitar porque es humano, hasta Jesús como persona lo sintió y padeció. Pero depende de cómo sea nuestra mirada, nuestro sentir, nuestra forma de ser y vivir, podremos llevarlo y aceptarlo. Aunque sea compañero de camino, no lo veamos o sintamos con una angustia excesiva que nos conduce a ningún sitio.
Una de las frases más repetidas del Evangelio es: “no tengáis miedo, no temas”…sé que es difícil, pero intentemos hacer nuestra esta frase.
Es verdad que cuando uno pasa por una experiencia, sea cual sea, es capaz de empanizar y comprender mejor al otro, porque lo has sufrido en tu carne.
Si somos capaces de asumir y aceptar las cosas desde la mirada de Jesús, desde un Dios que se coloca a nuestro lado, que nos comprende, porque también pasó por ello y se identifica, nuestra aceptación y actitud en la vida, será diferente.
La confianza es la gran arma contra lo desconocido, contra la fragilidad, el no entender, pero sí intentar aceptar. Creo que si en algún momento fuéramos capaces de entender y comprender que la enfermedad forma parte de la vida y vivirlo desde ahí, seriamos más felices y cambiaríamos muchas cosas…
Quisiera terminar con cuatro frases de Teilhard de Chardin, a quien todos conocéis y estoy segura que nos ayudaran a vivir con algo más de paz y confianza.
“No te inquietes por las dificultades de la vida,
Acepta los designios de su providencia.
Piensa que estás en sus manos
Cuanto más decaído y triste te encuentres.
Por eso, cuando te sientas triste, adora y confía…”