Es algo que con el paso de los años he ido aprendiendo dejándome guiar y sabiendo escuchar a los mayores. Sí, a esos, a los que la sociedad deja a un lado porque “ya no sirven” porque no son rentables, pero su sabiduría no se aprende en los libros, sino escuchando, algo que tanto nos cuesta…
La vida es sabia y te enseña si somos capaces de echar un vistazo y releer lo acontecido, ahí está la sabiduría del ser humano, no conformarnos y saber avanzar con paso firme. Es necesario sentir el fracaso o la equivocación porque eso es lo que nos hace más humildes, nos baja del pedestal para aprender a aceptar la derrota sin venirnos abajo sabiendo recordar nuestra vulnerabilidad. Las personas son muy importantes, ellas son quienes nos van abriendo camino, nos enseñan una manera de ser, de vivir, de crecer, con ellas nos ilusionamos, saboreamos la soledad o la búsqueda, porque todos vamos por el mismo sendero, pero todo esto no estaría completo si no sabemos unirlo a la presencia de Dios.
Aprendemos a lo largo de la vida a buscarle, a descubrir su paso por el mundo encarnado en los más pequeños. Aprendemos a caer y levantarnos, pero recordad que todo esto no sería posible si no sabemos mirar con los ojos del corazón…