"En tiempos de la dictadura cívico-militar tuvo actitudes y silencios que ensombrecen su ministerio" Eduardo Pironio: Luces y sombras de un obispo querido
"Ex presidente del CELAM y Prefecto de la Congregación de Religiosos en tiempos de la Primavera eclesial, le tocó padecer el invierno juanpablista"
"Muchos, de todos modos, sentían que era alguien con quien se podía hablar. Escuchar era algo que lo caracterizaba"
"Pero, en tiempos de la dictadura cívico-militar con bendición eclesiástica tuvo actitudes y silencios que ensombrecen su ministerio"
"No ignoramos que Pironio, en tiempos de Juan Pablo II, en Roma, "dormía con el enemigo". Su principal adversario, Alfonso López Trujillo, también estaba en la curia romana, también era cardenal, y tenía más poder y más llegada al Papa que él"
"Pero, en tiempos de la dictadura cívico-militar con bendición eclesiástica tuvo actitudes y silencios que ensombrecen su ministerio"
"No ignoramos que Pironio, en tiempos de Juan Pablo II, en Roma, "dormía con el enemigo". Su principal adversario, Alfonso López Trujillo, también estaba en la curia romana, también era cardenal, y tenía más poder y más llegada al Papa que él"
Quienes hemos conocido a y de Pironio en los tiempos latinoamericanos no tenemos de él sino memorias maravillosas, tanto de su paso por Mar del Plata como por el CELAM. Luego, al llegar a Roma, su posición siempre abierta a reconocer los soplos del Espíritu, como prefecto de la congregación de Religiosos fue, asimismo, coherente con la primavera eclesial del post-concilio. Pero llegado Juan Pablo II, para quien la vida religiosa era una piedra en el zapato, Pironio molestaba, por lo que puso un prefecto a su medida (cosa que, se vio claramente en América Latina y la CLAR). Pironio fue “degradado” a una “secretaría”.
Muchos, de todos modos, sentían que era alguien con quien se podía hablar. Escuchar era algo que lo caracterizaba. No sólo vale para el caso de Emilio Mignone sino, también, Oscar Romero: en su Diario él dice que era “gran amigo de los obispos de América Latina” (26/6/78). Un año más tarde, nuevamente en Roma comenta que lo va a visitar “en carácter amistoso” (3/5/79). Días después vuelve a verlo y afirma que
«me acogió en una forma tan fraternal y cordial que, este solo encuentro, bastaba para colmarme de consuelo y de ánimo. Le expuse confidencialmente mi situación en mi Diócesis y ante la Santa Sede. Me abrió su corazón diciéndome lo que él también tiene que sufrir, cómo siente profundamente los problemas de América Latina y que no sean del todo comprendidos por el Ministerio Supremo de la Iglesia y, sin embargo, hay que seguir trabajando, informando lo más que se pueda, la verdad de nuestra realidad. Y me dijo: «lo peor que puedes hacer es desanimarte. ¡Ánimo Romero!», me dijo muchas veces» (9/5/79).
Pero, por su parte, Emilio Mignone afirma que
«A mediados de 1978 estuve en Roma. Visité a Pironio, antiguo amigo, con quién me había carteado y mantuve una entrevista en la Secretaría de Estado con el funcionario encargado de la Argentina (…) Tanto a Pironio como a Cavalli les proporcioné un informe detallado de lo que pasaba en Argentina en materia de derechos humanos. Pironio se mostraba abrumado por la cantidad de cartas de denuncias de desapariciones que recibía de su país. Mientras conversábamos llego el correo del día, lo abrió, y, efectivamente surgieron varias misivas de este tipo (…) Regresé con la convicción de que Pironio no había hecho ni haría nada para gravitar sobre la situación argentina fuera de angustiarse. Corresponde esa actitud con su personalidad ambigua y vacilante» [Emilio Mignone, Iglesia y Dictadura (1986) 102-103; (2006) 96-97].
Ahora bien, y no me atrevo a analizar las causas, lo cierto es que en los últimos tiempos la actitud de Pironio fue muy diferente. Valga a modo de ejemplo lo referido en el libro “oficial”, La Verdad los hará libres tomo II (2023) que es, a su vez, idéntico a lo que refiere Mignone:
«Mientras los obispos argentinos realizaban la visita ad limina el cardenal Pironio regresó a la Argentina para pasar un tiempo de vacaciones como lo hacía habitualmente. En esa ocasión hizo algunas declaraciones apenas llegado de Roma que generaron irritación […] El 2 de septiembre de 1979 expresó que “ahora se comprende mejor a la Argentina en Europa (…) hay sectores que siempre buscan lo negativo que pueda darse (…) pero el rostro de la Argentina se ve muy positivamente. Por último, afirmó que su visita era estrictamente privada y que por lo tanto no tenía previsto mantener reuniones informales con autoridades argentinas. Finalizada su estadía antes de partir hacia Roma se encontró con Videla el 1 de octubre de 1979 en el despacho presidencial de la Casa Rosada» (La verdad los hará libres t. II p. 419. Coincide con lo dicho por Mignone en p. 105 / p. 99).
Como digo, no me atrevo a imaginar las causas de esto, pero, ciertamente, el hecho parece muy grave y triste. Sea por su amor a la cruz y el sufrimiento (atestiguado en su testamento espiritual), por su “obediencia eclesial”, o porque lo cooptó “el aparato eclesiástico” (su secretario en los últimos tiempos fue Fernando Vérgez, Legionario de Cristo, a quien agradece cálidamente (“querido y fiel”) en su testamento espiritual del 11 de febrero de 1996), lo cierto es que a la hora de hacer memoria de alguien a quien hemos admirado y amado, hemos de reconocer sombras que en nada nos alegran.
No ignoramos que Pironio, en tiempos de Juan Pablo II, en Roma, "dormía con el enemigo". Su principal adversario, Alfonso López Trujillo, también estaba en la curia romana, también era cardenal, y tenía más poder y más llegada al Papa que él. Quizás podamos pensar, dolorosamente, que la curia romana es una suerte de caries eclesial y que pareciera que nadie que pase por allí queda indemne a la carcoma del reino.
Foto tomada de https://caminitoespiritual.blog/category/sacerdotes/cardenal-eduardo-pironio/
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