En la vida de cada persona hay muchos momentos que aunque no queramos uno se revela con demasiadas cosas o acontecimientos que nos cuestan entender, por ejemplo: con Dios ante una enfermedad, la muerte de un niño, un joven… con uno mismo, con expresiones como: “podría haber actuado así, haber hecho esto, no haber dejado”… con el mundo, ante tantas injusticias, etc, etc…
El ser humano por naturaleza lucha por encontrar o recuperar aquello que le ha sido denegado o arrebatado, incluso algunos luchan por quienes no pueden o saben hacerlo. Una lucha que se desarrolla la mayoría de las veces en la intemperie, en la incertidumbre, en el no saber… y es que las luchas en la vida siempre son así: frágiles y difíciles de encajar…
En ocasiones la oscuridad te hace llegar a un hondo vacío hasta que con el paso del tiempo se va encontrando el equilibrio que trae consigo la luz, la fuerza y sobre todo, esa voz que te dice: “no temas. Déjame algo de tu carga, quiero compartirla contigo”.
Todo el mundo tiene un sueño, una esperanza, una meta en la vida y toca pelear por alcanzarla. En el camino encontraremos demasiadas preguntas sin respuestas, pero no por ello, dejemos de avanzar hacia el horizonte, ser ambiciosos, luchar por lo que queremos y todo ello desde la fe, la confianza, la esperanza. De esta forma, el camino será igual, pero estoy segura que nuestro caminar, será diferente…